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Tomoe Gozen
Entre los siglos VIII y XII, en Japón muchas mujeres debían defender sus territorios familiares cuando los hombres iban a la guerra, así que no era raro que una noble fuera instruida en el uso del arco y la naginata (especie de lanza muy larga).
Tomoe fue una de las más famosas mujeres de la historia japonesa (Gozen es un título honorífico, no su apellido), nació el año 1157 en una noble familia, su padre era samurai, por eso recibió entrenamiento marcial desde pequeña, lo hizo tan bien que su padre empezó a llevarla con él a la guerra.
Era una excelente arquera, manejaba perfectamente la naginata, y podía manejar cualquier caballo, como el mejor. Era de piel clara, pelo largo y oscuro, y de formas encantadoras.
Su padre estaba apoyando al clan de los Minamoto, a las órdenes del General Minamoto No Yoshinaka. Con el tiempo este oficial no solo la admiró por su valor en batalla, sino que se enamoró, no se sabe a ciencia cierta si se casaron o solo fue su concubina, pero si que desde ese momento estuvieron juntos en la lucha o el descanso. Pero por conflictos políticos se logró que al General Yoshinaka lo declararán enemigo del Emperador y fue perseguido, en la última batalla, se dice que ambos murieron luchando juntos. Aunque unas pocas fuentes aseguran que Tomoe siguió viviendo unos años más.
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Nakano Takeko
Fue la última mujer samurái que combatió en la historia de Japón, nació en 1847 en los dominios de Izu, descendiente de una prestigiada familia samurái.
Su padre fue un oficial de Izu, el General Nakano Genai, quien decidió que su hija desde los 5 años fuera entrenada para ser una onnabugeisha o experta en artes marciales, su maestro fue Akaoka Daisuke, además de ser instruida en la Historia de Japón y literatura, por lo que desarrolló una gran admiración hacia Tomoe Gozen, que se convirtió en su heroína desde niña.
La naginata era el arma especial de las mujeres samuráis y la manejaba muy bien, sin embargo, Takeko no se limitó a ella, también practicó el uso de katanas.
Por su complexión delgada y estilizada, daba la impresión de que Nakano ni siquiera podría levantar un arma. Pero forjó rápidamente su fama al sorprender a sus adversarios en sus entrenamientos, con movimientos ágiles y despiadados.
A los 15 años ya fue declarada como mujer samurái, y a los 16 años comenzó a entrenar a otras mujeres en el arte de la guerra, incluida su hermana, bajo la supervisión de su maestro Daisuke, en ese momento su padre quiso casarla con el hijo de su maestro, Akaoka Daisuke, la joven se negó, y logró que se anulará el compromiso. Argumentó a su padre que era muy joven para casarse y que de hacerlo tendría que alejarse de lo que ella más amaba: los combates.
La joven vivió en el período más difícil para los samuráis, el imperio estaba apoyado por los extranjeros que querían hacerse con los productos de Japón, y los samuráis deseaban mantener las fronteras cerradas a los foráneos.
Los samuráis luchaban con honor, sin armas de fuego, eso fue lo que le dio las victorias a los del imperio. En este escenario Nakano reunió y comandó a 20 mujeres onna bugeishas, que combatieron en la Guerra Boshin.
En 1868, la joven y su ejército fue a la guerra, las fuerzas imperiales tenían orden de capturar vivas a las mujeres samuráis que encontrarán, por eso ella solicito ir adelante, sabiendo que los extranjeros no quería derramar sangre de mujeres, causaron muchos muertos entre sus enemigos. El general imperial tuvo que echar marcha atrás y ordenó matar a los samuráis, fueran hombres o mujeres.
Takeko recibió una bala en el pecho, así y todo mató a un par de enemigos más, ya cuando no pudo seguir combatiendo, se suicidó por medio del seppuku, aunque este ritual solo estaba reservado para los hombres samurías, ella lo uso. Yuko, su hermana, siguiendo su deseo que no pudieran mostrar su cabeza como trofeo de guerra, la decapitó, y la enterró bajo un árbol en el Templo Hokagi.