28.- La verdad es hija del tiempo.

772K 61.9K 45.5K
                                    

—¿Hablar de qué? —miré alrededor, no había nadie más. Todos habían decidido ir a dormir temprano.

—De Nate.

—Oh, Nate. ¿Qué quieres saber de él? —pregunté más tranquila tomando un poco del café.

—¿Están saliendo o algo por el estilo? —fruncí el ceño con la taza en la boca y la bajé lentamente.

—¿Nate y yo? —me reí negando— claro que no. A penas y somos amigos.

—¿Pero te gusta? A mí no me vas a engañar. Siento cierta tensión, la mamma nunca se equivoca, ¿qué no? —bufé y reí.

—Má, tal vez me guste un poco. Porque vamos, no es nada feo y es un buen chico a pesar de todo. Pero jamás se fijaría en mí de esa forma y la verdad, creo que yo tampoco.

—Pues yo digo que van a terminar juntos —mencionó tomando café.

—No lo creo mamá, sería demasiado extraño.

—¿Y tú crees que casarme con un Italiano loco con una escopeta llamada como su hermana menor y con una familia de más locos fue normal? Antes de ser la mamma, la única mamma era mi suegra.

—Es tu culpa por huir de América con tu Italiano loco y venir hasta acá porque el abuelo odiaba a papá.

—Papá no quería aceptarlo, ¿qué podía hacer?

—Tu vida ha sido una novela, madre.

—La tuya también, solo falta un poco de amor "no familiar". Con Nate, por ejemplo —me guiñó el ojo y reí volviendo a tomar café.

Hablar con mi mamá sobre Counterville me hizo bien. Contarle cosas que sentía y no le había dicho también. Siempre era un gusto volver a la cocina, tomar un buen café y conversar con ella.

Al día siguiente decidí dar un paseo y mis hermanos menores se unieron junto a Nate a la excursión. Mateo usaba la excusa de tener el brazo enyesado y Zoe tenía una cita.

—Te mostraré mi lugar favorito —codeé a Nate, él sonrió y asintió.

Estábamos en una zona de recreación ligeramente lejos de casa. Bianca y Luca estaban en los juegos de niños imponiéndose ante la ley de "menores de nueve años" y se subían a los juegos igual.

—¡Ya vuelvo! —le grité a Bianca y ella asintió empujando a un niño que intentaba resbalarse por el tobogán.

Aunque no me preocupaba tanto porque uno, el pueblo era chico y todos se conocían. Y dos, siendo hijos de "Don Vini" eramos respetados por todos. Incluso por los señores amigos de lo ajeno.

Más conocidos como los pandilleros del callejón de la esquina.

—Yo regreso con él, vayan —respondió Bianca riéndose del niño que se había caído.

Y minutos después ya casi llegábamos.

—Tu hermana es un poco ruda —rio caminando conmigo.

—Sí bueno, lo es con quién no conoce. Y a quien conoce es aún peor.

—¿A donde vamos? —preguntó parado frente a un muro de mallas tejidas frente a nosotros.

—Sube —señalé la malla y automáticamente se negó. Yo rodé los ojos y subí primero llegando al otro lado con facilidad— ¿Vienes o qué?

—O qué —cruzó los brazos y yo reí.

—Bien, has lo que quieras. Adiós.

Y empecé a caminar oyendo detrás a alguien saltando la malla a regañadientes. Reí y volví a su lado en cuanto llegó.

True ColorsDonde viven las historias. Descúbrelo ahora