Nuestros escritos.

Brindo a Dios por las cicatrices que dejaste.

Entre estas cenizas recojo los trozos de mí,

Esos mismos que no fuiste capaz

De reconocer ni querer cerca:

Los desechos de nosotras.

.

¿Me recuerdas?

Daría mis sospechas por un sí,

Pero me temo que deseas olvidar

Lo que fui yo para ti.

.

Sí, te quiero.

Clama mis pecados,

Siente mis dolencias y cuéntale

Al sacerdote que no tienes miedo.

Que tú eres más fuerte que Dios

Y que no hay espinas que te hieran

Ni clavos que te marquen.

Dile que tú no eres cobarde.

Mirándolo a los ojos grítale

Que me olvidaste, y que ni siquiera

El odio cabe en tu alma para mí.

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Vamos juntas a la iglesia

Y oremos por sonrisas,

Por las lágrimas que inundaron esto,

Y nos detuvieron de crecer.

.

Oremos por la salud,

Y por los brindis que no dimos

Esa noche que jamás pasamos,

Y esas copas de tragos que me embriagaron

Sin tomar.

.

Yo le oro al Dios en que no creo por ti,

Me pongo de rodillas por misericordia,

Porque se apiade de mis pesares,

Y libere el dolor que me embarga.

.

Por ti, mi vida,

Yo hago lo que no se es capaz de hacer,

Porque me hiciste ser

Lo que jamás pude con alguien más.

Es que eres tú lo que cambió

Mi perspectiva, mi punto de vista,

Eres tú lo que me hizo bien.

.

Por eso lamento tanto

El que ya no estés,

Que me hayas dejado desamparada

Y que no quieras volver.

.

Finalmente le brindo a Dios

Por las cicatrices que dejaste,

Y por las que no tuviste miedo,

-ni ganas- de sanar.

Por nuestra culpa de besarnos

Cuando llovía en verano y

El sol se tapaba con un dedo.

Allí cuando tus manos eran muy grandes

Para mis insolaciones pero descuidaba de ello,

Brindo por tus labios,

Y porque nadie jamás sabrá cómo besarlos.

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A Dios le interrumpo las plegarias,

Y le pido porque te comprendan,

Pero que no haya persona digna

De entender los hilos sagrados que

Tu saliva demanda y el santo grial

Que es tu cuerpo.