XV

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— ¿Lupe?

De un momento a otro, todo a mí alrededor se detiene de golpe. Siento que un silencio sepulcral se adueña de mi habitación, y el transcurrir del tiempo desde el primer "tic" del reloj y antes del "tac" son, mínimo, mil horas.

Tengo la vista fija en el suelo, sin tener la fuerza o la voluntad para mirar a otro lado. Me siento incrédulo, diminuto, indefenso y aterrado. Puedo escuchar el bombeo de la sangre en mis oídos, así como su golpeteo en mí yugular.

¿Esto en verdad está ocurriendo o es tan solo una pesadilla de la que pronto despertaré? ¿Sueño o pesadilla? ¿Será una broma de su parte? ¿Cuál es la razón de su tan repentina llamada? ¿Qué es lo que quiere ahora de mí? ¿Cómo se atreve a volver después de partirme el corazón frente a todo internet? Miles de preguntas comienzan a recorrer mi mente, mareándome al no poder responder a ninguna, por más que me esfuerce en ello.

— ¿E-estás ocupado? —Le escucho tartamudear del otro lado de la línea y una corriente eléctrica me recorre todo el cuerpo.

La confusión nubla mi mente y no puedo articular palabra, tan solo me limito a tragar saliva, intentando humedecer mi garganta que se siente rasposa debido a lo seca que se encuentra.

— ¿Kevin? —repite mi nombre, para asegurarse que sigo en la línea, pero yo solo siento una punzada de dolor directo a mi corazón—. ¿Kevin, sigues ahí?

—Sí —Me fuerzo a responder, apretando con fuerza mi mandíbula, tratando de mantener así el control sobre mí mismo—. Aquí sigo.

Mi respuesta es seca y cortante, pero es tan solo una máscara detrás de la que oculto todo mi dolor y temor, porque a pesar de que una parte de mí se siente fuerte y capaz de encararla, demostrándola que ya no tengo ningún interés en ella ni en lo que le suceda; hay otra parte de mí, que se encuentra aterrada, confundida y demasiado herida por lo que sucedió.

—Yo... quería, quiero —Se corrige de inmediato y puedo escuchar cómo traga saliva, lo que me reconforta con levedad, pues es una manera de saber que está casi tan nerviosa como yo—. Kevin, necesito hablar contigo.

El dolor en mi pecho incrementa, al igual que los nervios, que al escuchar sus palabras comienzan a gobernar mis pensamientos ya nublados por el temor. ¿Quiere o necesita?

— ¿Necesitas? —La pregunta se escabulle desde mis pensamientos hasta mis labios, donde sale de manera rápidamente, sin llegar a ser detenida.

—Sí —afirma, y como acto reflejo ante la seguridad que su voz demuestra, pego mis antebrazos hacia mi pecho—, necesito hablar contigo de algo —repite, utilizando el mismo tono que solía usar para hacerme entrar en razón.

Las memorias de nuestro romance vuelan a mi mente y sin oponer resistencia, recuerdo cada vez que utilizó ese tono para tranquilizarme; como el día en que mis padres se molestaron al escuchar lo que quería estudiar y se negaron a apoyarme con mi carrera y pensé en dejar mi sueño, o cuando dudé de lo que diría la sociedad de haberme enamorado de ella, o la vez que dudé sobre mi talento en el baile; en todas esas ocasiones, ella me devolvió a la realidad con ése mismo tono, haciéndome sentir seguro y que todo estaría bien.

De a poco voy cayendo en cuenta, de que a pesar de lo que ha pasado, aún hay una pequeña parte que la añora, y extraña lo que tuvimos. Negándose a aceptar la realidad; a pesar de mis reproches hacia mí mismo sobre esto, dejo de apretar la mandíbula, y lentamente, comienzo a ceder nuevamente ante ella

— ¿Qué pasó...? —Mi pregunta es apenas más que un susurro, y en realidad, no me siento capaz de repetirla en un tono más alto, pero sé que debo de hacerlo, para que pueda escucharme.

Hug me, Mr. PoliceDonde viven las historias. Descúbrelo ahora