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—¿Estás seguro que tienes que irte? 

Bajé la mirada hacia mis dedos, retorciéndolos, girándolos, inquietos. Pasamos unas pocas horas felices juntos, pero ahora el sol se encontraba en su cénit, y Yoongi estaba tenso por la ansiedad. No le había preguntado por qué pasó de satisfecho a estresado, pero podía adivinar. 

Si Jimin y Cut no me tocaron anoche, algo tuvo que ser hecho para protegerme. Y fue precario. 

—No quiero, pero debo. —Sus ojos negros brillaron con sinceridad. Después de hablar, nos quedamos dormidos en los brazos del otro, perfectamente contentos de dejar que el silencio sanara las heridas dejadas atrás por la honestidad. 

Me moví, enterrando mis pies en la alfombra. Nos encontrábamos de pie en mi puerta. Lo escolté afuera, pero en realidad, no podía soportar la idea de estar lejos de él por más tiempo que un segundo. La conexión que construimos palpitaba con intensidad.  

Sabía que tenía que irse para inventar cualquier cuento que Cut tendría que creerse. Sabía que nuestra seguridad se hallaba en juego. Pero era irrelevante cuando me enfrentaba a decir adiós. 

—Te extrañaré. —Mi voz estaba cargada de sexo y de una descarada invitación. Regresa a la cama, así no tendré que extrañarte. 

Contuvo el aliento. Sus ojos recorrieron el pasillo vacío detrás de él. Se puso su ropa de anoche y el sutil olor de humo de cigarrillos y coñac se aferraba a él. —No me tientes, _____… 

Mis pezones hormiguearon. Se hallaba tan renuente a terminar esto como yo. —No quiero que te vayas. 

Sus labios se abrieron a la vez que se inclinaba hacía mí, plantando sus manos en el marco de la puerta al lado de mi cabeza. —Tampoco me quiero ir.

Tristeza me inundó. —Entonces no te vayas. 

Sacudió la cabeza, luciendo cansado y agotado. —Debo hacerlo. No puedo estar aquí cuando se despierten. Y tengo que borrar la grabación de lo que sucedió en tu habitación. 

Mis hombros se desplomaron. —Está bien, entiendo. 

Lo que sea que hizo para arreglar la Tercera Deuda dependía de que Cut y Jimin se creyeran una mentira. Si veían la evidencia contra esa mentira, todo lo que se hizo anoche sería para nada. 

Sería un desperdicio. 

Gimió. Bajó la mano del marco de la puerta, capturando la mía. 

En el instante que me tocó, me encendí de la cabeza a los pies. Me estremecí cuando me acarició los nudillos con su dedo pulgar. —Maldición, no te quiero nunca fuera de mi vista de nuevo. 

Me tambaleé hacia él. —Sin duda, ¿tenemos un poco más de tiempo? 

Estás jugando con fuego, _____. 

Eso era cierto. Mi centro ardía por él. Mi cuerpo ardía por el suyo. No podía pensar en nada más que en sexo. Estaba imprudentemente borracha de él. 

Su frente se arrugó. 

No lo pude evitar. Me paré de puntillas y le besé las débiles líneas alrededor de su boca. 

Se paralizó. 

—_____… 

Lo besé de nuevo, un beso ligero. Un beso de despedida. 

De repente, agarró mi mentón, estampando sus labios en los míos. 

Su toque era delicado, pero feroz. Su lengua provocadora, pero demandante. 

Endeudado: Tercera Deuda//MYG Y TÚ//+18 [TERMINADA T4]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora