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Siento suaves besos que recorren mi cuello hasta llegar al comienzo de mis senos.

Una electricidad se presenta de repente, de manera satisfactoria la cual viaja desde mi garganta hasta terminar en mi centro, las piernas hace el ademán de quererse cerrar involuntariamente. Mi cerebro ni siquiera está conectado con mi cuerpo, me siento jodidamente y prendidamente satisfecha.

Este hombre sabe más que dar besos.

Muerdo con fuerza mis labios mientras mi espalda se arquea al sentir unas palpitaciones que comienzan a aparecer en cuanto captura entre sus dientes mi pezón y sus dedos mi clitoris; lo masajea y estira con total precisión que las piernas me comienzan a temblar.

Siento mi humedad invadir las partes internas de mis piernas.


—Más que estos labios que he besado infinidad de veces, deseo más a los que mis dedos le están dando placer.

¿Cay...?

La pregunta queda al aire y soy interrumpida por una oleada de calor y satisfacción, las palpitaciones en aquel lugar se intensifican cada vez más, haciendo que una desesperación crezca a tal punto de que vaya directo y los preámbulos los deje para después.

No le he visto la cara al susodicho, pero esa voz es más que conocida para mis oídos, no es cuando levanta su rostro para robarme un beso, dejando una mordida agonizante de placer, que puedo verme reflejada finalmente en unos ojos del color del café que tomo por las mañanas y con ciertos destellos amarillos, es como si el sol estuviera reflejándose en pequeños rayos en aquella mirada cargada de ilusión.

Me pierdo inmediatamente en su mirada, sus pupilas se dilatan y eso logra que mis palpitaciones aumenten y colapsen. 

Solo bastó una mirada... 

Una maldita mirada y una sonrisa ladeada para que me pusiera ver estrellas.

—¡Venus!

Nessa mueve mi brazo frenéticamente en un intento de despertarme, y lo consigue, me levanto como un resorte mientras mi mirada barre el lugar desconcierto; el cabello se me pega en en el rostro, adornando mis mejillas rosadas por mechones dorado

El sudor no es solo por el calor.

Me he quedado dormida en la mesa de la biblioteca.

—Tienes el sueño pesado.

Confirma Nessa justo antes de cerrar el libro que estaba leyendo, su rostro refleja total decepción ante la lectura que llevaba hace un rato.

Mi mirada llena de satisfacción, por el reciente sueño o pesadilla, cambia de dirección rapidamente y recae con pesadez ante la figura despreocupante, pero con las facciones de su rostro reflejando concentración, de Cayden.

Tiene en sus manos unos papeles que lee detenidamente, sus cejas se encuentran entre sí al momento en que parece leer algo que no le gusta, su pierna se eleva y baja en un intento de calmar sus ansias.

Inconscientemente volteo a ver su manos, aquellos dedos que ejercen fuerza en el delicado papel, lo vuelve nada haciéndolo una bola que aplasta entre sus manos, tal acto solo hace resaltar las venas casi marcadas de su brazo y el enrojecimiento de sus nudillos por una posible pelea que pudo haber tenido antes.

—Tienes las mejillas rojas, Venus—Nessa hace una pequeña pausa—. No me digas que estas usando por fin el juguete que regale en navidad.

El Lamento de una estrella (Un amarre por accidente)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora