Natalia estaba ajena a los acontecimientos que marcarían su futuro de muchas maneras posibles, transformándola en una prisionera y en una prófuga, todo en la misma hora; pero para llegar a eso, primero debemos saber todo lo que pasó esa mañana, y como la muchacha, quien parecía tener una oportunidad, vio derrumbarse su vida por unas simples palabras.
Esa mañana, ella despertó por los tiernos susurros de Makis. — Despierta princesa, ya salió el sol. — Dijo con ternura la pequeña, viendo completamente maravillada, como Natalia hacia pucheros mientras dormía.
—Cinco minutitos más. — Rezongó la castaña, llevándose las cobijas por sobre la cabeza. — Aun tengo sueño.
Makis río por lo bajo, quizás consumida por la ternura de tener a su novia durmiendo a su lado. — No seas perezosa, — tiró con suavidad de las mantas para descubrir la mejilla de la chica, plantando un sonoro beso. — Además, si no te levantas, no podré hacerte el desayuno.
—No me importa, quiero dormir.
—¿Cómo que no importa? — Otro beso impactó en la mejilla de Natalia. — El desayuno es la comida más importante del día, y, por ende, debes comer. — Con una pequeña sonrisa traviesa, Makis pellizcó la nalga de Natalia, provocando un salto en la mayor. — Levántate.
La castaña resopló por la patraña sucia, y terminó por recostarse sobre su espalda con un puchero marcado en su boca. — No me pellizques.
Makis cruzó la pierna por su cintura y se sentó sobre su estómago, tomando la carita aniñada de su novia. — No tenía como despertarte princesa, te querías quedar durmiendo y sabes que hoy tenemos muchas cosas que hacer.
Las manos de Natalia fueron directo a los muslos de la pequeña, acariciando con sus pulgares cada porción de piel que podía. — No quiero ir a esa casa. — Susurró sin mirar a Makis. — No quiero verlos para que me griten nuevamente que tú me dejarás sola. — Un puchero se formó inconscientemente en los labios de la mayor. — No quiero que me griten que tú serás como ella y que verás que no valgo nada.
Makis, sin pensarlo, tomó los labios de Natalia en un suave beso. — Yo no soy igual a ella, yo no te dejaré sola, no permitiré que te hundas, y definitivamente, te amaré hasta que mi corazón no pueda más. — Un nuevo beso hizo que la castaña centrara sus ojos en esos brillantes orbes marrones. — Te amo princesa, te amo y te seguiré amando hasta cansarme.
—Espero que nunca te canses.
—Eso no será problema. — Esa sonrisa derritió a Natalia de muchas maneras diferentes.
—Te amo preciosa. — Susurró Natalia con los ojitos brillantes, esos que nunca se habían encendido con tal intensidad, ni siquiera con Juliana, pues la morena había convertido esa relación en un tira y afloja que bailaba entre la decadencia absoluta y el amor intangible de una chica que, en efecto, no sabía amar, hasta ahora, hasta que se había dado cuenta que había perdido a un ser completamente puro, un ser que solo había sido manchado por los infortunios de su destino.
—Vamos mi princesa, hora de desayunar. — Makis se levanto del cuerpo de su novia, pese a que esta protestaba par que no se alejara. — Hoy te desprendes de tu pasado y comienzas a ver hacia el futuro.
Natalia miró como su chica se encaminaba hacia la puerta de la habitación, moviendo de manera tentadoras sus caderas. Makis tenía razón cuando decía que se abría un nuevo futuro para ella, el día de hoy iba a buscar las pocas cosas que en realidad le pertenecían, les diría adiós a las personas que le dieron la vida, pero que fueron los precursores para que su existencia fuera miserable; ella tomaría sus cosas y simplemente se entregaría con los brazos abiertos a la persona que le había dado un poco de ternura, de compasión, y quizás, más amor de lo que había experimentado en toda su vida.
ESTÁS LEYENDO
Adictiva - (Ventino) [Jutalia] [Makia]
Fiksi PenggemarNatalia Afanador, joven adicta de las calles de Bogotá, proveniente de una familia que vivía de las drogas y de su consumo, la joven Afanador tuvo un gran amor, Juliana Pérez, una joven poderosa y adinerada , quien, al verse superada por las adiccio...