II

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El alemán no veía la hora de que su jornada terminará. Sus estúpidos compañeros de trabajo solo esparcían rumores e interrumpían su actividad para saber si lo que se escuchaba era verídico.

¿¡Es enserio!? ¿Había alguien que se podía tragar tantas patrañas?

Oh...

De hecho si había alguien.

Su enfermo y melancólico esposo parecía muy afectado por ello. Aún si no lo demostrará, las muecas tristes no pasaban desapercibidas mientras apenas probaba bocado de su cena. Tampoco era de ignorar las veces que lo escuchaba llorando silenciosamente en el otro extremo de la cama. O como cuando nota que el menor ni ha abierto aquellos libros que le apasionaba leer una y otra vez.

Charles...

Aquel castaño de ojos cual color del cielo que le recordaron que la casta no era un impedimento para amarse. Ni que su diferencia de edad lo era.
De hecho, Charles siempre fue un poco más maduro que Erik. Y gracias a ello pensó que ambos estaban listos para casarse. Formar un hogar, una familia. Crear su espacio seguro...

Pero el sueño de la familia se vio afectado por la infertilidad de Xavier. Su amado se culpaba una y otra vez sobre su imposibilidad de tener crías. Le recordaba a Lehnsherr que debería buscar algo mejor que un estúpido beta (tal como él se llamaba).
Esto lo llevaba a serias crisis que lo hacían dejar internado en la misma clínica de siempre.

En una de esas recaídas, tuvieron la suerte de conocer a Hank, un joven científico que ayudaba a parejas como ellos a lograr sus sueños de una familia. Su mente guarda brillantemente la memoria de su marido a explotar de felicidad en su primer día de tratamiento.
Luego de varias pruebas (y de peores recaídas de las que Erik se podía imaginar) McCoy les explicó que ya no podía ayudarlos más. El rechazo de los fármacos que realizaba el cuerpo de Charles les daba a conocer que no podían seguir con esa rutina. Hank les deseó mucha suerte, pero aclaró que la medicina ya no podía hacer nada por ellos.

Después, solo es un borrón de recuerdos que llevan a Erik a llorar en su miserable cubículo de oficina. Le duele ver a su compañero de la manera descuidada que está. Mas su pesar solo parece acrecentar cuando nota sus acciones. Ha hecho a Charles casi invisible en su vida. Le cuenta historias que todo el mundo sabe y los secretos se guardan dentro de su interior, acumulándose hasta el día que explote.

No. Él no quiere explotar. Él quiere al amor de su vida en sus brazos. Si están juntos, no habrá problemas.
Ahora mismo, esta decidido a resolver todo inconveniente de su matrimonio para que su felicidad sea tan genuina como él la recordaba...

Dulce Infeliz Matrimonio [Cherik]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora