CAPÍTULO 3: SECRETOS REVELADOS

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Hinata mantenía su vista fija en el suelo de ese gran salón desde que había entrado, no se atrevía a mirar a ninguna otra parte, sentía que su corazón explotaría en cualquier momento. Y no solo porque notaba la penetrante mirada del chico, sino porque todo aquello le parecía bastante extraño. Ni siquiera sabía por qué había accedido a entrar a la mansión, pero si con ello conseguía solucionar el problema que se había formado no le importaba.

El Uchiha la miró, realmente era una chica muy linda, no entendía cómo la había podido olvidar, claro que en ese entonces tenía cosas mucho más importantes en las que pensar. Itachi, susurró su mente, haciendo que se le formara una sonrisa torcida, aún le dolía la muerte de su hermano.

—Y Hyuga, ¿qué propones? —dijo él serio. —Para librarnos de todo esto.—habló, pero ella seguía callada. —Prefiero que la gente sepa que mi primer beso fue contigo que sigan creyendo que fue Naruto.—dijo serio, pero no puedo evitar lanzar una risa burlona. —Ahora él es el único que ha perdido su primer beso con un hombre.—soltó con un tono burlón.

Aquel comentario molestó mucho a la Hyuga, cómo podía burlarse del rubio después de todo lo que había hecho por él. Naruto, desde que él había dejado la aldea se había propuesto en traerlo a su hogar, con los suyos, incluso había peleado con el Consejo para que la pena del morocho no fuera elevada, todo por el bienestar del chico.

—¡Eso no es así! Yo fui su primer beso.—declaró, pero rápidamente se tapó sus labios frente a tremenda revelación, haciendo que Sasuke la mirara con todavía más interés, intentando entrever si lo que acababa de decir era cierto o una simple mentira para salvar la dignidad del blondo.

Pero al notar cómo las mejillas de la chica se teñían de un potente rojo, que inclusive inundaba sus orejas, vio que no mentía. Iba a preguntarle cómo había ocurrió, pero unos fuertes golpes en la puerta principal lo evitaron, seguidos de unos gritos que ambos reconocían perfectamente. Haciendo que nuevamente el corazón de la chica latiera a una velocidad insana, casi a un punto de saltarle de su pecho.

Cuando la Hyuga escuchó los gritos del rubio se alarmó porque él la encontrase allí, así que trató de ocultarse, no quería más malentendidos, pero por lo nerviosa que se encontraba al imaginarse que el rubio la encontrase allí tropezó con sus propios pies.

El Uzumaki después de lo sucedido en el restaurante estaba muy preocupado por su amiga, así que necesitaba hablar con Sasuke sobre aquello, no se podía quedar con las dudas. Tocó una vez más, pero su amigo no respondía, así que decidió entrar directamente.

Muy bien, teme, explícame qué pasó con Hi—pero se quedó callado al ver allí a la Hyuga en una posición muy comprometedora con el morocho.

Él la abrazaba contra su pecho y ella estaba recostada en él, mientras las piernas de ambos se enrollaban las unas con las otras y sus caras estaban a punto de tocarse.

—Yo no sabía que vosotros dos...—las mejillas del Uzumaki se sonrojaron. —Lo siento, vendré más tarde.—dijo para luego salir a toda prisa.

Hinata se había quedado de piedra al ver que Naruto les había encontrado en aquella posición, ni siquiera se podía mover, definitivamente si con lo que había dicho el morocho la aldea tendría un rumor por un tiempo, con este acababa de cavar su propia tumba y sabía que el rubio no se lo guardaría.

—¿Te puedes bajar? —dijo molesto, haciendo que la chica reaccionara y se alejara rápidamente maldiciendo su mala suerte.

—Ya no podré mirar a Naruto-kun a los ojos.—decía la Hyuga tremendamente avergonzada.

Sasuke la volvió a observar, aquella chica era una completa interrogante para él, ya que no era necesario conocerla demasiado para saber que la chica era tímida, así que no sabía cómo diablos le había podido robar un beso al rubio, y sin que él se diera cuenta.

—¿Cómo lo hiciste? —preguntó con un fingido desinterés. —¿Cuándo besaste al dobe? —preguntó haciendo que la ojiperla recordara que hace unos instantes le había revelado todo al morocho.

Despacio se intentó levantar y lentamente se acercó a la puerta, necesitaba salir de allí cuanto antes, pero la mano del azabache la frenó, sus ojos claramente le decían que querían respuesta y ella no sabía que más hacer.

—Yo... bueno, yo...—el chico se comenzaba a impacientar, haciendo que la peliazul temblara al ver su seria mirada. No estaba demasiado segura de lo que iba a hacer, pero no podía más, su mirada seria claramente le decía que si no le contaba se lo iba a decir a Naruto, por lo que no le quedaba de otra.

Cuando la peliazul era más pequeña, después de que el rubio la ayudase con aquellos niños ella había estado pendiente de cada movimiento del chico, muchas veces había querido ir a saludarlo y hablar con él, pero por su vergüenza no se había atrevido. Así que siempre lo miraba en la distancia, pero aquel día había visto al ojiazul mucho más decaído, y eso le preocupaba, ya que el rubio siempre llevaba una sonrisa.

Había notado como los azules ojos miraban la nada hasta quedarse dormidos, recostado en ese árbol con el columpio en donde él siempre se encontraba. Ella al ver como el Uzumaki dormía profundamente se acercó dudosa, pero ansiaba verlo, aunque fuera solo un rato más, un poco más de cerca. Notaba cómo sus dorados cabellos caían por su infantil rostro y aquellas pequeñas marcas gatunas le daban un aspecto muy lindo.

Entonces su corazón empezó a bombear más sangre al ver cómo la ligeramente bronceada piel del chico brillaba por los escasos rayos del sol que se escapaban de la sombra de las hojas y sus adorables mejillas casi parecían centellear. Ella un tanto nerviosa se aproximó a él, solo quería darle un inocente beso en la mejilla, pero el blondo se movió ocasionando que ambos labios hicieran contacto.

Rápidamente ella corrió de allí, para que segundos más tarde el ojizarco despertara, sin saber qué acababa de pasar, pero una extraña calidez lo invadiera.

—¡Por favor, no se lo diga a Naruto-kun! —pidió cuando terminó de explicar todo, haciendo que el chico soltara una pequeña risa al verla tan desesperada, de verdad que la Hyuga era toda una ingenua.

El Uchiha la miraba serio, haciendo que se sintiera insegura, ya que no podía descifrar lo que el morocho estaba pensado. ¿Se lo diría, no lo haría? No tenía forma de descubrirlo y sentía como en cualquier momento su alma se le iba a salir del cuerpo.

—¿Él fue tu primer beso? —dijo con un ligero tono de molestia que Hinata no pudo entrever, pero ella negó avergonzada.

—F-fue usted.—respondió con las mejillas sonrojadas, haciendo que Sasuke soltara otra sonrisa ladina, llena de autosuficiencia.

—Muy bien, Hyuga, no le diré nada al dobe—dijo el chico para tranquilidad de la ojiperla. —... pero tampoco podrás negar nuestro beso.—finalizó.

El rostro de la chica se pintaba de un blanco y un rosado por la ira y sorpresa que el exvengador causaba en ella. ¡La estaba chantajeando! Pero no le quedaba de otra.

—Además, me ayudarás en lo que te pida.—dijo tan tranquilamente, dejando a cuadritos a la chica, que no entendía para nada la situación. —A no ser que desees que Naruto se entere de cómo le robaste su primer beso.—dijo en tono amenazador haciendo que ella volviera a asentir.

Posiblemente acababa de cometer suicidio, todos decían cómo era el carácter del muchacho, y aunque ella no lo había querido creer porque Naruto siempre decía lo contrario ahora no se encontraba tan segura, pero no iba a dejar que su secreto fuera expuesto, costara lo que le costara.

Notas autora: Bueno se que es cortito, lo siento, pero igual espero que os haya gustado. Y muchas gracias por los reviews. Me alegra que la historia os parezca entretenida y que queráis continuación, así que por ahora así será. Solo espero que la sigáis leyendo y me deis vuestras opiniones.

Primer beso [✔]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora