Cap. VI: La pelea y el jarabe (Parte Final)

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Esperó pacientemente y trató de alejar los pensamientos de ese momento: cuando Tzuyu tomara de ese líquido, solo una cucharada y el mismo hiciera efecto. Oía a la perfección desde allí la ducha y se mordió el labio, imaginando a su esposa bajo el agua caliente y las gotas golpear contra su cuerpo.

Sana se removió, sobre el tocador donde estaba recostada y tamborileó los dedos en su muslo, ahuyentando la tersa y morena piel desnuda de Tzuyu de su mente. La extrañaba en la intimidad tanto como la extrañó por tenerla ausente dos días. Sin estar en su casa, en la cama ni para ella.

Y ahora estaba a solo unos pasos y nadie podía juzgarla si tenía que apretar sus piernas para calmar la ola de excitación que comenzaba a crecer en su interior.

La ducha se cerró y pasaron apenas segundos en que Tzuyu apareció con una toalla envuelta en todo su cuerpo. Su cabello, húmedo y despeinado, dejaba un camino de gotas a cada paso que avanzaba.

Le sonrió, con esfuerzo, cuando pasó frente a ella y Tzuyu se detuvo un momento, a dejarle un beso en la frente antes de dirigirse al armario.

—Somi me dijo que salieron a cenar anoche.

—Así es—carraspeó, quitando su tono grave por el deseo y la castaña la miró por sobre su hombro—así es. Querían cenar afuera y me pareció buena idea. Minju comió bastante helado.

—Eso también me dijo. Pero no hay problema en ello, al contrario, la doctora lo recomienda ¿pudiste hablar con Eunbi?

—Sí, si, llamaré luego de la cena a su madre, cuando esté en casa luego del trabajo... ¿necesitas que te ayude?

—No, está bien, Sana. Creo que solo me pondré el pijama y dormiré. El viaje fue agotador.

—Lo imagino... ¿quieres contarme lo de Chaeyoung y Dahyun?—Tzuyu se quitó la toalla y la arrojó a un lado. Sana tragó saliva, quizá estaba haciéndoselo a propósito. Negó. No, era normal que una se cambiara frente a la otra y no siempre acababan en relaciones. Mucho menos si sus hijos estaban cerca. Pero la castaña desnuda, a unos pasos y luego de semanas sin tocarla con deseo, era suficiente imagen para que sus pensamientos descarrilaran y no continuara hilando las ideas.

De repente fantaseó caminando hacia ella, despojándose de su ropa mientras se acercaba y volvía a sentir sus cuerpos desnudos juntos, unidos acompasadamente mientras se arrojaban a la cama.

Su respiración se alteró y señal de eso era su pecho, que subía y bajaba con violencia ni vergüenza.

— ¿Me estás oyendo—parpadeo, regresando bruscamente a la realidad y negó sonrojada.

—Lo siento, estaba pensando en algo de Minju— mintió—¿qué decías?

—Ven, siéntate conmigo así hablamos tranquilas—la castaña ya se había colocado un pantalón gris, apenas holgado y la camiseta del mismo color combinada con blanco. Era su pijama más antiguo pero ella misma se lo había regalado, en uno de los aniversarios de boda.

Tzuyu se acostó contra el respaldar de la cama y Sana se sentó a su lado, mirándola expectante a que comenzara. La dejaría hablar lo suficiente, todo lo que la castaña quisiera y luego le serviría aquella cucharada, obligándola a beberla si era necesario.

Una mano de Tzuyu se enredó con la suya y sonrió, mientras su pulgar dibujaba caricias en ella.

—Chaeyoung dice que está cansada de los cambios de Dubu, que ya no es como antes. Que con su nuevo trabajo apenas llega a casa solo duerme, come y regresa a la oficina. Dice que eso matará el poco amor que les queda—Sana tragó saliva con fuerzas. Ellas no podían dejar de amarse de un día a otro. No las conocía con detalle como Tzuyu pero las veía una o dos veces al mes cuando llegaban de visita y siempre se comportaban como dos adolescentes, derrochando amor para la otra. Simplemente no podía creer lo que su esposa le decía—y Dubu cree que lo mejor, entonces, es que se tomen un tiempo.

Planes Simples | Satzu G!PDonde viven las historias. Descúbrelo ahora