11 Maratón 5/6

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Me las arreglé para durar más de una semana antes de enviarle un mensaje.

Pero una vez que esa frontera fue cruzada, no podía dejar de cruzarla todos los días.

Solamente vivía para enviar más mensajes, con la esperanza de que un día, respondiera.

Lunes...

Threads: Por favor, Yoongi. Te lo ruego. No me deseches de esta manera.

Martes...

Threads: ¿Estás bien? ¿Cut te lastimó? Por favor...
Voy a enloquecer por la preocupación.

Miércoles...

Threads: Mándame un mensaje, Kite. Por favor, dime que esto no cambia lo que pasó entre nosotros.

Jueves…

Threads: Hoy traté de abandonar mi equipo de seguridad para venir a salvarte. Pero me persiguieron por la autopista. No puedo liberarme. Necesito que vengas a buscarme si significo algo para ti.

Viernes...

Threads: ¿Qué te hicieron? ¿Por qué no me respondes?

Sábado...

Threads: ¡Respóndeme, Yoongi! Sólo un simple mensaje para hacerme saber que todavía estás vivo. Me debes eso por lo menos eso.

Domingo...

Threads: El mundo piensa que estamos certificablemente locos. Estoy de acuerdo con ellos. Lo que tu familia ha hecho es perverso. Pero tú no lo estás. No dejes que te llevan lejos de mí...

No importa cuántos mensajes le envié, no importa lo mucho que vertí mi corazón en ellos, Yoongi me ignoró.

Me cortó por completo.

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Diecisiete noches desde que lo vi.

Diecisiete días desde que hablé con él.

Dieciocho días desde que me amó, se corrió dentro de mí, y me mostró lo mucho que significaba para él.

Y ahora, nada.

Me acosté en mi cama matrimonial, mirando al techo, donde un candelabro púrpura brillaba por la luz de luna que entraba por las cortinas abiertas.

La ira hizo caso omiso de mi autocompasión, y por primera vez desde que había estado en casa, maldije a Min Yoongi.

—¡Maldito seas! —Mirando de nuevo a mi teléfono en blanco, le di un momento más para sonar. Vamos...

Nunca lo hizo.

Con un gemido, tiré el dispositivo a través de mi habitación. Golpeó contra la alfombra fuera de mi cuarto de baño privado, brillando en la oscuridad.

Mi habitación era grande, pero no tan grande como mis aposentos en Minsridge, y a pesar de la extraña mezcla de la comodidad y el estrés de estar en casa, no podía encontrar la paz.

Mis ojos viajaron desde mi cinta de correr de lujo en la esquina, hasta mi desbordante vestidor.

Esta habitación era una parte de mí.

Pero ahora era un enemigo.

Todo el mundo era un enemigo. Desde el trabajo, extraños y hasta mi familia. No encajaba en ningún lado. Ni siquiera encajaba en mis propios pensamientos.

¿Por qué lloraba por un hombre destinado a matarme?

¿Por qué estaba tan decidida a regresar a un hogar de asesinos?

¿Por qué me daba pánico cada vez que las náuseas me tomaban como rehén?

Sé por qué.

Porque estás más enamorada que asustada.

Porque no puedes soportar la forma en que Tex te mira.

Y porque tienes miedo de que podrías estar embarazada...

Mi padre destrozaba mi corazón cada maldito segundo que estábamos juntos.

Ya no podíamos hablar; no de cosas triviales ni importantes. Nuestras conversaciones eran forzadas y falsas. Él no podía apartar los ojos de mí, a pesar de que se encontraban agotados y rodeados de sombras tan profundas como la oscuridad misma. Se encogió debajo de una vida de arrepentimiento por mí, por mi madre.

Y odiaba que no lo pudiera consolar.

¿Por qué no había ido tras ella?

¿Por qué dejó que vinieran por mí?

Esas preguntas nunca fueron expresadas, pero sabía que las sentía, azotando el aire con contaminación.

Mi familia se hallaba a la deriva, y no tenía ni idea de cómo solucionarlo.

Miré mis dedos tatuados, desterrando los pensamientos de mi padre y empujando hacia atrás las lágrimas que nunca parecían irse.

Bufé, el silencio rechazando cualquier ruido y tragándose mi tristeza. No podía soportar el silencio; la oscuridad sin vida.

Me encontraba a salvo aquí.

Sin nadie para hacerme daño, o follarme, o transformar mi alma con alas.

Me encontraba a salvo aquí.

Y no sabía cómo lidiar con eso.

Mi daga de rubíes incrustados yacía a mi lado en la colcha de plata y encajes. Perteneció a los Mins… sin embargo, fue lo único que traje conmigo. Dejé todo en Minsridge, incluido mi teléfono. Mi padre me prohibió conseguir otro, culpó a la prensa acosándonos por entrevistas constantes, pero sabía la verdadera razón.

Quería que quedara aislada, intocable.

Pero eso no me detuvo de conseguir uno nuevo, y, como la idiota enamorada que era, conocía todos los dígitos del número de Kite perfectamente.

Incontables veces, le envié mensajes.

Pero ni una sola vez respondió.

Te extraño.

Te maldigo.

Te amo.

Me dejó vacía y sola.

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Endeudado: Tercera Deuda//MYG Y TÚ//+18 [TERMINADA T4]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora