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Capítulo 14

—¿¡Cómo que te vas de viaje a Londres!?—la voz chillona de mi madre me había aturdido.

Luego de salir del centro comercial y de despedirnos de Gregory y Gia, había decidido tomar camino a casa, debía llegar temprano ya que, de por si ya iba retardada. Le había dado una hora fija a mamá en que llegaría y si no llegaba puntual, me mataría.

Aunque todo era literal, mi madre no mandaba en mi vida como creían—oh, claro que no— solo me gustaba seguir ciertas reglas para no prelcuparla.

Le había dicho a Nicholas que me dejara a unas cuantas cuadras atrás y que cuando estuviera lista, le mandaría un mensaje.

¿Por qué tenía que ír?

No podían obligarme, podía decirle que no y quedarme en casa un tiempo alejada de Nicholas, en paz con mi mente y conmigo misma. Pero no, ya había aceptado.

No me había mostrado molesta por el viaje, más bien me había quedado callada en el trayecto en el carro con Nicholas a mi casa. No había mostrado señales de oponerme y eso, me había ganado.

La señora Monroe me había corroborado su regreso en dos semanas próximas. Esta, tambien me había preguntado como iban las cosas en el Monroe y con respecto a la crítica.

—Lo siento hija, sucedió un inconveniente y duraré más tiempo de lo esperado.

La entendía, no solo porque eran asuntos de salud, sino porque tambien era comprensible. Era la jefa y tenía suficiente personal oara hacerse cargo del restaurant. Esta mujer había dedicado toda su vida a la cocina y la comida, era hora de que se diera un descanso.

Para mí no suponía un problema, había dejado a cargo de la cocina y el restaurante a Nuñez y sabía que podía contar con él para la tarea. Era uno de los mejores chef—aparte de mi— y el único que sabía llevar las recetas a cabo tal cual.

Le había enseñado unos cuantos trucos y éste los había captado a la perfección.

Suspiro con pesadez—Es por razones de trabajo mamá—miento.

La fase preguntona de mi mamá era mucho peor que las interrogatorias del FBI. Tenía que responderle de una u otra forma, porque si no, se la pasaría todo el día, el mes y el año montada sobre mí.

—Pero por eso mismo no entiendo,¿Por qué a Londres? Siemore has estado aquí—debía reconocerlo, mi madre era muy astuta.

No podía mentir con nada, porque ella ya sabía.

Yo ya pasé por esa etapa, niña—me decía muchas veces.

—Porque debo conseguir algunos papeles importantes del Monroe—trato de persuadirla—y antes que preguntes, tengo que hacerlo yo porque la Sra Monroe está ocupada.