Capítulo 1.

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-¡No me jodas que se escapó de nuevo!

Kurama Norihito. 18 años. Piel morena y pelo azulado. Conocido como “La serpiente del Raimon”. Universitario del mismo. Y, como no, un descuidado.

-¡Hish! ¿Dónde estás?

Gritaba sin cesar el nombre de su serpiente que había desaparecido de su jaula de cristal

¿Dónde diablos estaba? Había removido toda su casa hasta el punto de haber dejado el colchón de su cama completamente deshecha sobre la pared contraria, las cosas del escritorio revueltas, el salón con las cosas fuera de su lugar y el baño... Ni hacía falta mirar, no era posible que ese reptil se escapara por la taza del váter.

Chasqueó la lengua al no encontrarla, realmente frustrado. Siempre que esa escurridiza serpiente se escapaba era porque estaba en su estación, porque le tocaba mudar la piel o porque tenía hambre. Pero esta vez era distinto... Y seguía sin encontrar la razón del mismo.

-¡HISH! -volvió a gritar, casi con desespero.

Se quedó en silencio para tratar de escuchar algo: un siseo o algún objeto a punto de caerse de un mueble. Aunque... Con ese desorden, la segunda opción no era de fiar.

Frustrado, se alzó del suelo para coger las llaves y el teléfono para salir de casa con un portazo y comprobar si su mascota estuviera por la calle o el jardín mismo. ¿Resultados? Nada.

-Joder... Joder, ¡Joder!

Corrió calle abajo, buscando a la serpiente con la vista, pues no podía usar el oído con el tráfico y la gente hablando, la cual ignoraba por completo al tener únicamente un ser en mente. Tan ocupado estaba buscando a su reptil que ni se fijó en el chico con el que se chocó, haciendo que ambos cayeran de culo al suelo.

-¡Mira por donde vas, idiota! -Gritó el peliazulado antes de alzar la cabeza para ver al que creía ser el culpable del choque que se había llevado una mano en la frente a pesar de haberse chocado contra su pecho.

-Fuiste tú el que iba corriendo como un poseso.

El contrario se alzó del suelo y cogiendo del brazo del moreno lo levantó. Mucha gente diría que era muy fuerte, pero la realidad era que el peliazulado era de una altura bastante baja.

-Tsk. Como quieras. -Y trató de apartarse de él para seguir con su búsqueda, pero...

“Hssssssh~”

Se paró en seco al oír ese siseo que podía identificar en cualquier parte. Y ese siseo... Provenía de la bolsa del contrario.

-¿Qué tienes aquí? -Dijo tras girarse. Por suerte, el más alto aun no se había movido del sitio al estar acicalándose el pelo de un curioso tono morado.

-Si te lo dijera me acusarías de raro.

-He preguntado. Merezco una respuesta.

El mayor suspiró, ladeando el cuerpo de tal forma que esta vez quedaban ambos frente a frente. Bajó su mirada hacia la bolsa que llevaba para abrirla y sacar de la misma...

-¡Hish! -Entusiasmado, cogió a su reptil de la bolsa para enroscarlo en su cuello como 'abrazo', por así decirlo. Pero poco duró, pues volvió a mirar al contrario con una frialdad propia del moreno.- ¿Dónde la encontraste?

El pelimorado solamente pudo peinarse el flequillo con los dedos, dejándolo caer a un lado de su cabeza mientras sonreía ladino hacia el pequeño.

-Me tomaré esto con un gracias. Y fue en un par de manzanas más allá. -Con un movimiento de cabeza terminó de colocarse bien el flequillo para observar de nuevo a Kurama, el cual apretaba los dientes.

ODIO CUANDO REALMENTE TE AMODonde viven las historias. Descúbrelo ahora