Capítulo 57

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Emma sigue caminando por la viña, molesta por la actitud de Carola,  quien ha dejado bastante claro que le molestaba su presencia. Recuerda las palabras de Leyla y tiene la tentación de regresar de nuevo a la glorieta y orina alrededor de Fabio, aunque decide seguir caminando, refunfuñando y lamentándose por no saber mostrar esa soberbia y superioridad con la que había hablado Carola. ¿Por qué tenía la sensación de que se hacía muy pequeña? ¿Por qué no era capaz de mirarla por encima del hombro, soltar una frase cortante y darse la vuelta con la cabeza bien alta? Pues no, ella se ponía a hablar sin parar, diciendo lo primero que le viene a la cabeza, sin poder encontrar una frase de esas míticas, ¡una frase de película! Y la única que le venía a la mente en ese momento era la de: "Hola, me llamo Íñigo Montoya, tú mataste a mi padre, prepárate a morir".

—Quizás podría hacer una adaptación —dice Emma en voz alta, mientras sigue paseando entre las vides —:"Hola, me llamo Emma Ruipérez, tú intentas ligarte a mi novio, prepárate a morir".

Cuando está llegando de nuevo a la casa, recibe un mensaje de Gina, diciéndole que se quedan en casa de sus amigos, y añade: "imagino que no os importará quedaros solos en ese paraíso 😉". 

—¡Ja! —responde Emma en voz alta. Y empieza a escribir su respuesta, contándole la presencia de Roger y Carola, sus planes para los próximos días y su indignación por tener que compartir ese paraíso. Sin embargo, antes de enviarlo, cambia de idea y sólo responde con un escueto "ok 😉".

Al instante, recibe otro mensaje, esta vez de Leyla, quien le pregunta cómo van las cosas y le recuerda que le envíe fotos para "analizar".

Emma: No voy a enviarte ninguna foto, Leyla, recuerda que firmé el contrato de confidencialidad. Ahora que todo está bien con Fabio, no quiero provocar ningún motivo de conflicto.

Leyla: Vale,  tienes razón... ¡Pero escríbeme o llámame con cualquier novedad, eh!

Emma: Sí, lo haré.

Leyla: Voy a seguir trabajando. Un beso, guapi!

Roger sale al encuentro de Emma cuando esta entra en la cocina para tomar un vaso de agua.

—¿Estás ocupada?

—No —responde Emma. 

—¡Genial! ¿Me acompañas a un pueblo de aquí cerca? He quedado con un viticultor a quien podríamos contratar para el cultivo de nuestras vides. También conoce a un experto enólogo que nos puede ayudar en la elaboración.

—Bueno, yo...

—¡Vamos, Emma! El pueblo no está muy lejos, así te distraes un poco. No tardaremos mucho. Seguramente, regresaremos a la hora de comer.

La joven baraja las opciones que tiene y decide acompañar a Roger. Al menos estará distraída y tampoco tiene nada mejor que hacer.

Son cerca de las 11 de la mañana cuando salen de la finca, camino al pueblo. A Emma se le ocurre mandar un mensaje a Fabio para decirle que se va con Roger, pero se da cuenta de que se ha dejado el teléfono sobre el banco de la cocina.

—¡Mierda, me he dejado el móvil!

—¿Lo necesitas para algo? Puedes utilizar el mío, si quieres.

—No, no es necesario. Sólo quería mandar... Bueno, quería avisar a Fabio de que hemos salido, ¿lo sabe?

—Mmmm, no, no les he dicho nada. Pero no creo que nos echen en falta, jeje —comenta Roger con picardía.

—¿Por qué dices eso? —pregunta Emma con cierto desagrado.

—No, por nada... Van a estar muy ocupados, tienen mucho trabajo que hacer, eso es todo.

Los LaponteDonde viven las historias. Descúbrelo ahora