Capítulo 7

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Cuando Emma consigue recuperar el equilibrio y comprueba a quien tiene delante, casi vuelve a caerse de nuevo por el temblor que se instala en sus piernas:

—¿Qué estás buscando? —le pregunta.

—Un pendiente que se me ha caído —improvisa Emma. 

—¿Y tú eres...?

—Emma...

—¡Aaaah! Así que tú eres la famosa Emma —dice con una amplia sonrisa —: Yo soy Roger, el hijo de Gina. Encantado.

—Sí, jeje, ya sé quién eres. Y sé que eres famoso, pero no sabía que lo fuera yo —responde Emma ruborizándose de nuevo.

—Eres la primera babysitter que cuida de mi madre, ¡jajaja! Tenía muchas ganas de conocerte. Todos están encantados contigo. Sobre todo mi madre. Yo la he encontrado incluso más joven desde la última vez que la vi.

—Vaya... ¡gracias! —responde Emma intentando calmar sus nervios. No puede creerse que esté hablando con Roger Laponte.

Ni siquiera se ha dado cuenta de que su teléfono móvil sigue tirado en el suelo, lanzando un destello de luz vertical por la linterna que todavía sigue encendida. Es Roger quien se encarga de recogerlo y dárselo en la mano. 

—¿Quieres que te ayude a buscar? —le propone Roger.

—¡No! No es necesario, gracias. Volveré a intentarlo mañana, cuando sea de día —responde Emma. 

No sabe por qué ha decidido ocultarle que está buscando el broche que supuestamente su ex le ha robado a su madre, pero decide rápidamente que esa es la mejor opción. 

Se quedan los dos de pie, mirándose un instante, mientras se instala un incómodo silencio entre ellos. Emma no sabe qué hacer. Ella misma ha sido quien ha rechazado la ayuda de Roger, así que no se le ocurre ninguna otra excusa para permanecer allí más tiempo. Los nervios le impiden sacar un tema de conversación adecuado. De hecho, los nervios le impiden poder hablar con naturalidad. Así que, lo único que se le ocurre decir es:

—Bueno... Me voy a la cocina...

—¿Tienes algo que hacer ahora? —le pregunta Roger —:Me he venido aquí para evitar los comentarios y rumores por lo ocurrido. Pero, la verdad es que no me apetece estar solo.

Emma se queda dudando un momento. Roger se da la vuelta y dirige sus pasos hacia un banco de piedra que hay junto a ellos. Se sienta y con un gesto la invita a sentarse junto a él. 

—Supongo que te habrás enterado de lo ocurrido —le dice mientras Emma toma asiento a su lado.

—Sí... Bueno, algo he oído.

—No he podido hablar con Svetnia. Me da pena que se la hayan llevado así, pero cuando pierde el control, se vuelve loca.

—Ya, los celos pueden hacer que saquemos nuestro lado oscuro.

—Pero no tiene motivos para estar celosa. Terminamos nuestra relación hace años. Ni siquiera sé por qué ha venido.

—¿Para matar a tu novia? —pregunta Emma simulando una sonrisa.

Roger se ríe del comentario y se queda mirando a Emma de reojo. Ella no se siente capaz de aguantar esa mirada y las piernas vuelven a temblarle.

—No tengo novia. Se ha despertado el rumor de que estoy saliendo con la protagonista de la película que estrenamos en breve. Pero no es más que una herramienta de promoción demasiado habitual —le explica Roger —: ¿Y tú? ¿Tienes novio?

—¡No! ¡Ni quiero tenerlo! —exclama Emma.

—Mejor. Las relaciones de pareja son muy complicadas. Además, eres muy joven todavía.

Los LaponteDonde viven las historias. Descúbrelo ahora