La verdadera historia (Dramione)

Primer día de clases

Hermione
Al despertarme me dirigí a darme un baño para poder despertarme, la noche anterior no había logrado dormir demasiado y si no tomaba un baño posiblemente estaría todo el día cansada y distraída. Como todavía era muy temprano para bajar, me puse a acomodar todo lo que tenía dentro de mi baúl. El tener una habitación para mí sola tenía sus ventajas. Todo, con solo un hechizo, se fue acomodando dentro de los cajones y estantes del lindo armario de madera. Los libro se fueron acomodando en la repisa, y las bufandas y capas se colgaron en el perchero.
Al terminar de guardar todo, me acomode la ropa, el pelo y agarre la capa y la bufanda para bajar a desayunar. Pero no abrí la puerta y baje al comedor. En vez de eso, me quedé frente al perchero mirando la única prenda que había quedado colgada de este. La bufanda de lo colores de Slytherin que había encontrado alguna vez atrás, antes de que todo se saliera de control y comenzará la guerra, estaba perfectamente colgada. La había guardado todos estos años, y era hora de devolverla. Pero sabía que eso sonaba tremendamente ridículo, ya que si alguien la perdió hace varios años ya habría comprado otra.
Acerque mi mano a ella, la agarre y olí. Seguía teniendo el mismo olor a menta que la primera vez que la había olido.
Un ruido fuera de su habitación me saco del trace. Tal vez Malfoy ya se había despertado.
Abrí despacio la puerta y mire en todas direcciones. Nadie se encontraba allí. Crucé el salón rápidamente y salí de la habitación de los prefectos.
El bullicio del salón del comedor me hizo sentir en casa, con la gran diferencia de que sus amigos no se encontraban con ella. Me senté junto a Ginny que hablaba entretenidamente con sus compañeros. Se sentía rara el cursar con personas que no conocía. La gran mayoría había decidido no venir por diversas situaciones, pero yo quería terminar el colegio como era debido.
Las cartas comenzaron a llegar. Ginny recibió cartas de Harry y de su familias. Yo solo de Harry, el cual me decía que su trabajo era genial, que estaba feliz con su decisión, y me deseaba un buen año.

-Ron está mejor y está ayudando a George- dijo Ginny sacándola de la lectura.
-Es una buena noticia-dije intentando mostrarme feliz. No es que no lo estuviera, es que no me gustaba que Ron no me mandara una carta para saber cómo estaba. Sabía que estaba pasando un momento difícil, pero yo era su amiga; y durante un corto tiempo hasta casi fuimos novios. La muerte de Fred lo afecto tanto, que decidió separarse de mi. Yo también tengo mis problemas, y así y todo sigo poniendo a las personas por sobre mí.
-Todos te mandan saludos
-Mándales otros de mi parte-dije tensa.
-¿Sabes que los encontrarás no?
-Si, lo se- dije, pero no lo sabía. No sabía dónde encontrar a mis padres, y mucho menos sabía cómo revertir ese estúpido hechizo. Aunque no había tenido mucho tiempo para investigar; se tendría que encargar de ello.
En cuanto pude salí del comedor, me dirigí al salón y fui temprano para sentarme en la primer fila, como todos los años.
Al rato Ginny se acercó a mí.

-Herm, ¿no te molesta que me siente con Dylan?- me preguntó con cara de enamorada y súplica.
-No hay problema, ve- le contesté, y antes de que se fuera, agregué- después más vale que me cuentes todo.
Ella asintió con una sonrisa, y se fue a toda prisa a sentarse al lado del chico castaño de ojos verdes, que no vi hasta hoy. Nota mental, preguntarle qué pasaría con Harry.
De pronto a su lado útiles cayeron a su lado, y un rubio se sentó en la silla.

Draco
Decidí bajar a desayunar a último momento, seguro todos por ser el primer día irían antes a buscar un lugar para sentarse. Yo como siempre me sentaba atrás, no iba a tener problemas para encontrar lugar, normalmente había un par de nerds que se sentaban en primera fila. Y por las caras de mis nuevos compañeros, todos parecían que se iban a pelear por la primera fila.
Al llegar al salón comedor, solo quedaban un par de estudiantes medio desarreglados, lo que significaba que recién se había despertado, los demás ya estaban en las aulas o en camino a ellas como había pensado.
Desayuné rápidamente y me lleve un par de frutas para el camino. Llegué con tiempo necesario antes de que el profesor llegara. Todas las filas de atrás se encontraban repletas, era en lo único que no había acertado. Pase caminando por el medio buscando un asiento libre, e ignorando las miradas de la gente. Al girar mi cabeza hacia la izquierda, me frené. Solo quedaba un asiento libre, al lado de Hermione del lado izquierdo. Parecía que alguien se estaba burlando de mi.
Di la vuelta para llegar por detrás de ella, y no darle oportunidad para protestar. Igual aunque lo hiciera, ya no quedaban lugares libres.
Deje caer mis libros y útiles, y me senté a su lado. Ella se giró y abrió la boca para decir algo, pero el profesor entró dejando a una castaña callada. Su mirada se volvió hacia el profesor y en toda la clase no la quito de ahí. En toda la clase ella no me dirigió mirada, ni palabra.
Cada movimiento que ella hacía llamaba mi atención, desde la calidad con la que escribía, hasta de cómo se acomodaba el pelo cuando un mechón rebelde salía de atrás de su oreja. Y en cada movimiento el olor a canela inundaba mis fosas nasales.
El fin de la hora hizo que todos se levantaran rápidamente de sus asientos, pero nadie lo hizo tan rápido como Hermione.
El día en general transcurrió normal, y la única vez que pudo ver a Hermione fue en la primer hora.

Hermione

De verdad nunca salí tan rápido de un salón como esta vez con Malfoy sentado al lado mío. Dos cosas me dejaron atónita ese día, en realidad tres. 

La primera: que se haya sentado sin problema al lado mío sin poner objeciones o siquiera intentar hacer capricho como siempre hacía.

La segunda: que sentí durante toda la clase que él me miraba.

Y la tercera, y por la cual ahora mismo estoy en mi habitación viendo fijamente esa maldita bufanda de Slitheryn: Malfoy tenía olor a menta.