Bienvenido [4]

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¿Cómo diablos pasó todo?

Con la sangre cayendo, sin fuerza, una respiración entrecortada por falta de oxigenación en su cuerpo Mikaela cargaba en su espalda al menor luego de atravesar una ola de guerreros con armas demoniacas que intentaban impedir su objetivo.
Ahora que estaba cumplido era cada vez más pesado caminar por las calles destrozadas de la ciudad, la vista se le borraba de vez en cuando y tenía que hacer pausas para recuperar su fuerza cuando dejaba en el suelo a Yuichiro.

Muy arriesgado, peligroso, hubiera muerto de no haber sido defendido por la pelimorada y su escuadrón. ¿Qué le habrá pasado a esa ingenua para actuar de esa manera?

Sí. ¿Qué hubiera pasado? ¿Estaba mucho mejor haber muerto en el intento que convertirse en un monstruo?

Sus signos vitales fueron repuestos, todo era confuso y las lagrimas querían salir por si solas, olvidó cuantas veces se resistió ante tan torturadora tentación de beber la sangre de cualquier humano que se encontraba y sin embargo era asquerosa para dicho joven. Terminó por beber la de su ser amado, su pelinegro que tanto extrañó por años fue capaz de ofrecer su sangre sin pensarlo dos veces. Eso trajo terribles consecuencias.

Ya no solo era su presencia, sus ojos, eso cálidos labios que probó esa noche, ahora necesitaba tenerlo correr por sus impuras venas.

-Bienvenido a casa, Mika.

Esas palabras peores que espinas, como correr en medio de un bosque lleno de ellas le desgarraron el alma a Mikaela de una forma sin sentido, ninguno dentro de un diccionario para ser exactos. No quedaba de otra más que soportar por más tiempo saber que se convirtió en aquello que juró destruir para mantener una sonrisa resplandeciente en su moreno.

Pero...¿Volver? ¿De nuevo?

Ya cuando notó ambos estaban sentados en los asientos de la camioneta que iba de regreso al campo de combate, y un maldito paro cardíaco por la habilidad de manejo del menor.

- Rayos... De nuevo contra el poste.

-De-Dejalo...- interrumpió bajando del asiento rápidamente y dar vuelta hasta el otro asiento para empujar de un solo manotazo a Yu.

-¡O-Oye! Dije que yo conduciría.

-Quien lo dice, el mismo que me salva y cava mi tumba en un mismo día.

No comprendió el por qué aceptó ir de nuevo con los humanos, solo tenía en cuenta que debía estar cerca del ojos esmeralda en cualquier segundo que tratara de comportarse como un pequeño desesperado si trataba de entrar en pelea; pero esa incomodidad no se iba del rubio, por un lado sabía que se iría todo al carajo según lo platicado con Krul una vez que el Escuadrón Demoníaco Japones lograra su cometido y por el otro sentía esa presión de su pecho de volver a tener cerca a Yu. Era mucho más grande que aquella vez cuando lo visitó en el manto nocturno, pensando que aún mantenía su mente fuera de su cuerpo y podría no despertar como lo murmuraban por el castillo.

Aquello le mantuvo con ira oculta por mucho tiempo.

-Mika...Mika...¡Mika!

Lo llamó de su ola de pensamientos correr por su cerebro, mirando a la carretera abandonada con atención forzada ya que no quería que Yu notara su distracción repentina, aunque tratándose de él lo sabría rápidamente con tan solo leerlo cerca y lejos, algo que no cambió en absoluto.

Sus manos se sintieron sudorosas de repente, ahora que le daba más importancia al asunto...¿Yu se acordaría de aquella noche? Fue un reflejo muy natural, como si le hubiera sentido cerca y no dentro de los sueños donde debería estar. Lo miró de reojo un par de veces, la mirada del contrario se posicionaba en sus manos, otras veces en su rostro y una que otra vez directamente en sus ojos, como si estuviera ansioso de encontrar una respuesta que rompiera todas las otras generadas en aquel cerebro de maní.

After Moon |MIKAYUU|Donde viven las historias. Descúbrelo ahora