II

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Ha pasado una semana desde que sucedió, aquel "incidente". Aún no puedo creer que Guadalupe me haya engañado de ese modo. Aún no puedo creer que todo esto haya sido real.

Lizbeth se comunicó ayer conmigo, proponiéndome el hacer la entrevista y decirles a todos cómo me encontraba. En un principio me negué rotundamente, ya había causado demasiada polémica en las redes sociales, no podría soportar un meme más.

Mas a pesar de mis constantes y frías negativas, de alguna u otra forma logró convencerme. Eso explica por qué me encuentro entrando a las oficinas de Badabun justo ahora.

Abro las puertas de cristal sintiéndome un manojo de nervios.

—Ha sido mala idea venir —susurro para mí.

Asomo mi cabeza por uno de los corredores, buscando algo que pueda ser como una recepción, o a alguna persona que me auxilie a encontrarme con Lizbeth.

El lugar es enorme y se asemeja mucho a un laberinto. Casi todo está en color negro o azul, denotándose así el logo de "Badabun" en tonos grisáceos muy claros.

—Ugh, debí pedirle un mapa o algo... Soy un idiota —giro sobre mis tobillos fastidiado y decidido a irme a casa—. De acuerdo, vine, no se pudo, así que mejor me voy —concluyo tomando con fuerza las correas de mi mochila y siguiendo mis pasos para volver a la salida.

Miro mis pies dar un paso, uno frente a otro tratando de no fijarme tanto en los alrededores. Este lugar resulta ser un tanto doloroso. Pensar que gracias a una serie de YouTube fue que me enteré de los planes de boda que tenía mi novia con otro, es algo que aún no termino de digerir.

—Mi vida apesta —suspiro aún con la vista gacha, chocando mí hombro con el de otra persona que iba pasando—. Ah, perdón —me disculpo alzando mi cabeza, encontrándome con un ¿Señor? No sé si llamarle de ese modo, no se ve tan viejo, pero dudo que tenga menos de veintisiete— se-señor oficial —tartamudeo al ver su uniforme— venía algo distraído... —justifico dirigiendo mi vista a sus ojos.

Esos ojos, los he visto en algún lado, estoy completamente seguro de que sí. ¿Dónde? ¿Dónde he visto esos ojos antes?

— ¿Nos, nos conocemos? —pregunto con los labios entreabiertos, sin meditar mis palabras—. ¡Quiero decir! Siento que nos hemos visto antes, puede que sean solo, solo locuras mías, pero...

—Tienes buena memoria ¿eh? —burla divertido el oficial con una leve sonrisa—. Y hasta me has reconocido sin la capucha.

— ¿Capucha? —repito un tanto confundido.

En un rápido movimiento, termina con la distancia que había entre nosotros y me abraza con algo de fuerza, impidiendo que le rechace. Tengo las manos en su pecho y los brazos doblados entre su cuerpo y el mío, los ojos muy abiertos denotando sorpresa y el corazón latiendo con fuerza en el interior de mi pecho.

— ¿Q-qué...?

—Puede que esto te lo recuerde —responde apegándome más a él, impidiendo que vea su rostro.

El aroma a cítricos me hace recordar. Me consuela y me tranquiliza, justo como en aquel momento, siento que todo va a estar bien; justo como en aquel momento, no quiero separarme de este hombre.

—Señor oficial —susurro sintiendo mi rostro arder con fuerza y a mis piernas como gelatinas.

—Gerardo —dice separándose levemente de mí—. Soy Gerardo Penavos, pero solo dime Gerardo.

—Oficial Penavos —propongo con una pequeña sonrisa intentando disimular mi creciente nerviosismo.

Él pone mala cara ante mi modo de llamarlo, pero en vez de quejarse o pedirme nuevamente que lo llame "Gerardo" se limita a sonreír resignadamente y continuar como si nada.

Hug me, Mr. PoliceDonde viven las historias. Descúbrelo ahora