"Había caido en la trampa letal de aquel león"
"Susan Zimmerman es una chica extraordinariamente hermosa, su trabajo como chef principal la ha elevado a las alturas por su comida y es proclamada como la mejor chef de Reino Unido.
Sin embargo se si...
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Mis pensamientos rondaban en las palabras que habían salido de Nicholas. Hacia ya pocos minutos había conocido su nombre, lo cual había llenado minimamente el perfil que tenía guardado sobre él en mi mente.
Debía de estar bromeando, era obvio. Todo el día había estado con una cara de amargado a mil ¿Por qué cambiaría eso ahora?
No podía ser tan bipolar―me decía mentalmente mientras que mis ojos repasaban su rostro, sin ningún disimulo―, no podía tratarme como si no fuera nada. Como si fuera una pintura torcida en la pared, sin prestarme atención. Claro, tampoco me molestaba que no me prestara atención, al contrario, me tranquilizaba.
Me había quedado callada en el momento en que había pedido la comida sin siquiera consultarme. Había rodado mis ojos con evidente disgusto, no entendía porque los hombres siempre tenían la necesidad de decidir en nuestras vidas.
Que Nicholas me hubiera dicho aquello había sido impresionante—debatiendo que apenas lo había conocido hace dos días— y a la vez extraño. Era un completo desconocido, no sabía mis gustos ni nada parecido, nisiquiera mis costumbres. Por lo que sí, las lindas palabras salidas de su boca me habían sorprendido.
Aunque de simple vista Nicholas parecía ser una de esas personas que con solo darte un vistazo lograba dar contigo y describirte completamente, como si fueras un libro andante con las páginas preparadas para ser leídas. Sin embargo notaba algo interesante en su repentino interés, algo expectante y cautivador. Nicholas me atraía, era muy claro.
Atracción, sí. Seguramente se trataba de eso.
No pensaba tener una vida de cuento de hadas. No creía en el amor a primera vista, ni mucho menos en el típico cliché de cine, en la que la princesa consigue a su principe azul, terminan en un final feliz y con el castillo lleno de bebés y cachorros. Era muy absurdo, no podía existir el amor o flechazo a primera vista. Solo era otro cuento más.
Claro que sí.
—Gracias—respondo—. Aunque la verdad siempre me he considerado una persona común como todas las demás, solo que tengo sueños de cumplir y me esfuerzo por ello―una sonrisa ladeada se forma en mis labios―. Nunca me ha gustado farandulear mis cosas en frente de los demás, no se. No es mi estilo.
—¡Eso es de lo que hablaba! Una mujer decidida por las cosas que quiere pero a la vez agradecida por lo poco—mira al rededor y luego presta su atención nuevamente en mí—. Sin embargo, me es extraño que una mujer como tu Susan, y permiteme decirlo, esté soltera. ¿Es que los hombres están ciegos por aquí?
Definitivamente, Nicholas acababa de ganarse un puesto en la vacante de estúpidos. Frunzo el ceño. ¿Cómo sabía que estaba soltera? No es que destilara dicho estado sentimental.
