Se cortan sus palabras con la primera pronunciación de un monosílabo y con inmediatez abandona su asiento.
─No sé de qué hablas, más bien, luego charlamos de algo pendiente con un proyecto ─me besa rápidamente en la frente y toma las llaves de su auto. La detengo al paso que alcanzo y ella nerviosa queda paralizada sin resistirse.
─ ¿Qué me ocultas? Dime. Tengo conocimiento de lo que dice la prensa, pero no me basta ─de manera inoportuna su celular suena y ella con cierto temblor en sus manos lo descuelga. "Ya me encuentro lista. Dame quince minutos." Responde a quien atiende del otro lado de la línea. Se suelta de mi agarre sin quitar el teléfono del lateral de su cara y me dice "tendré tiempo para contarte. Bye."
Insatisfecho con su respuesta golpeo con fuerza la puerta al compás del portazo; causando que mis nudillos se tornen rojos y duela un poco.
A los minutos marco a casa de Loaiza para ver si ella me da noticias de Alondra pero al parecer no se encuentra. Camino de un lado a otro pensativo hasta que del teléfono que está en la cocina se escucha un mensaje de voz. Descuelgo.─ ¿Con quién hablo?
─Hola Noél, soy Rachel ¿cómo sigues? ─por un momento quedo en silencio.
─Hola Rachel, me encuentro bien ¿y tu?, ¿pasa algo? ─usualmente llama cuando tiene algún inconveniente en casa de Andana, del resto no lo hace ni para saludar.
─No, no, estaba aburrida y quería dejarte un mensaje de voz, para que, en cuanto pudieras, me llamaras; espero que no te moleste.
─Claro que no. ¿Qué has hecho en los últimos días? ─me relajo un tanto con el cambio de temática en mi cabeza. Me siento en la isla de la cocina para seguir la platica.
─He pasado cuidando de la casa como de costumbre y una que otras veces leo algunos libros de la biblioteca. ¿Cuándo vendrás a visitarme?
─No será ahora, hay cosas que se encuentran en proceso como la universidad, sería un verdadero problema dejar todo tirado. Prometo visitarte en un par de meses ─no le molesta la idea, entiende perfectamente que tengo obligaciones.
─Fue muy reconfortante escuchar tu voz, no sabes cuánto te extrañé ─sus palabras me hacen pensar muchas cosas... como qué pasaría si ella y yo... ─. No tienes que decirme algo, mi intención es hacerte saber que eres importante para mí.
─Tu también lo eres Rachel, y siempre te lo he demostrado.
─Me lo has demostrado de forma distinta, como si yo fuera tu hermana. ¿cuándo entenderás que me gustas?
─Sé lo que sientes por mí, pero entiende que nos hemos cuidado toda una vida y eso nos ha llevado a vernos como hermanos.
─No generalices, sabes muy bien que yo he tenido otro tipo de sentimientos hacia ti y siempre te has hecho el de la vista gorda.
─No es así Rachel, tú más que nadie conoce mi respuesta a tus halagos.
─ ¡Es que no me entiendes! Lo que siento no es un simple halago, va más allá de lo que Alondra pudiera brindarte; te conozco más que ella y sé qué necesitas y qué cosas no.
─Rachel pero yo no mando al corazón, ella es quien me gusta y no puedo cambiar eso aunque quiera.
─Lo sé, y eso es lo que más me duele, que puedas amarla a pesar de todo lo que te ha hecho, y a mí no ─al otro lado de la línea se escuchan sus lágrimas reprochar una realidad que no depende de mí ─. Ya sabes, estaré dispuesta a todo si algún día decides darte una oportunidad conmigo ─sus palabras ahogadas me quiebran la voz y casi que con dificultad me despido. «después de todo tiene el don de convencimiento.»
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Una semana en Chicago
Short StorySegunda parte de la Bilogía: Una semana. ve corriendo a leerte Una semana en París y luego vienes por este manjar, bebé. DISFRUTA.