CAPÍTULO 8: DÉJAME ACERCARME

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Estaban allí otra vez, un poco mayores, bueno, muy mayores, pero la misma situación. El mismo lago, las mismas ropas mojadas, el katon de Sasuke que los calentaba y el silencio en que se encontraban mientras miraban el fuego.

Bueno, tal vez sí que había algo distinto a parte de su edad y era el nerviosismo que sentía al estar frente al chico. Cuando lo había visto aquella vez su padre ocupaba todos sus pensamientos en que no se determinó a examinar al azabache, ahora que se fijaba, era realmente atractivo.

Rápidamente sus mejillas se sonrojaron y se reprendió por sus pensamientos, se había dicho que mantendría la distancia.

—Así fue nuestro primer beso.—dijo él de repente haciendo que las mejillas de ella se sonrojaran aún más.

Se había prometido ser más distante con él, hace solo unos segundos se había reprendido, pero ahora que lo tenía más cerca, le costaba. Incluso cuando hace un rato él la había tenido entre sus brazos hubiera deseado que aquello durase para siempre.

Sus mejillas se pusieron todavía más rojas, casi pareciendo que la chica colapsaría en cualquier momento y ocasionara que él la mirara fijamente. Sentía su corazón latir con desenfreno y como su piel ardía solo porque él la miraba, con esos pozos negros que la absorbían.

—¿Ocurre algo, Hinata? ¿Tienes frío? —preguntó acercándose a ella, pero rápidamente se apartó de él dejándolo sorprendido.

—E-estoy bien, Uchiha-san.—dijo alejándose aún más de él, logrando que el morocho frunciera el ceño y ella se pusiera nerviosa.

—Sasuke, te dije que me llamaras Sasuke.—dijo él irritado.

—N-no creo que esté bien.—dijo ella levantándose, sintiendo como los ojos negros del Uchiha la miraban con oculta preocupación.

Ella en verdad no quería tratarlo así, a pesar de todo él había sido amable con ella, se divertía cuando estaba a su lado y la hacía sentir muy cómoda, pero de alguna manera sabía que no estaba bien. Bueno, tampoco era eso. En verdad temía, tenía miedo de que lo que él le hacía sentir acabase siendo más fuerte que sus sentimientos por el rubio y aquello la aterrorizaba. Si Naruto ya no fuera su salvavidas no sabría qué hacer. Él siempre había sido su pilar, sin la luz de su ojizarco sencillamente no podría seguir.

—¿Se puede saber qqé te ocurre? —preguntó molesto acercándose a ella logrando que ella retrocediera.

—N-no me ocu-curre nada, U-Uchiha-san.—dijo con torpeza, haciendo que él no le creyera ni una sola palabra. —Estoy bien, solo no se acerque.—pidió haciendo que Sasuke soltara un gruñido en señal de disconformidad.

—¿Que no me acerque? Bien, Hyuga, empieza a decirme qué te ocurre si no quieres que te aprisione contra el suelo.—dijo molesto, pero a la peliazul más que una amenaza por alguna extraña razón le pareció una propuesta bastante tentadora. Sentir el peso del chico contra ella, su aliento en su cuello, sus orbes ónix mirándola. ¡Dios! Aquello se estaba descontrolando, esos pensamientos ya ni siquiera se parecían a los suyos.

Jamás había fantaseado con ese tipo de cosas, ni siquiera con Naruto, lo máximo que se había imaginado con el Uzumaki era un casto beso en sus labios, y aquello ya le parecía lo suficientemente osado. Pero los pensamientos que tenía hacia el morocho eran mucho más "salvajes" y cada vez eran más frecuentes, de verdad que se tenía que alejar de él, ya no solo por el miedo que tenía de esos sentimientos, sino por su salud mental y posiblemente la seguridad del Uchiha, no sabía si a ese paso iba a acabar saltando sobre él. ¡Dios! De verdad estaba mal.

Él se acercó a paso decidido y le acarició su mejilla, haciéndola sonrojar.

—¿Es por el beso? —preguntó directo aumentando las pulsaciones de la peliazul. —¿O es porque Naruto nos vio? —aunque había tratado de usar su voz neutral se veía un rastro de dolor y eso estremeció a la ojiblanca.

—¡No, no es por eso! —se apresuró a decir, lo último que quería dañar al Uchiha, pero sabía que, si se acercaba más, si correspondía a sus sentimientos...

Ella quería a Naruto, siempre lo había hecho, no podía dejar de amarlo, por lo que no entendía cómo Sasuke se las había arreglado para que en tan poco tiempo se metiera tan hondo en su corazón y lo pusiera todo de cabeza. Ya no sabía cuáles eran sus prioridades y eso le daba miedo, su amor por Naruto de alguna manera siempre había sido como un bote salvavidas que le había ayudado y ahora todo eso se tambaleaba.

—Entonces déjame acercarme.—dijo con una voz roca que hizo temblar todos sus sentidos y sus piernas.

Allí estaba otra vez, ese extraño efecto que tenía sobre ella, esa sensación que tanto miedo le proporcionaba, se sentía en la piel de una desconocida.

—Y-yo... yo... ¡Me tengo que ir! —gritó despavorida para luego salir corriendo de allí, dejando al pelinegro en shock.

Cuando el morocho se recuperó de la estupefacción rápidamente fue en busca de la chica, no entendía por qué de un momento a otro lo trataba con tanta indiferencia. Bien, habían sido pillados otra vez por el rubio, pero al ver cómo la Hyuga correspondía a su beso creyó que a ella también le gustaba.

Hinata se apresuró aún más, pero el Uchiha era veloz, no sabía qué hacer para evitarlo, estaba segura que en cualquier momento la atraparía y ya no sabría qué hacer si esos ojos negros le pedían que no se alejara, no se vería capaz de ir en contra de su deseo. Aquello se volvía demasiado peligroso, no podía dejar que la cogiera.

Pidió al cielo por un poco de ayuda, y como si este escuchara su petición apareció uno de sus compañeros de equipo. Así que con rapidez la chica saltó a los brazos de Kiba que se encontraba totalmente sorprendido por el actuar de su amiga.

—¿Hina, qué suce...?

—Kiba-kun—gimoteó la Hyuga preocupando al castaño.

—¡Hinata! —el grito que provenía de unos metros atrás lo alertó, esa voz solo se podía tratar de Sasuke. Si ese infeliz había osado a lastimar a su amiga iba a matarlo y no iba a ser nada suave.

Cuando el morocho la alcanzó se sorprendió al verla en los brazos del Inuzuka, cada vez entendía menos, esa chica lo iba a volver loco.

—Hinata.—dijo con voz autoritaria haciendo que la peliazul se escondiera detrás de su amigo.

—N-no te acerques, por favor—pidió con voz lastimera, haciendo que el morocho se preocupara y Kiba mirara al Uchiha con odio.

—Hablemos.—dijo el pelinegro, pero ella se negaba a mirarlo, si lo hacía...

—¡Ella ha dicho que te vayas! —gritó el Inuzuka.

—Esto no es asunto tuyo, perro.—dijo el morocho molesto logrando enfadar al chico que ya iba a pelear con él, pero fue detenido por el agarre de su amiga y estremeciendo el corazón del azabache, de verdad que no sabía por qué ella se comportaba así, pero ya estaba harto. —No lo voy a repetir, si no vienes entenderé que no quieres seguir con el trato.—dijo el chico amenazadoramente.

Pero Hinata no se movió ni un ápice, sino que afianzó más el agarre, pegándose aún más a Kiba haciendo que aquello molestara más al Uchiha.

Perfecto, entonces nuestro trato queda roto. Le diré todo a Naruto.—dijo fríamente haciendo que la peliazul levantara la vista, pero más que preocuparse por su secreto, la gélida mirada del chico le atemorizara más, ella no quería que él lo odiase.

Notas de la autora: Bien, se que he puesto demasiado inocente a Hinata como para que no se de cuenta de que siente un fuerte deseo por mi sexy pelinegro. Pero me resultó demasiado gracioso ponerlo de esta forma. Espero sus comentarios, y gracias por leer.

Primer beso [✔]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora