La verdadera historia (Dramione)

Sectumsempra

Draco

Todo se vino abajo cuando Malfoy vió entrar a Katie Bell al Gran Comedor. Tenía miedo que lo reconociera y sabía que lo iba a hacer. Le quedaba poco tiempo.

Salió corriendo del comedor hacia el baño de Myrtle. 

Draco se empezo a lavar la cara para tranquilizarse, pero no pudo evitar llorar. Se sostuvo de no caerse por la presión, agarrando el lavatorio. Agacho la cabeza en señal de rendición.

-No llores... dime que te pasa...yo puedo ayudarte...-decía Myrtle

-Nadie puede ayudarme- sacudiéndose temblorosamente- no puedo hacerlo...no saldrá bien, pero si no lo hago pronto... el me matará...

Emitiendo un grito ahogado, levanto la cabeza y pudo ver en el espejo a Potter asomado.

Lo apunto con la varita y emitió un maleficio en voz baja, pero falló. Logró bloquear su contrahechizo. Todo el lugar estaba ahora inundado y destrozado por los daños hechos a las cañerías del baño. 

Estuvo a punto de dar un maleficio cruciatus contra Potter, cuando un hechizo que no logró descifrar cual era lo alcanzó.

Su pecho estaba cortado de punta a punta junto a las cicatrices de los cruciatus anteriores. Cayó al piso mezclando el agua de las cañerías con su propia sangre. 

"Voy a morir" 

Sin saber si esos serían sus últimos minutos, el alivio de no tener que cargar con la muerte de un director lo tranquilizo. 

Su último pensamiento antes de quedar inconsciente fue el de Hermione.}

Hermione 

La noticia de lo que le había pasado a Malfoy se divulgó rápidamente. Hermione sabía que el estaba vivo, su instinto se lo decía. 

-¿Cómo es posible que sigas con ese estúpido libro después de que el hechizo...?

"Casi lo mata"

Era el segundo sermón que la castaña decía, porque no podía mostrar el enojo que sentía hacia Harry por ser tan inconsciente. 

-¡Deja de torturarme con ese libro!

-Si Hermione, ya basta. Harry ya dijo que no sabía lo que podía llegar a hacer ese maldito hechizo-Dijo Ginny enojada.

Hermione, en cuanto todos fueron al partido y Harry a su castigo, se coló en la enfermería para ver a Draco.

Se sentó junto a la camilla y podía ver como su pecho subía y bajada tranquilamente. Se veía tan tranquilo, pero a pesar de eso muy ojeroso, pálido y flaco. 

No lo había visto desde la ultima vez que se encontraron en el séptimo piso. Se había distanciado de él por sentir culpa, pero ahora viéndolo ahí en esa situación la única culpa que sentía era contra el rubio. Si no fuera por que ella se distancio, ahora estaría bien y no en esta cama de hospital.

Los gritos del pasillo le indicaron de que ya había terminado el partido, así que se dirigió de nuevo hacia la sala común.

Los Gryffindor habían ganado el partido, y Harry festejo junto con Ginny dándole un beso en los labios.

Ella los miró con ternura, pero envidiaba que para ellos dos el amor fuera tan fácil.

Draco

Se despertó envuelto en una sábana de hospital. A su lado estaba Theo. 

-Draco, se que estuviste ocupado con la misión del señor tenebroso, pero me dijo mi padre por una carta que te tienes que apurar o todo se hachará a perder. Potter ya sospecha y no me extrañaría que el director también. Recién dijeron que el director se fue, así que aprovecha ese tiempo para arreglar el armario.

El rubio cansado de todo se levantó de la camilla y se cambió y fue directo hacia el séptimo piso.

"¡Lo logre!, logre arreglarlo" 

Había pasado mas de una hora, y no supo como pero lo logró. Solo quedaba matar al director.

"Antes de matar al director, debo hacer algo"

Hermione

Estaba caminando por el parque cuando una lechuza se puso en su hombro y le entregó una carta.

Ven al séptimo piso...

                                                                                                                                             D.M.

Corrió hacia el séptimo piso y lo encontró apoyado en la pared. 

-¡Draco! ¿Qué sucede? ¿Cómo saliste de la enfermería?

-Ven, tengo algo que mostrarte.

-¿Ya pudiste arreglar el armario?- preguntó mientras entraba a la sala de menesteres, pero se encontro con otra cosa- Esto no es el lugar del armario...¿o si?

-No lo es... es un lugar para que estemos solos los dos...

Hermione vio una sala común pero con los colores y símbolos de las casas pertenecientes al rubio y la castaña. Ver esos colores juntos le causaron gracia y admiración.

Un sillón rojo en el medio del salón con cojines verdes sobre el, una mesa en el centro y varios rincones decorados con los símbolos de las casas.

Quien diría que una leona estaría con una serpiente arriesgando todo, y que una serpiente estaría dando todo por una leona. Pero quien diría que dos enemigos ahora quisieran ser mas que amigos.

Draco la llevo hacia el sillón y comenzó a besarla y acariciarla. Poco a poco sus lenguas fueron acelerando su ritmo hasta unirse, mientras el rubio se ponía sobre la castaña.

La ropa comenzó a caer a los lados del sillón, y los gemidos y corazones acelerados inundaron la habitación. Ellos acariciaban y unían sus cuerpos desnudos, viviendo un placer que ninguno de los dos imaginó. 

Solo la habitación sabría de lo que allí había pasado.

Draco

Solo la habitación y él sabrían lo que allí había pasado.

Él sintiendo la cabeza de la castaña sobre su pecho denudo, mientras acariciaba la piel desnuda de la castaña. Habían pasado mas de las horas que podían contar en esa posición.

La castaña comenzaba a acariciar las cicatrices del rubio.

-¿Estas cicatrices son por cruciatus?

-Si lo son, pero no hablemos de eso-Draco no quería recordar como había intentado sacar a la castaña de la cabeza por dejar de recibir esos maleficios.

-¡Draco! Pero

-No digas nada...- la cortó el rubio- tenemos que cambiarnos. Van a empezar a preguntar por nosotros...

Hermione parecía querer seguir preguntando pero se arrepintió.

Draco se terminaba de poner los pantalones cuando la marca tenebrosa se comenzó a mover. Cayó en el piso, le dolía. Sabía lo que significaba, se había enterado de que el armario ya estaba arreglado, solo quedaba poco tiempo para que la escuela esté infestada de mortífagos.

-¡DRACO, ESTAS BIEN!- grito hermione acercándose.

-Si, pero ahora me tengo que despedir de ti