Capítulo 15

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Al llegar al taller las auxiliares de Alondra me atendieron y muy amables me informaron que por ser domingo Alondra trabajaba medio tiempo, no tenía afán de conseguirla, pero tanta ausencia de respuestas me tenía incómodo. Finalmente llamé a Hellen.

─¿Hellen?

─¿Eres tú, Hellen? ─pregunto confundido.

─No, soy Alondra, ¿Noél? ─inquiere.

─Sí, ¿Y Hellen? ¿qué sucede?

─No puedo hablar contigo en estos momentos, tengo un problema familiar.

─Desde luego, solo quiero saber cómo te encuentras... Ya sabes, anoche te vi mal.

─Estoy bien. Hablamos luego ─dice y luego cuelga.

A los pocos minutos el celular comienza a sonar.

─¿Con quién tengo el gusto? ─contesto.

─Noél, soy Hellen, si Alondra pregunta por mí dile que no sabes nada.

─ ¿En dónde te encuentras?

─Voy camino camino a California.

─ ¡¿California?! ¿en dónde tienes la cabeza, Hellen? ¿qué harás allá?

─Estaré bien, quiero estar a solas un tiempo miestras pasan algunas cosas en mi vida.

─ ¿Es por ese chico, verdad?

─No lo entenderás. Estoy desde un teléfono público así que no tengo mucho tiempo para hablar.

─Respóndeme una última pregunta, ¿estás con él?

─Ya te dije que estoy sola, mañana te volveré a llamar. No le digas a nadie que hablaste conmigo.

─No lo haré. Vuelve antes de que le cuente todo a Alondra.

─Volveré cuando esté lista para afrontar mi realidad ─logra decir. La llamada termina dejando un molesto sonido de fondo.

Alondra.

La noche llegó y mi cuerpo lo supo, mis pies tenían ampollas por los tacones que había usado durante el día, tenía que dormir, mañana seguiría buscando a Hellen.

─No sé qué pretende largándose, mi mamá ha estado muy conmocionada con la noticia, no quiso comer siquiera ─cuento a Loaiza por llamada.

─La señora Cynthia es una mujer fuerte ─comenta Loaiza ─; ten fe en que apenas se dé cuenta del daño que les ha causado vendrá a pedirles perdón.

─No la juzgo, tienes sus razones para irse y dejarnos con la incertidumbre. Por ahora nos queda la certeza de que se ha ido a un lugar seguro, o eso dice en la carta que dejó.

─Ya no es una adolescente, Hellen es una mujer y no cualquier mujer.... ha demostrado ser valiente.

─Lo que me preocupa es su salud, no sabemos cómo sigue su tratamiento y por lo que me dijo la doctora cuando la llamé, fue que no había tenido buenos resultados en sus últimos examenes.

─Esperemos que no esté lejos por mucho tiempo ─resopla.

─Loaiza, voy a colgar, dejamos la conversación para otro momento. llaman a la puerta ─me despido. Camino paso a paso ya que las ampollas me impiden acelerar el trote ─. ¡Ya!¡ya! ─grito cansada de escuchar el timbre ─. Parece que no entienden ─musito al abrir.

─ ¿Es la señorita Alondra Henderson? ─pregunta un hombre con barba de tes morena. Asiento ─. Firme aquí ─me indica sonriente.

─ ¿De qué se trata? No pretenderá hacerme firmar sin decirme por qué lo hago ─suelto.

Una semana en Chicago Donde viven las historias. Descúbrelo ahora