Capítulo 4

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Las últimas horas las había pasado leyendo y releyendo la nota. Aun no podía creer que Sasha tuviera la mente tan enferma para hacer tal cosa. Lo peor era que no contestaba ninguna de las llamadas que Claire hacía. Aun así, no se podía esconder para siempre.

La luz en la habitación era tenue, dándole al lugar un toque misterioso.

El hermoso vestido negro estaba extendido sobre la cama, mientras los trozos de la máscara se amontonaban sobre éste.

Sabía que había sido una mala idea romperla, pero no tenía otra alternativa. Tenía que acabar cuanto antes con ese juego en el que estaba metida hasta el cuello, pero solo podría hacerlo si se enfrentaba a Sasha. Pero para eso aún tendría que encontrarla.

Se levantó de la cama, y caminó con paso cansado al espejo. Tenía el cabello revuelto y ojeras sobre las que se movían sus cansados ojos avellana.

Tomó su teléfono y volvió a marcar el número de Sasha, pero antes de pulsar el botón de marcar, se le ocurrió otra idea. Así podría matar dos pájaros de un solo tiro.

Marcó el número del chico que acababa de conocer, David De Luque. El teléfono repicó unas tres veces hasta que una voz cansada se oyó al fondo. No lo podía culpar, eran las seis de la mañana. El sol aun no salía en el pueblo.

—Claire .—Se oyó un bostezo al otro lado—. ¿Pasa algo? Aún es muy temprano.

—Lo sé, lo siento. Solo necesito que me digas algo.

—Vale… Lo que quieras.

—¿Has hablado con Sasha últimamente?

El muchacho dudó antes de responder. Aunque se podía oír aún al otro lado de la línea.

—No… Hace mucho que no tengo contacto con ningún familiar de Valeria. Además, Sasha es una bruja.

Aquello no se lo esperaba. Pensaba que se llevarían bien. Después de todo él era el mejor amigo de Valeria.

—Vale… Hablamos luego.

Antes de colgar se oyó la voz del chico al otro lado de la línea.

—Te gustaría salir esta noche. Tengo entradas al cine. ¿Tal vez a las seis y media?

Dudó en responder. Ciertamente era raro estar con alguien que tenía tu número de antes, pero tal vez así averiguara más a fondo sobre lo que estaba sucediendo.

—Vale. Nos vemos a esa hora. —Colgó el celular y lo guardó en su bolsillo trasero.

Aunque esperaba que eso no interfiriera con los planes que ya tenía marcados.

Tomó las llaves de la casa de su difunta prima y salió de la habitación, dejando todo sobre la cama. Antes de salir dijo a la recepcionista que no permitiera el paso a absolutamente nadie a la habitación. Dicho esto, se despidió y salió del lugar

El día estaba perfecto, más cálido a lo acostumbrado en la ciudad. Dejó que los rayos de sol tocasen su piel. Sintiendo como cada una de sus células cobraba vida de nuevo.

Esta vez decidió salir sin auto. La plaza del pueblo no estaba tan lejos, por lo que no tardaría mucho en llegar.

La acera era amplia, por lo que no se tropezaba con nadie.

Sólo pudo darse cuenta de la verdadera belleza de la que gozaba el lugar. La luz del sol volvía todo de un tono más vivo, dando la alegría que faltaba.

La mujer se preparaba para la gran actuación de la noche. Ya tenía el plan muy  bien trazado. Solo faltaba la víctima. Estaba muy segura de que no tardaría en llegar, era el momento perfecto. Miró por la ventana, viendo caminar a la hermosa chica. Caminaba con una elegancia envidiable, irradiando seguridad con cada paso que daba.

ValeriaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora