Cap. X: Lo que tú quieras

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Lo habían organizado todo. Sana y ella habían preparado una cena distinta, exclusiva. Personal. En unos minutos, sus dos hijos atravesarían la puerta y, mientras comían animadamente y le comentaban de sus vacaciones, ellas le dirían la nueva noticia.

Somi ya estaba en casa de Chaewon y las llamó por teléfono minutos atrás, para pedirle si su amiga podía llevarla a casa. Le cedieron el permiso y lo mismo pasaría con Jihoon, que estaba terminando de ingresar a la ciudad en la camioneta de su abuelo.

Sana estaba terminando de ordenar detalles en la mesa, como una innecesaria, para ella, vela en el centro y un pequeño y delgado florero a su lado. Quería que todo se viera especial, porque quería hacer sentir especial a sus hijos a pesar de que estaban esperando otro ahora. No quería que ninguno se sintiera excluido y, por el contrario, quería los tres participaran por igual en esta nueva etapa.

Tzuyu la vió moverse nerviosa, entre la cocina de un lado a otro. Abriendo la puerta del horno, destapando la olla y abriendo la heladera para controlar que nada le pasara al preciado postre por el que había trabajado parte de la tarde. Se cruzó de brazos, echándose contra la pared y rió, oyéndola quejarse por una botella que no encontraba.

—Está todo bien, Sana. Cálmate. Lo has hecho perfecto.

-a¿Haz visto la botella que mi padre nos regaló el año pasado?

— ¿Cuál?—Sana se detuvo y la fulminó con la mirada.

—Solo nos ha regalado una ¿ya lo olvidaste?

—Oh, si, si, cierto. Esa... ¿has buscado en...

—He buscado en cada rincón, Tzuyu, no me ayudas. Ve a ver si Minju necesita algo—rodó los ojos, sin sorprenderse de los arranques de su esposa y se impulsó caminó a la escalera.

— ¿Minju?— la llamó, tomada del barandal y subiendo los escalones—Minju ¿dónde estás?

—¡Aquí!—estaba yendo al final del pasillo, tras los cuartos pero regresó al oírla en el de ella. Abrió la puerta y continuó llamándola, al no verla dentro—en el baño, ma.

— ¿Qué haces aquí? ¿Necesitas que te ayude?

—No, ya hice—la cortó con un gesto de superioridad y abandonando el baño, mientras intentaba acomodar su pantalón. Tzuyu la siguió con la mirada y la vió detenerse frente a la cama, refunfuñando porque no podía subir la cremallera y terminaba agarrándola con la camiseta— ¡esto está roto!

—No, Minju, no lo estás haciendo bien—se acercó a ella, hasta agacharse a su altura y acomodó prolijamente la camiseta fuera del pantalón. Cerró su botón y luego subió el cierre, con el mayor de los cuidados y la vió sonreír—¿lo ves? Pero tienes que tener cuidado, a veces puedes agarrarte un dedo.

—¿Y me dolerá?

—Mucho, hija.

—Ah ¿ma?

— ¿Qué sucede?

— ¿Tengo que agarrar...eso cuando vaya al baño?—le preguntó, señalando con su dedo hacia abajo, su entrepierna. Tzuyu se mordió la mejilla interna, era Sana la que solía explicarles las cosas y enseñarles otra. No por que ella no quisiera o pudiera, simplemente porque creía que su esposa lo hacía mejor. Rascó tras su oreja, pensativa y gesticuló de la misma manera.

—Bueno, sí, cariño o podrías mojarte la ropa ¿te molesta?—Minju negó como si de un juego se tratara, como cuando le preguntan a un niño si ese juguete les gusta y no dudan en responder con sinceridad— ¿entonces por qué lo preguntas? ¿te duele?

—No, pero a veces moja mis dedos—Tzuyu tomó sus manos, palpándolas con la suya y confirmó esas palabras.

— Eso es porque luego debes lavarte las manos. Mamá te lo dice siempre.

Planes Simples | Satzu G!PDonde viven las historias. Descúbrelo ahora