Capítulo 3 - Vengo a recuperar lo que es mío.

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Natalia por unos instantes se dejó estar, sus defensas bajaron con esos labios moviéndose con exigencia sobre los suyos, casi se olvida del hecho que hace unos años atrás, esa misma chica había roto su corazón de la manera más cruel y le había restregado en la cara que ella jamás podría ser más que una drogadicta.

En parte tuvo razón, por si sola nunca habría podido resistirse a una línea de cocaína, mucho menos a un cigarrillo de marihuana, a una píldora de éxtasis o a algún viaje con ácido; pudo gracias a Makis y a que su corazón estaba tan maltratado por los excesos que estuvo sin palpitaciones casi 10 minutos, luego se reinició como si nada. Lo más duro en ese entonces fue despertarse sola una vez más en el hospital, como tantas otras veces en que el exceso de drogas había hecho estragos en su cuerpo, pero esa vez fue diferente; un par de horas luego de despertar en un lugar completamente desconocido, una chica entró tímidamente a la habitación con una bolsa llena de cosas en una mano y con flores en la otra, esa chica dijo llamarse Makis, fue quien la salvó de morir en la calle ahogada por su propia lengua; desde ese día, Natalia Afanador y Makis De Angulo nunca más se separaron y fue casi como una premonición de los hechos, que un par de meses después de iniciada una linda amistad, sentimientos más fuertes comenzaran a apareces, hasta ahora, que eran una pareja consolidada; de hecho, el día de hoy, amabas venían con la intención de notificar a los padres de la castaña que comenzarían a vivir juntas, pues era el paso uno para comenzar la completa desintoxicación de la chica, pero había llegado Juliana Pérez a remecer el mundo de manera cruel y completamente devastadora.

—Por favor... no. — Susurró devastada la castaña, sabiéndose completamente débil frente a la morena. — Por favor no me vuelvas a hacer esto.

Juliana la miró con el ceño fruncido, ella quería seguir besándola, pero primero tenía que entender que venía a amarla. — Solo te estoy besando Natalia, eso es lo más correcto que he hecho en años. — Su cuerpo se volvió a pegar cual calcomanía al de la castaña. — Además, — Los labios juguetones comenzaron a pasear por el blanco cuello de la muchacha. — Sé que lo quieres tanto como yo, te mueres por volver a ser mía.

—¡Esto no es justo! — El sollozo de Natalia solo hizo retroceder a Juliana. — No es justo que me dejes destruida y luego llegues cuando todo está bien, no es justo que llegues a destruirme de nuevo, no es justo que llegues cuando empezaba a olvidarte.

Juliana desesperada puso un dedo sobre los labios de Natalia. — No digas eso, yo no te dejé, solo te di espacio para que te recuperaras, para que pensaras, yo...yo... te amo, Natalia, no puedes olvidarme, tu... tú me amas.

—No puedes seguir haciéndome esto, no puedes.

Las lágrimas de Natalia ya eran incontrolables y en parte, Juliana sabía que la chica tenía razón; había estado mal abandonarla cuando más la necesitaba, pero en ese momento pensó que era lo mejor, que, de esa manera, Natalia repuntaría, nunca pensó en la posibilidad de que alguien más pudiera llegar dispuesta a robarle el corazón de la castaña, nunca pensó que su Natalia podría amar a alguien que no fuera ella.

—Sé que te dejé sola, pero tenía que hacerlo.

—¡NUNCA CONFIASTE EN MI! — Gritó en un último intento de desesperado de sacar ese dolor en su pecho. — Estoy segura de que ni siquiera esperaste a que siguiera viva para cuando volvieras, o apuesto que lo máximo que esperabas encontrar era a una vagabunda perdida por la droga.

Juliana se aferró a las mejillas de Natalia con fuerza. — No mi amor, yo...yo solo quería verte bien, pensaba todos los días en que tú estarías limpiándote de esta mierda, nunca pensé que tu podrías estar mal.

Natalia se apartó con violencia de las manos de la morena. — Pero lo estuve Juliana, estuve tan perdida que me perdí en las calles y dormí bajo puentes, estuve tan drogada que me caía en la calle porque no podía mantenerme en pie, estuve tantas veces en el hospital porque mi corazón se estaba deteniendo de a poco. — La mirada de furia de la castaña estaba calando hondo en el alma de la morena. — ¿Y tú donde estabas? ¿En una cama cómoda? ¿En un bar bebiendo con tus nuevas a amigas? ¿O llevándote a la cama a otra estúpida vagabunda que se creyó lo suficiente para ti? No fuiste tú quien me dio amor, no fuiste tu quien me sanó, fue Makis, ella fue quien a pesar de verme totalmente destruida no me abandonó.

Adictiva - (Ventino) [Jutalia] [Makia]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora