Capuchino y Latte.

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El recuerdo de alguien especial es como la escena que mas amaste de una película, esa escena que no puedes dejar de ver y siempre hablas de lo maravillosa que es para ti, bueno, pues eso fue para mí haberte conocido. Recreo en mi mente la tarde que salimos, como la escena de una película que quedo grabada en mis pensamientos, nunca te dije que mientras caminaba a tu lado las penas de mi mundo pesaban menos, o que mientras te miraba comer tu helado, el tiempo se volvía eterno y a la vez se escurría como agua en medio de un instante, instantes que se volvían como átomos en el aire, flotando en esos lugares donde tantas veces presumimos nuestro amor. Es la nostalgia del ayer, la incertidumbre del mañana, recordándote seria y calma, a veces nerviosa, a veces asustada. Luego de ese primer contacto con tus labios supe que serias mi perdición, pero también sentía que habías llegado a salvarme, porque era salvación lo que encontraba cuando te miraba a los ojos, salvación y una chispa que surgía cada vez que se cruzaban nuestras miradas, una chispa que avivo un fuego que ya no pude apagar en aquel café aquella tarde. Hoy día seguimos yendo al mismo café cada sábado, el mismo que esta frente al parque donde paseábamos, han pasado ya varios años de eso y seguimos ordenando lo mismo; un Capuchino y un Latte, sentándonos en la misma mesa, la que está junto a la ventana mas grande, a veces el lugar estaba repleto, a veces yacía vació, a veces no parábamos de reír recordando nuestras locuras, a veces solo nos mirábamos sin decir una palabra. Yo no sabía en aquel momento cuánto tiempo te tendría conmigo, pero esperaba que fuera una eternidad, y si acaso el destino tomaba la caprichosa decisión de separarme de ti, sabía, o al menos, quería aferrarme a la esperanza de creer que sin importar cuánto tiempo pasara o que camino tomáramos los dos, sabrías que yo fui tu único y verdadero amor, y más aun, guardaba la esperanza de algún día entrar a ese café de nuevo, y encontrarte sentada en una de las mesas, bebiendo un Latte, tal vez estaríamos sorprendidos de vernos, tal vez tu no dirías nada y yo tampoco, tal vez no estarías sola, tal vez solo esbozaríamos una mutua sonrisa que delataría la complicidad de nuestro pasado, y eso me haría darme cuenta de que la magia que en su momento nos envolvió, que nos hacía sentir que éramos almas afines, seguiría intacta al pasar el tiempo, y eso, eso nos haría inmensamente felices. 

 

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