•Te odio•

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Amy, chica con diecinueve años de edad, criticada en algunas ocasiones porque, a pesar de tu corta edad, ya se encontraba casada con Kim Jong-in, a quien normalmente lo llamaban Kai. Ambos contrajeron matrimonio cuando ella tenía dieciséis años de edad y él veintiuno.

Nuestra protagonista vivía en Guatemala y llegó a Corea del Sur cuando tenía cuatro años de edad porque sus padres pusieron una empresa en ese país, la cual fue muy exitosa; sin embargo, sus padres fallecieron cuando ella tenía quince años de edad. ¿Listx para comenzar esta historia?

Era un viernes por la tarde, específicamente al borde de las cinco

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Era un viernes por la tarde, específicamente al borde de las cinco. Ese día estaba tomando una siesta en mi recamara cuando llamaron a la puerta, aquel sonido me hizo levantar de inmediato.

—Pase...—dije mientras me frotaba mis ojos.

—¿No piensas empezar a arreglarte? La fiesta empezará dentro de poco y tú no estás lista —habló Jong-in en cuanto entró a la habitación—. Te arreglas y bajas.

—¿Quién dijo que yo quiero estar en esa estúpida fiesta? —respondí malhumorada.

—Es que no es pregunta, querida, es una orden —se acercó a mí, y mirándome frío habló—. Aunque no quieras, eres mi esposa y tienes que estar en esos eventos, así que, te me arreglas y bajas, ¿me entendiste?

—¡Por qué no solo dices que estoy enferma, y ya! Estoy harta de esto.

—A ver linda, ¿acordamos o no que me ibas a obedecer en todo?, además, es el aniversario de la empresa, ¿no creo que quieras decepcionar a las personas?...¿mmm?... ¿o qué?, ¿quieres que luego hablen mal de ti? O peor aún... ¿Quieres que hablen mal de mí y de la empresa? Te recuerdo que te puedo volver a castigar, preciosa —mencionó, mientras pasaba su dedo por el filo de mi barbilla—, así que ya sabes, te arreglas, bajas, y finges ser mi esposa dulce que me ama, ¿de acuerdo? —apretó con fuerza mi mandíbula.

—Está bien, haré lo que tú digas —suspiré exhausta.

—Así me gusta, que seas obediente...—dio un beso en mi mejilla—. Nos vemos luego entonces... mi amor.

Cerró la puerta y lo único que hice fue arrojarle una almohada a esta.

Empecé a llorar, la verdad, ya no soportaba esa vida, pero no tenía de otra, solo me quedaba soportar, y seguir las palabras que Jong-in decía.

Decidí levantarme y seguir adelante con la vida de teatro que llevaba. Me fui directo al baño y me di una larga ducha. Al salir empecé a buscar que ponerme, la verdad no tenía ni idea de que usar para esa ocasión, así que agarre el primer vestido que tenía en la fila de mi pequeño armario, esperando que la suerte me llevará a un buen vestido.

No deseaba estar en esa fiesta, cada aniversario de la empresa se me hacía difícil, los recuerdos y el arrepentimiento no me dejaban en paz en un día así.

Tomé el vestido, di una revisada para comprobar que no se encontrará tan arrugado y,  aliviada, comprobé que no tendría que molestarme por conectar la plancha y eliminar las arrugas. Finalmente me lo coloqué.

Use un poco de maquillaje, me acomode mi cabello haciendo un bonito recogido

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Use un poco de maquillaje, me acomode mi cabello haciendo un bonito recogido.

Quede frente a mi tocador observando mi aspecto final, me veía bastante atractiva. Creí que aquel tono de tela del vestido haría ver mal mi piel, pero le hizo ver ligeramente bronceada, me quedó genial.

Ya habían llegado muchos invitados, lo noté por el bullicio que se escuchaba con mayor claridad. No deseaba estar entre tantas personas, pero sabía que tarde o temprano Jong-in iría a traerme y me haría bajar a empujones.

Después de darle mil vueltas al asunto, estaba dispuesta a bajar, pero alguien llamo a la puerta y pensé que era Jong-in, pero me lleve una dulce sorpresa al ver que era Chanyeol.

—Guau... te vez hermosa, Amy —me miró de pies a cabeza—, o serán las copas que me he tomado lo que me hace verte así —sonrió burlón.

—A veces no pareces mi mejor amigo —le di un golpe en su brazo, este se quejó haciendo una actuación exagerada.

—Ay, Amy, tú ya bien sabes que te quiero, ¿no? —Hizo una leve pausa—. No... ¡Te amo mucho! —dijo mientras me abraza con más fuerza.

—Chanyeol, ¡me dejas sin aire!

—Exagerada —renegó separándose de mí—. Pero bueno, te vengo a recoger, por qué sino tú amado esposo vendrá a traerte demasiado enojado si no bajas.

—No quiero bajar —suspiré con pesar.

—Lo sé, pero tienes que hacerlo, además, estaré contigo toda la fiesta, bueno, menos cuando te pidan que una foto con tu esposo.

—Espero que no nos pidan muchas fotos, no ando de humor para fingir una relación perfecta, sabes que odio la celebración del aniversario de la empresa.

—Lo sé, pero sabes qué es lo único que puedes hacer, al menos por ahora —asentí y él sonrió de lado y acomodo mi cabello. Entonces... ¿Vamos?

Me tomo del brazo y bajamos juntos a la primera planta de la casa.

Había demasiada gente, y demasiados camarógrafos, a decir verdad, desde ese momento supe que esa sería una noche muy, muy larga. Mi único alivio eran aquellas palabras de Chanyeol, —mismas que espere que cumpliera—, me alegraba que él estuviera presente, sino, aquel evento lo hubiese sentido como el mismo infierno, sin poder tener alguien con quien poder ser sincera y expresar lo mal que me lo pasaba.


Continuara...

Continuara

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¿Un golpe de suerte?Donde viven las historias. Descúbrelo ahora