Capítulo 8

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Había pasado el resto de la mañana en mi cama arropada por las sábanas que eran tan agradables al tacto

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Había pasado el resto de la mañana en mi cama arropada por las sábanas que eran tan agradables al tacto. Aquella almohada donde podía apoyar mi cabeza, cerrar mis ojos y dar rienda suelta a mis sueños.

Sueños que al fin y al cabo terminaban tornándose un tanto reales y crudos. Me encontraba acalorada y sin saber que hacer. En pocas horas debería encontrarme nuevamente con Nicholas para enseñarle en vivo y en directo como era un día normal en el Monroe,  saber que estaría bajo la mirada atenta de tal hombre hacia que en mi estómago explotara en cientos de fuegos artificiales, revolviendo todo por dentro. 

No podía cambiar los hechos que habían sucedido, habían sido inevitables y había querido que estos sucedieran―aunque lo negara―, ya no había marcha atrás.

—¿Qué más queda?—me habí dicho a mi misma, aquello era imposible de evitar, debía comportarme como una adulta. Y eso exactamente era lo que haría.

Debía mantener mi compostura ante toda costa y por nada del mundo podía caer en su juego. Al menos, no más de lo que, aparentemente, ya había caído.

Luego de media hora en la que había aprovechada en un sueño reconfortante, mi alarma había sonado. Había salido de la cama con todas las fuerzas que me quedaban y había ido a por una ducha. No podía tardar, por lo que había sido sumamente rápido, al terminar me había vestido con mi uniforme de siempre―unos jeans negros y una camisa blanca con el logo del local―. Por último, había agarrado mi cabello en una coleta de caballo.

Suelto un gran suspiro mientras me miro en el espejo para luego, cuando por fin me había convencido de estar  lista para aquel desafío, había tomado marcha al Monroe.

Sra Monroe a Susan▶ 
—Saludos querida mia ¿Cómo van los cosas por allá? Espero y todo ese bajo control, volveré dentro de una semana. Ya sabes que hacer, att: Sra Monroe.

Frunzo el ceño mientras leo el mensaje entrante en la pantalla de mi celular, recibir mensajes de la Sra Monroe era muy extraño, sobre todo porque casi nunca―jamás―informaba atravez de éste. Era una persona sin vida social aparente, por dicha razón las redes del restaurant eran llevadas por un técnico especializado en el tema.

Sin embargo cada vez que salía a algún asunto, me comunicaba tono en tiempo justo. No por deber, sino, por necesidad. Me confiaba todo a mí y por ello tenía un gran respeto hacia su persona.

El aprecio enorme que ella me tenía, era debido a que desde mis inicios había recurrido a ella como maestra. Era casi como una madre para mí—esto debido a los buenos consejos, cariño y vivencias  vividas en su entorno—, por lo cual  la valoraba demasiado, tanto como para no defraudarla jamás en la vida. 

No podía morder  la mano que me daba de comer, sería algo imperdonable. Debía serle agradecída por tantas enseñanzas, puesto que había sido ella misma la profesora de todos mis saberes que hoy en día, me hacian estar en la cima. 

Pruébame#1✔️ #PGP2024Donde viven las historias. Descúbrelo ahora