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El mundo se solidificó. 

Cambié melosa inconsciencia por realidad incómoda. En un momento me encontraba dormida en la tierra fantasía con unicornios deformados y arco iris negros, al siguiente, me desperté. 

¿Dónde estoy? 

Aturdida, desconsolada, estupefacta. 

Agarré mi cabeza, repeliendo el suave dolor de cabeza  y sabor vago en mi lengua. Apreté mis labios, intentando deshacerme del sabor. El residuo metálico era... familiar. 

Pero ¿de dónde? 

Me recordó a la única operación que tuve cuando tenía diecisiete años para quitarme las amígdalas. Había estado enferma durante un año con amigdalitis hasta que rogué que me las quitaran. 

El despertar de la operación fue aterrador. Rodeada por sonidos penetrantes y convertida en un alfiletero con  agujas. 

Masajeándome  las sienes, forcé a mi cerebro a trabajar. 

¿Qué paso anoche? 

Parpadeé. 

Los aposentos Weaver armados como un libro de cuentos, rollos de tela colgando de las paredes, mesa hecha un lío con tijeras y tiza, y la pieza central de color gris para mi colección colocada de forma mística sobre el maniquí. 

Mis ojos volaron a la toalla desechada sobre la alfombra bordada con W. 

¿Me vestí en un apuro?

Seguí el rastro del vestido rosa fucsia colocado sobre la orejera junto a la chimenea. Fruncí el ceño ante la ropa interior no deseada a los pies de la cama. 

Entonces vi la bolsa de ropa con cremallera. 

Y todo regresó a mí con hojas de afeitar. 

Póker. Coñac.

Vendas de los ojos. Jimin. Cut. Taehyung. 

Mis manos volaron para cubrir mi boca. 

Oh Dios mío. ¿Qué he hecho? 

Me encogí, reviviendo la forma en que me ablandé hacia Tae, la manera en que encontré el placer no deseado en sus brazos, luego cedí ante mi odio por Yoongi al dejarme allí. ¡Simplemente me dejó! 

Y Tae se quedó y ayudó y… 

¡Te drogó! 

Mi corazón se catapultó a un millar de latidos. 

Oh Dios. ¿Qué hicieron? 

El pánico y el horror sacudieron mis manos mientras apartaba el edredón y miraba mi cuerpo. No sabía qué esperaba encontrar, contusiones, cortes y marcas evidentes de violación, pero la cruda blancura de un camisón ocultó respuestas. 

Necesito saber. 

Tenía que ver, tenía que aceptar las cosas repugnantes y asquerosas que podrían haberse hecho mientras me hallaba inconsciente. 

Necesito un espejo. 

Balanceando las piernas sobre el borde del colchón grueso, salté.  Mis pies tocaron algo frío y duro, en lugar de caliente y suave.

Mi equilibrio falló, me torcí el tobillo, y caí hacia adelante para aterrizar en cuatro patas. 

Se escuchó una maldición masculina. Algo me empujó, volviendo la caída en un salto mortal. Grité, deteniéndome sobre la espalda. 

Endeudado: Tercera Deuda//MYG Y TÚ//+18 [TERMINADA T4]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora