Pierrot // Benedetto x Pavón

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P.O.V Darío Benedetto

Sentí la respiración un tanto más agitada, no quería hablar tanto con mis compañeros. Distintas imágenes pasaban por mí cabeza, recordando cada vez que actúe arrogante, que me disfracé de superior, ¿por qué? ¿Por qué tengo que actuar así? Es una respuesta automática al sentirme menos, peor, al darme cuenta que otros deben verme así. No puedo controlarlo y terminó siendo una mierda con otros, termino siendo incluso algo que odio.
Sin embargo, no pude evitar sonreír ante los jugadores de Tigre, por su triunfo, por la humildad ante nosotros. Por unos momentos, quise saber que se siente ser así; por unos momentos, sentí envidia de ellos. Entonces, recordé al Darío que jugaba en Arsenal, al que podía ser revoltoso, bardero pero no era de esta forma. Lo recuerdo y siento que debe odiarme, siento que puedo escuchar su voz puteando a quien se supone es el adulto; no se encuentra en el espejo, en sus declaraciones. Pero si se encuentra cuando no puede llorar hasta que algo le haga estallar en un llanto, cuando siente como todo cae encima suyo y cuando entre tanto problema, encuentra una esperanza. En ese momento, él la encontró en el fútbol; en este momento, lo encontré en Kichan. ¿Qué diría ese joven Darío si viera como poco a poco arruinó ambas y me encierro en problemas, acumulando estos?
Creí que podía con esto, creí que era mejor que otros; creí tantas tonterías y ahora entiendo todo.
Cuando se es hincha, cuando tuviste un nivel alto y sentiste el cariño de otros hinchas, las derrotas, tus fallas, son más dolorosas. Una parte tuya te insulta cual hincha, te sientes un fracasado incluso, hasta quisieras abandonar el club porque, en el lugar de hincha, ya no quieres verte no servir para el equipo. Traté y traté contra todas estas derrotas pero resulta tanto, cada vez se activa más ese mecanismo por el cual me desquito con otros. Peor, incluso con Kichan llegué a ser así, con la persona que más amo, quien ve más allá del Pipa bardero y divertido; quien ve más allá de mí arrogancia y de mí actuar como payaso.
Intento hacer reír al resto del plantel, intento disimular todo el estrés que siento. Y cuando ese estrés me consume, lo divertido se vuelve hostil.
Estoy alejando a Kichan tal vez, y mis esfuerzos por mejorar se destruyen.
Él me acompañó desde que llegué al club, él es una razón para seguir aquí, para seguir intentando. Pero nada de eso sirve si no lo hago bien, si la manera es la incorrecta.
No odiaba perder, odiaba equivocarme yo, odiaba que aunque dé todo de mí, seguía fallando y fallando. Odiaba sentir culpa por la derrota. Estaba pudriendome en odio y no tenía más que desmoronarme, pues odiaba dañar, ya no quería hacer eso. Quiero ser mejor para mí, no mejor que otros.
Y no sé si entendí eso tarde.
En los vestuarios el ambiente es una tensión que con una palabra entre alguno, tal vez desate odio. Siquiera queríamos hablar con Alfaro, siquiera yo quería hacerlo y lo conozco desde Arsenal, cuando yo era distinto, cuando me sentía bien siendo quien era. Y esa persona que me gustaba ser, Kichan lograba sacarla de su encierro. Kichan logra destapar lo mejor de mí. Y no es sólo eso, siempre estamos para el otro, ante toda la tormenta de insultos, de agresiones, siempre intento estar para protegerlo, para calmar esa ansiedad que le termina invadiendo por la presión; él no merece eso, yo sí. Él no busca eso, incluso si su nivel es bajo, eso no cambia lo increíble que es y cuánto intenta mejorar; yo en cambio, no importa mí nivel, sigue buscando ataques porque yo comienzo a atacar. Y me resbala, me resbalan las críticas hasta que comprendo mis errores, comprendo que no hice bien; creí ser mejor, no soy lo que Kichan dice o cree y lo sé porque en eso giraron las últimas discusiones. En un principio él no quería que solo me limitará a ser el payaso del plantel, y últimamente, no quiere que sea soberbio.
Pese a todo, Kichan está a mí lado tomando mí mano, me observa con esa ternura comprensiva suya y me sonríe levemente.

—Che, aunque te erraste varías, diste todo en la cancha. Fuiste él que más buscó el gol, él que más se esforzó.

Murmuré apenado. ¿Como no sentir culpa? Erré goles insólitos, erré por dejarme consumir por la presión, por las críticas, por todo el ambiente donde nos movemos ahora; no me daba tiempo para pensar las jugadas y, para mí desgracia, no soy alguien tan inteligente como otros aquí, necesito orientación constante muchas veces. Pensé que genial sería ser como Palermo que tenía una magia para los goles, que era tan amado; me ilusioné cuando muchos me declararon ser su sucesor, creí ser como él pero no, no lo soy. Amaría ser él.

love is love // fútbol one-shots (ships)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora