Y me sigue, como si fuese una oveja siguiendo a su pastor entre el desteñido y triste pasto. Su mirada está atenta por las calles y callejones en cuales nos adentramos, es como si estuviese alerta a una posibilidad donde yo le haga daño.Y pensar en tan solo que considera que lo haría, me estruja el corazón. No sería capaz de hacerla derramar alguna lágrima, no de manera consciente, pues, aveces hago cosas que ante mis ojos no dañan a nadie, pero que al final y al cabo terminan dañando a los de mi alrededor.
Y les juro por lo más sagrado que tengo en esta miserable tierra, no lo hago con malicia, ni me doy cuenta cuando algunas de mis acciones terminan dañando a los demás, porque... porque cuando me visualizo desde lo alto del limbo ficticio que he creado, me observo dando todo mi potencial, dando todo de mi a los demás sin detenerme a pensar en mi mismo.
Y aunque siento que es a mi a quien me sigue, sé que es todo lo contrario. Soy yo quien la sigue como si fuera la dueña de todo lo que tengo y lo que no.
En cuanto la vi derrumbarse, con las lágrimas corriendo como un río enojado y sofocado por el extremo dolor, mi pecho se oprimió y un gran agujero se albergó en mi estómago a tal punto que dolía respirar el mismo dolor de ella. En su rostro se encontraba pintado toda su historia, historia que era contada por sus propias manos al momento en que trataba de limpiar las interminables lagrimas, sus dedos se quedaron grabados en sus mejillas como una cruel abofeteada.
Me encontraba sentado a pocos metros de ella, sorprendentemente no la había visto llegar, pues su sola presencia la siento a kilómetros y su radiante sonrisa deslumbra desde lejos; simplemente no me di cuenta que ella estaba por aquí.
No fue hasta que el viento me susurró sus frustraciones.
levante inmediatamente la vista y deje de lado lo que estaba haciendo en cuanto pude visualizarla y ver como una nube negra comenzaba a crecer a medida en que las lagrimas caían como una cascada furiosa y ansiosa para llevarse la poca cordura que le quedaba.
Aprieto en mi mano derecha la servilleta en cuanto recuerdo su mirada de dolor, una mirada que no había visto en años; no desde la ultima vez que vi a mi madre antes de escapar, aquella mirada que en cuanto te alcanzaba te hacia erizar la piel.
Un ruego silencioso, que poco a poco, se convertía en furiosas llamas en tu interior.
Ella estaba en la lluvia, bajo la fría manta de desilusiones le sonrió a la luna como si fuese una despedida del sol Nuestras miradas se encontraron en tanta niebla, la piel se nos erizo mi corazón comenzó a latir como si fuera su última vez, una sonrisa se dibujo en mi rostro y por ultima vez no nos importó el frío de la noche.
Porque estamos bajo la lluvia... como en la noche en que nuestro romance murió.
En mi estomago comienza a crecer un hueco imaginario. Había escrito esa canción, esta misma tarde que se ha teñido en gris y en tonos naranjas, como una despedida para el planeta que me mantiene en orbita, aunque mas allá de ello, me mantiene en una cuerda que me impide alejarme y perderme en el inmenso universo, en la cruel y triste oscuridad.
ESTÁS LEYENDO
El Lamento de una estrella (Un amarre por accidente)
Teen FictionVenus Coleman es una estudiante de la universidad Magnifica Artes donde cursa el taller de pintura. Ella siempre ha estado perdidamente enamorada de su amigo Izan Gray, el cual nunca le ha prestado atención. Desesperada por llamar la atención de Iz...