-Prefería estar en mi casa que ir a éste tipo de... Reuniones.
Mucha gente, estantes de cómics, libros, estampas adhesivas, poleras, mercancía oficial... Sí. Todo un evento típico de aficionados a un cierto tema de interés.
Yū, detrás de la espalda de cierto rubio pegadizo no dejaba de sacar quejas por el ambiente en el que se metieron luego de recibir un mensaje urgente por su querida amiga Shinoa.
Su pregunta era...¿Por qué terminaron ahí?
-Calma, Yū-chan. Solo iremos por ese cómic y regresáremos en poco -respondió pacíficamente junto a un apretón de su agarre de manos.
No podían fingir en un solo evento que ambos chicos tenían sentimientos por el otro y eran fuertes, sin embargo por gusto del pelinegro prefería tenerlo solo en privado y no ser el centro de atención de muchos frikis que en cualquier momento podrían atacarlos.
Era un tanto complicado, pero no era de todo malo, a Mikaela le desinteresaba la opinión de terceros con su relación, mientras ambos fueran felices no pasaba nada.Caminaban sin encontrar su destino, muchos estantes estaban repletos de personas y aquello le estaba cansando a la pareja, puesto que llevaban más de treinta minutos buscando dicho titular para la pelimorada y aún así no encontraban nada.
- Ésto es imposible. Seguramente es un cómic que nadie conoce y como siempre una loca debe ser la única aficionada.
- Hmm... Es muy extraño - comentó el rubio guiándolo a un rincón donde el espacio era amplio y desviaba del camino lleno de personas -. Aunque fuera poco popular, cualquier lugar lo tendría, es una ley en donde los puestos a pesar de no tener altas ventas tienen el derecho de poder propagarlo.
— No entiendo mucho de gastronomía, así que mejor hay que rendirnos.
— Sé que estás cansado, pero prometimos a Shinoa ayudarle — dijo acercándose a él revolviéndole con una mano su cabello, sin olvidar una pequeña sonrisa.
— ¿Y si mejor lo compramos por línea? Le diremos que fueron agotados.
—Hmm... Puede ser. Pero es divertido ir a cualquier lugar si es tomando tu mano, Yū-chan.
Mikaela, pareciendo divertido por la poca paciencia del contrario, fue acercándose más con la esperanza de animarlo un poco con algunos movimientos para consentirlo: caricias, besos en su mejilla, frente, nariz, la comisura de sus labios... No dejó que una zona fuera descuidada.
Lo percibió el moreno y no fue capaz de detenerlo, más por la sencilla razón de encontrarse en un lugar público.
Cualquier persona podría percatarse de eso. ¿Y si los ven mal?
— Tienes razón — susurró Mikaela antes de morder su oreja —. Deberíamos regresar a casa... Y tenerte cerca de ésta forma...
—Ah...Mi-Mika, n-nos pueden ver...— musitó sujetándose de sus hombros evitando gemir o jadear, cualquier sonido vergonzoso que pudiera salir.
El mayor rió.
— ¿ Y si los dejo ver que eres mío? — continuó bajando cada vez de centímetro a centímetro, y pensó que era momento de introducir un segundo miembro en los pantalones de su pareja. Pero fue impedido por un sonido estremecedor del moreno, que lo hizo detenerse y fijar su atención en su rostro.
Unos ojos esmeralda brillando por la terrible gana de haber soltado un gemido al ser tocado suavemente por el mayor, dándose cuenta y cambiando su mirada a otro lado.
—...Yū-chan...
—No. — ordenó con esa respuesta.
— Sí. — le hizo caso omiso, tomándolo desde las piernas hasta tenerlo completamente en sus brazos e huir de la multitud alrededor.
Sí, Mikaela encendió su fogata.