Recordó la primera vez que lo vio.
Esos esmeralda brillantes chocando con sus celestes, no pudo haber sentido mayor tambaleo dentro de él siendo aún pequeño.
¿Estaba enfermo? Debería comentárselo después a la cuidadora.
No sabía al principio cómo acercarse hasta él, dudaba de crear una mala impresión y pudiera llegar a darle descofianza. Lo había escuchado: sus padres trataron de matarlo.
Lo supo al terminar de acomodar a los demás niños por debajo de su edad en sus respectivas camas junto con Akane, llegando al pasillo del baño éste se encontraba cerca de la oficina aún activa, no le prestaba mucha atención a sus conversaciones secretas:-El jefe traerá mañana un nuevo niño.
- ¿Uno más? -cuestionó una segunda voz un poco más aguda que la otra.
- Tengo entendido dentro del caso que trataron de matarlo sus propios padres, inclusive le decían "Niño demonio ".
Por la mente del pequeño rubio pasaron miles de recuerdos cristianos de su pasado acerca del significado de aquellas dos palabras, e igual su madre le había mencionado del No deseado entre las tierras. ¿Qué tal malvado era aquel niño? ¿Por qué habría una razón para temerle?
Y es que el corazón de Mikaela nació con una bondad inigualable; hasta era increíble que solo fuera por su presencia.
Lo vio ahí, asustado e igual de molesto por la situación y no dudó en tenderle una mano:
- Bienvenido, Yuuichiro, me llamo Mikaela. Al principio también estaba solo igual que tú, pero ahora tengo una gran familia aquí. Tú también puedes tenerla.
El ojos esmeralda bufo.
-¿Familia? Yo no creo en eso... Mis padres no paraban de decir que era hijo de un demonio y poco después mi madre se suicidó - hizo una pausa en lo que caminaba a un costado de él -. Así que no creas que será fácil.
No dudó en abrir su corazón ese instante, y por eso reveló algo para hacerlo sentirse acogido al ambiente.
- No te preocupes, pero...¿Sabes? Mis padres abusaban de mí y me tiraron de un carro en movimiento.
Ante aquella confesión, el rostro de Yuū estaba más que asustado y asombrado. Pero, lastimosamente, las verdades son más dolorosas.
-... Y después murieron en un accidente. Yo sobreviví.
"Lo recuerdo, mis huesos se quebraron y no podía moverme. Hasta pasar un poco de tiempo y sentí que me reconstruía como si nada. Aún me pregunto... ¿Qué habrá sido eso?"
Creyó que aquello era suficiente para hacerlo caer en su camino de amistad y no se sintiera solo por aquel doloroso recuerdo, Yū no merecía más oscuridad en su vida. Y por eso quería ser su luz.
Iba acostumbrándose a él, a entenderlo en cierta forma por cómo pasaba y, descubrió, lo muy intranquilo y cabeza hueca que podía ser.
Cuando algo no le parecía se revelaba ante las cuidadoras y así crecía un pleito, al hacerse más cercano a su pequeño nuevo hogar iba defendiendo cada integrante sin importar el grado de rudeza con el que cargaba. Llegó a defender a Mikaela, solo porque robó una galleta antes de la comida para un pequeño que lloraba por hambre.Cada acción, cada palabra y forma de ser iba creciendo como un globo dentro del pequeño ojos celestes. No lo entendía, ¿qué tanto eran esas burbujas dentro de su diminuto estómago?
Fue entonces cuando llegó. Aquel día donde todo se perdió: la gente, los lugares, los paisajes, comida, transporte... Todo fue tomado por esos chupa sangre.
Se vieron obligados a irse a un lugar subterráneo, siendo su ganado para obtener su sangre y así mantenerse vivos.
Nada de justicia, solo para eso servían, incluso los mayores aprovechaban la situación para molestar a los más débiles y pequeños, e incluso abusar de las niñas. Todo era... Horrible.