Capítulo 21

1.6K 238 19
                                    

—Me has dejado sin palabras —continúa diciendo Fabio, cada vez más nervioso. Se pone de pie y se acerca lentamente hacia Emma, que sigue sentada en su silla. Él le extiende su mano y la invita a levantarse. Cuando lo hace, Fabio le coge ambas manos y se detiene frente a ella.

Emma levanta su cabeza y le mira a los ojos. Le parece ver un brillo especial en ellos, un brillo que le resulta tremendamente atractivo. Fabio la observa con detenimiento y se dibuja una tierna sonrisa en su rostro, mientras el corazón se le acelera. 

—Me parece que has descrito la escena perfectamente —le dice Fabio.

—Podemos decir que nos conocimos el año pasado, cuando pasé aquí mis vacaciones. Y que durante todo este tiempo, hemos mantenido nuestro contacto en secreto, desde la distancia, mientras nos íbamos enamorando. Eso podría resultar más creíble que decir que ha sido un flechazo, ¿no?

—¿Por qué un flechazo no iba a resultar creíble? ¿No crees en el amor a primera vista? —le pregunta Fabio algo sorprendido.

—Sí, yo sí, je, je, je —Emma también se está poniendo muy nerviosa —:Pero tienen que creérselo los demás.

—¿Y qué más da lo que crean los demás? 

—Bueno, especialmente, tiene que creérselo Santiago —añade Emma.

—Lo importante es lo que sintamos nosotros —dice Fabio por fin, pero de inmediato se da cuenta de lo que ha dicho Emma, y pregunta —:Un momento, ¿has dicho Santiago?

—¿Has dicho nosotros? —pregunta entonces Emma sorprendida.

—Santiago sería la última persona que debería saber... —Fabio no termina la frase al darse cuenta de que hay algún malentendido en toda esa conversación. Pero Emma se encarga de aclararlo con su siguiente comentario:

—Por eso necesito tener una historia creíble sobre mi noviazgo con Paolo. Así, si me vuelven a preguntar algo, sabré qué contestar.

—¿Qué te ha preguntado Santiago? —pregunta Fabio, soltando las manos de Emma y andado disimuladamente hasta la ventana de su despacho —:¿Cuándo has hablado con él?

—Esta mañana, cuando me lo he encontrado en el pueblo. Creía que lo sabías... Me has dicho que lo sabías.

—Creía que te referías a Roger —contesta Fabio mientras sigue mirando por la ventana —:Creía que decías que te habías encontrado con Roger.

—¡No! Roger me llamó justo cuando apareció Santiago y yo aproveché para hacerle creer a este que la llamada era de una amiga que necesitaba mi ayuda. Así que lo dejé sentado a la mesa del bar. Luego llamé a Roger para contarle lo ocurrido y él se ofreció a encontrarse conmigo en el pueblo. Después me llevó hasta el refugio ese de los pastores.

Fabio cierra los ojos y respira profundamente. Se siente un poco idiota por todo lo que ha imaginado en sólo unos minutos. Está confuso, decepcionado y avergonzado. Ha estado a punto de meter la pata, de confesar esas emociones que afloran en su interior y que creía tener completamente dominadas. No se atreve a mirar a Emma a los ojos, le asusta pensar que ella pueda reconocer esas emociones en su mirada. Casi da un paso en falso, y eso es algo que no se puede permitir. 

—¡Un momento! —exclama de pronto Emma —:¿No habrás pensado...? ¡No! ¡Ay, qué vergüenza!

Emma se tapa la cara con sus manos y un intenso calor recorre su cuerpo.

—¿¡En serio pensabas que estaba hablando de Roger!? —pregunta de pronto Emma.

Fabio se gira de repente y encuentra a Emma totalmente ruborizada, lo que despierta su ternura y admiración.

Los LaponteDonde viven las historias. Descúbrelo ahora