•Ella•

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~ Narra Amy ~

Revolví mi cabello, y estiré mi cuerpo, haciendo que este tuviera un leve temblor. Nunca había dormido tan bien, como ese día.

Me giré a la ventana, la brisa entraba, haciendo que las cortinas blancas tuvieran una danza tan tranquila, como el sonido del mar. Fue lindo poder despertar y sentir la calidez del sol en mi rostro, normalmente, tenía que salir al jardín de casa para poder sentir los rayos de sol por las mañanas. No quería que esa realidad acabara, deseaba quedarme en esa vida, para siempre.

Me di vuelta, con intenciones de dormir un poco más, pero la tranquilidad no duró mucho en mi ser. Hubo un detalle que me hizo sentarme, y despertarme de golpe — ¿¡Cómo llegue hasta aquí!? —. Observe, con la mirada desorbitada, todo mí alrededor. En definitiva, estaba en mi habitación, pero, ¿cómo había llegado a ella? Esa, era la verdadera pregunta.

Lo último que recordaba, era estar con Jungkook en la playa —No creo que él me haya traído hasta acá, ¿o sí? Amy, ¡¿cómo es que de repente no recuerdas nada?! ¿O no viste a Jungkook anoche? ¿Será que todo fue un sueño, o producto de mi imaginación? Sí, eso debe de ser. ¡Diablos! Qué realista se sintió ese sueño. Era imposible que Jungkook me cargará, aunque, su tacto se sintió tan real—. Hablaba para mí misma, mientras traía pegada la mirada en el techo decorado de mariposas neones, que alumbraban aún con la escasa oscuridad de la habitación.

No me quise entretener más, estaba convencida de que aquello se trataba de un simple sueño. Me di un baño rápido, busque algo cómodo para pasar el día, unos shorts blancos, y una camisa que llegaba hasta mis rodillas —misma que le había robado a Chanyeol—, fue mi opción, para sentirme cómoda y libre.

Ya lista, baje a la primera planta, estaba un poco apenada, ya casi rozaban las diez de la mañana, y me avergonzaba pensar que todos ya estaban puestos en pie, desde mucho más temprano que yo, no deseaba que pensaran que era una floja. Pero, la sorpresa me la llevé al llegar a la cocina, todos estaban en pijamas, y Moonbin aún seguía dormido, en una posición muy incómoda, en la barra de la cocina.

—Buenos días —saludé, nerviosa, sin explicación alguna, esa sensación se había apoderado de mí.

—Linda, que bueno que despertaste —sonrió—. Dime, ¿cómo dormiste?

—Pues acostada, ¿no?... ¿Qué otra forma hay para dormir? —respondió, sentado en la barra de la cocina.

Hoseok, estaba recién levantado, su cabello era un nido, revuelto y muy probablemente, enredado a morir. Su voz era inestable, provocando que al hablar se le escaparan algunos gallitos, y lo más delatador, fue la inconfundible marca de su almohada en su rostro.

Había mantenido sus ojos cerrados, pero gracias al golpe que se llevó, por haberle contestado a Jiwoo, se abrieron de inmediato, haciéndole pasar del bostezo, a dedicar su atención, y su poca energía, al rostro molesto de su hermana mayor.

—Que gracioso amaneciste hoy, hermanito —sonrió falsamente.

—Aigoo... ¿Por qué me tratas así noona? No ves que soy una delicada flor.

—Delicada flor... mi pie —refunfuño molesta—. Si fueras una "delicada flor", estarías despierto, bañado y perfumado, pero mírate, pareces un indigente. Ni siquiera tuviste la decencia de lavarte el rostro antes de venir —le miro con decepción.

—Ay, como exageras..., también mírate tú, andas en pijama, un moño mal hecho, y nadie te está regañando por tu apariencia.

— ¡Si!, ¡Pero me veo más decente que otros! ¿No te da pena? Que una señorita tan linda y educada, como lo es Amy, te vea así de desordenado —seguía regañándole.

¿Un golpe de suerte?Donde viven las historias. Descúbrelo ahora