Hug me, Mr. Police...

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Advertencia: este capítulo en específico, cuenta con una gran cantidad de palabras altisonantes que podrían llegar a ofender a algunos; así como una clara representación homofóbica por parte de uno de los personajes. Pido discreción.

Estático en mi sitio, observo cómo la puerta de madera oculta a mi vista, la silueta de quien es o muy probablemente fue el amor mi vida

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Estático en mi sitio, observo cómo la puerta de madera oculta a mi vista, la silueta de quien es o muy probablemente fue el amor mi vida. Quiero gritarle, correr tras él, pedirle que me deje explicarle, pero no puedo. No puedo porque sé que no tengo nada que podría decirle que pudiera justificar lo que hice.

Mi cabeza da vueltas de manera exageradamente rápida, a la vez que yo trato de comprender lo que sea que acaba de suceder. Mis rodillas comienzan a temblar y mis piernas incapaces de resistir más, a los segundo dejan de sostenerme, haciendo que caiga de manera pesada sobre la silla a mí lado.

Kevin se ha ido, y yo se lo he permitido. Cuando tuve la oportunidad, no lo detuve y, la razón de no haberlo hecho, no se relaciona ni en lo mínimo, con que él me haya ordenado que no hacerlo, porque sé perfectamente que si yo hubiese gritado su nombre, aunque no quisiera, se habría detenido. Lo habría hecho, porque a pesar de todo, me ama; quizá más de lo que yo lo amo a él...

Sin ánimo un suspiro escapa de entre mis labios y siento que con él la mitad de mi vida se desvanece en el ambiente de mala muerte que me rodea. Siento mi estómago contraerse al recordar todo el dolor que expresaba su mirar y el ser incapaz e inapropiado para consolarle, siento cómo mi respiración se corta cuando, a mi mente llega el momento en que Kevin preguntó el por qué se enamoró de mí, pero es cuando la escena de su partida, el odio que me mostraron sus ojos y el que nunca se girara a mirarme, lo que me destruyen por completo.

– Soy un idiota –suelto en tono bajo, a la vez que recargo mi frente contra la palma de mi mano– soy un maldito idiota –repito sintiéndome furioso y culpable– ¿Cómo fue que dejé que esto pasara? –cuestiono al aire, suplicando por una respuesta que en realidad no quiero escuchar.

Mis codos sobre la mesa, mis manos aferrándose una a la otra cubriendo parte de mi rostro, mientras yo trato de encontrar sentido a la situación, y es mientras pienso en esto que la duda me asalta: ¿Cómo fue que Kevin se enteró de esto? La respuesta vuela a mi mente al instante: Lupe.

El dolor es suplantado por la ira, por lo que sin perder más el tiempo, pongo sobre la mesa el resto de la paga y salgo de aquel bar a paso rápido, necesitado de respuestas y con un remolino de emociones como dictador que controla mis acciones.

Apenas si necesito fijarme en las calles para llegar, pues mi destino lo tenía grabado en mi mente, como si fuera un tatuaje sobre mi piel. Al llegar me estaciono de manera brusca, haciendo que los frenos de mi auto chirríen con fuerza, mas el estado de mi auto es algo que ahora poco me importa, algo que se puede comprobar en la manera violenta en que azoto la puerta del conductor.

Mis pisadas resuenan fuerte y pareciera incluso como si estuviese azotando los pies con cada paso que doy hacia la entrada, pero a pesar de que así fuera, la alta cantidad de adrenalina que ahora recorre mis venas, no me permitiría sentir ni una pisca del dolor que me correspondería.

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