(NARRA JOAQUÍN)
-Esto no termina aquí guapo... -susurró Emilio con una sonrisa antes de empujarme hacia la cama para quedar a horcajadas sobre mis piernas-.
-E-emilio ¿Qué estás haciendo? -pregunto al ver como sus manos bajaban lentamente. No voy a mentir, ya estaba duro, el haber probado a Emilio minutos antes me había excitado. Un gemido sale de mis labios cuando toca mi miembro y sus manos empiezan a moverse arriba y abajo sobre este en suaves y constantes caricias-
- Te lo dije Tahi, ya no quiero ser virgen del culo.
-¿Lo estabas diciendo en serio? -no pude evitar la sorpresa en mi voz. Emilio siempre había llevado el control en el sexo entre nosotros- Creí que era otra de tus bromas ... ¡Maldición Emilio e-espera, estoy h-hablando contigo!
-Esto no es una broma Joaquín -me mira con un puchero mientras se acomoda sobre mi, llevando mi miembro a su entrada- Y tampoco es momento para hablar, eso lo haremos después.
Lo miro fijamente, el placer y la determinación brillando en sus ojos mostrando que no se iba a dar por vencido. Un suspiro sale de mis labios, maldito Emilio Osorio, siempre se salía con la suya. A pesar de sentirme nervioso, sonrío y sujeto sus caderas.
- Está bien mi amor, vamos a dejarte en silla de ruedas -me quedó en silencio, paralizado cuando lo veo sonreír, mostrándome esa sonrisa que solo a mí me daba.
- ¿Joaquín? -la voz de Emilio me saca de mis pensamientos, siento su mano acariciar mi mejilla y se inclina hacía mi para acercar su rostro al mío -Si no quieres hacer esto, está bien, no voy a obligarte -dice con dulzura-
-Todo está bien -digo con una pequeña sonrisa para tranquilizarlo, acorto la distancia de nuestros labios- Y no me estás obligando a nada Tahi -susurro antes de besarlo lentamente, saboreando su boca.
Gimo sobre sus labios cuando su lengua invade mi boca profundizando el beso; bajo mis manos hacia su trasero y separo sus glúteos, levantando mi pelvis, guío mi miembro a su interior llenándolo lentamente, temeroso de hacerle daño. Lo escucho jadear, separando sus labios de los míos y apretando sus manos contra mis hombros.
-¿E-estás bien, Tahi? -pregunto con la respiración agitada, excitado al estar completamente dentro de él pero asustado al ver como su gesto se contraía por el dolor-
-¡Claro que no wey! -jadeó en voz alta, mirándome como si fuera estúpido. A pesar de todo, no pude evitar reír- ¡No te rías Bondoni! No es gracioso tener el culo adolorido -lloriquea- No sabes cómo se siente, es como si me estuvieran partiendo a la mitad.. desde el trasero -se queja con voz ahogada-
-Emilio -ahora reía con ganas, eso era una de las muchas cosas que me tenía locamente enamorado él, no importaba en que situación nos encontráramos, Emilio podía sacarme una sonrisa. Tomo una respiración profunda, tratando de calmarme y lo miro fijamente a los ojos — Créeme, Tahi, se lo que estás sintiendo.
Me aferro a sus glúteos y lo miro con una sonrisa coqueta cuando empiezo a mover lentamente mis caderas- Sentí lo mismo la primera vez que lo hicimos -digo con voz ronca--
-E-espera chiquito, detente -gime mirándome a los ojos con sus pupilas dilatadas- En verdad me vas a dejar en silla de ruedas si sigues así -se queja en medio de otro gemido.
-Pero esa es nuestra meta de hoy, Tahi -me burlo inclinándome hacia él y besando a lo largo de su mandíbula-
-Tranquilo, un poco más y empezarás a sentirte bien -susurro mientras continuo embistiéndolo lentamente al mismo tiempo que mis labios continúan repartiendo besos a lo largo de su mandíbula y cuello.
-Te odio Joaquín -dice tomando mi rostro entre sus manos, mirándome fijamente con las pupilas dilatadas y la respiración agitada por el placer.
-¿Por qué me odias? -pregunto con una tierna sonrisa, rodeando su cintura con mis brazos haciendo que se acerque más a mi.
-Por que siempre tienes la razón bebé -susurra para después pasar sus brazos alrededor de mi cuello y besarme, sus caderas empezando a moverse, siguiendo el ritmo de mis movimientos-
Mi cuerpo se estremece y ahora soy yo quien profundiza el beso, necesitando sentirlo más cerca. No puedo evitar gemir, el estar con Emilio siempre hacia que mi corazón se sintiera lleno, como si no me faltase nada en este mundo, las emociones y los sentimientos que tenía hacia él eran tan grandes que a veces me era difícil contenerlas. Aunque él no se diera cuenta, mi corazón y mi cuerpo le pertenecían por completo y ahora, tenerlo de esta manera... Solo podía pensar que ambos nos pertenecíamos el uno al otro, en cuerpo, alma y corazón...

ESTÁS LEYENDO
HASTA QUE ME OLVIDES (EMILIACO).
Fanfiction"-No sabes lo mucho que te quiero Tahi, pero a veces ni yo me entiendo... -¿Emilio?"