Juego de navajas

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Cuando su quinto trago tocó sus labios, una mujer impresionante entró en aquel bar. Su cabellera negra, larga y sedosa, resaltaba brutalmente de su aspecto. Un vestido rojo, corto y ceñido, llamaba a perderte en las curvas que se lograban apreciar. Unos ojos verdes, delineados perfectamente, esa boca enfundada en un labial apasionante, y sus piernas, blancas y brillantes, y aquellos zapatos de tacón negro. Una maravilla.
«Dios, ¡qué preciosa! » pensó él.
Sus miradas conectaron, y su pulso se aceleró pero su respiración se contuvo. Ella se acercó seductoramente, téntandolo, provocando que su cuerpo reaccionara a la situación. Sonrió satisfecha cuando lo logró.
Luego de una fogosa conversación, se dirigieron al departamento de aquel hombre. Ansioso la llevó a la habitación y mientras le besaba el cuello desde atrás, nunca podría haber visto la navaja que ella escondía entre su pecho.

Había sido testigo de como violaban a su mejor amiga en aquel boliche. La oscuridad los ocultaba de los demás, pero ella preocupada cuando la perdió de vista, y la encontró en aquella situación, su impulso fue propinarle unos buenos golpes a ese desgraciado, pero no contaba con que una navaja se clavara repetidamente en el cuerpo de su mejor amiga.  Había llegado tarde. Y juró vengarse.

Había hecho justicia.

Cuentos Sin Final Feliz. O Algo Así ©Donde viven las historias. Descúbrelo ahora