Especial San Valentin

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Media noche. Y Yūichiro no podía dormir.

Las mantas de su cama estaban más que arrugadas después de tantas vueltas y vueltas dadas, y eran más notorias por la desesperación que se daban.

—¿En serio que no puedes pegar un ojo, Yū-chan...?— suspiró un tanto cansado el rubio al otro lado de la línea, quien estaba revisando unos documentos en su correo después de poner un currículum en una página de empleos. Ninguno le parecía cómodo en tanto a la paga, y algunos eran exagerados por su imagen -en algunos ejemplos como modelo y mesero de bares gay-.
Necesitaba un lugar que se acoplara el tipo de rutina que llevaba diariamente, entre esas necesidades estaba el poder tener un lapso de tiempo donde pudiera charlar con el moreno del otro lado del país.

Eran ya casi cinco meses desde que Mikaela tomó la valentía suficiente para apuntar al icono de videollamada, esperar a que el ojiverde se ordenara el cabello y estuviera lo suficiente consciente debido a que estaba somnoliento. Sí, a Mikaela se le ocurrió llamarle a las altas horas de la madrugada.

Mika... ¿Qué... Pasó?

Yū-chan... — susurró como beber una medicina que curaba todo ese mal veneno que le mataba desde hace años enjaulado en su ruina y castigo. Verlo de esa manera le daba una calma y ternura indescriptible, deseando tener más momentos así donde pudiera apreciar su angelical rostro con ese brillo singular del verde esmeralda destacado de sus orbes.

Al parecer el muchacho no estaba del todo despierto, así que lo tomó como un punto a su favor.

Yo... Llamé porque quería verte.

¿Eh...? Pero es muy... — intentó terminar su frase, sin embargo un bostezo ganó el camino fácil de sus palabras.

—Yū-chan... Me gustas. — soltó, esperando una reacción que fuera romper una pantalla contra la pared de la casa contraria o tal vez una escapada con alguna excusa inventada del menor.

Fueron cinco... Diez... Veinte y no captaba nada.

No me preguntes cuando ni por qué, sólo me di cuenta... Cuando supe que quería escucharte todos los días, tener que verte a través de una pantalla para tomar la energía suficiente, tener ese deseo de tomar tu mano en cualquier momento. — suspiró como el típico idiota enamorado, había pasado años que no sentía ese poder cálido adueñarse de su corazón —... Así como también quiero ser el primero en que pienses cuando despiertes y duermas, que solo tengas ojos para mí y pronuncies mi nombre una y otra vez... ¿Egoista, verdad...?

Al parecer Yūichiro no respondía a nada, estaba tan metido en una charla con Morfeo que se estaba perdiendo de las palabras valientes del rubio. Era un imbécil en todo su esplendor.

Yū-chan... ¿Cómo puedo dejar de enamorarme de ti?... —a la vez sentía culpabilidad el tener que dejarse desprevenido de ese sentimiento, permitir que de nuevo fuera presa de una persona que cegara todos sus sentidos. Igual a un castigo, pero mucho mejor que cualquiera —... Eres un cabeza hueca, un tonto, un despistado y tan desordenado en cualquier cosa... Pero nunca dejas de atraparme con lo que dices para animarme. No te merezco para nada...

Mika...

El ojiceleste miró la pantalla buscando al moreno, quien estaba frotando sus ojos respondiendo el gesto con la cámara colocada en su computadora.
Llegó a la conclusión de que seguía aún dormido.

... Fue mala idea hablarte cuando tienes sueño, mejor ma-

Me gustas, Mika...— susurró acomodándose a lado del objeto, seguido de sus respiraciones largas y serenas que indicaban su entrada nuevamente al sueño.

After Moon |MIKAYUU|Donde viven las historias. Descúbrelo ahora