Capítulo 24

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Luego de haber arreglado nuestra ropa un poco, habíamos regresado con nuestros amigos y nos habíamos sentado en la mesa

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Luego de haber arreglado nuestra ropa un poco, habíamos regresado con nuestros amigos y nos habíamos sentado en la mesa. Todas las parejas estaban completas, aparte de el nuevo integrante que estaba por llegar. 

Desde el preciso momento en que nos sentamos, se había establecido una especie de guerra de miradas entre yo y Nicholas. Sus lindos ojos marrones miraban a los mios, esperando un perdedor ante aquella guerra.

Podía quedarme admirándolo todo el día y no cansarme, era una obra de arte pura y fina, delicada y precisa. 

Y sobre todo mía.

Había aprendido un tanto de sus gustos, le había encontrado un gustillo a cada uno de sus toques y sensaciones que me regalaba. También había aprendido a quererlo, en menos de unas semanas.

—¿Y el anillo Nic?—pregunta uno de sus amigos de forma graciosa—. ¿Qué estás esperando? Supongo que a Susan le encantaría casarse contigo.

—Estamos disfrutando de nuestro tiempo juntos—besa mi frente. Cierro por unos segundos mis ojos—. Tenemos que conocernos y aprender a tolerar todas nuestras cosas y manías, pero claro, más adelante, la llevaré al altar. Sin dudas.

¿Había oído bien? ¡Nicholas había dicho que quería llevarme al altar!

Era loco, demasiado. Aquel pensamiento hacía que un escalofrío recorriera nuestro cuerpo.

Estaba de acuerdo con sus  pensamientos y opiniones principales, pero mentía si no decía que debíamos conocernos más.

De alguna u otra forma sería una decisión precipitada.

—¿Que piensas tu Susan?—pregunta Zara—. ¿Estás dispuesta a soportar a este hombre? Le tendrás que lavar los calzones todos los fines de semanas.

Todos en la mesa habíamos estalldo a carcajadas, incluso Nicholas. Recupero mi postura y entrelazo mis manos con las de Nic.

—Estos últimos días  he aprendido que es posible el no amar cada detalle, cicatriz e imperfección de la persona a la cual amas. Porque cuando te comprometes a amar lo haces con el corazón y nada más, ayudarlo a olvidar el pasado y soñar con el futuro—hablaba desde muy profundo de mi corazón—. Ayudarnos mutuamente a crecer y jamás dejarnos llevar por los recuerdos, tratar de que la felicidad nunca nos falte y llenarnos de amor todos los días, así no sean los mejores momentos. Apoyarlos en sus sueños y consolarlo en sus tropiezos. Y que a pesar de todas las barreras sociales, no dejemos que nuestros corazones dejen de sentir amor, porque trata de eso ¿no? Amar sin condiciones. Entonces mi respuesta es sí, amaría estar con Nicholas, hoy y toda la vida—me río—. También lavaría a sus calzones.

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