Juliana, nuevamente se encontraba perdida en sus pensamientos, otra vez con el vaso prendiendo de su mano para darse el valor suficiente para enfrentar a su esposa, a la chica que se suponía que pasaría el resto de sus días. Ella consideraba que había sido acertado a darle unos minutos para que se aseara y lograra darle un poco de claridad, también consideraba que era correcto darle su espacio, después de todo, el día de hoy ella comenzaría a vivir una nueva vida, en estos días Natalia se convertiría en una digna señora de Pérez, una señora de alta sociedad que se codearía con la mejor estirpe de Bogotá.
—¡Muchachos! — Llamó luego de tomar de un sorbo el líquido ambarino.
Tres hombres vestidos de traje entraron al despacho con cara de pocos amigos. — Mande mi señora. — Respondió el más joven de ellos.
—¿Mi esposa salió del cuarto? — Preguntó mirando el fondo del baso vacío. — ¿Ella ya se mudó de ropa
—Mi señora, ella no ha salido del cuarto. — Respondió él. — De hecho ni siquiera he escuchado correr la ducha.
Juliana se volteó con un poco de rabia, podía jurar que llevaba más de una hora desde que la chica había entrado a la habitación, el tiempo suficiente para que ella se duchara y se cambiara de ropa. Algo no le estaba cayendo bien, algo le decía que las cosas no estaban del todo bien, algo le decía que Natalia se estaba tramando algo.
—¿Cómo es eso de que no escuchaste la ducha?
—No mi señora, — respondió con completa convicción, — nosotros nos quedamos custodiando la puerta y ella no ha salido pero tampoco ha puesto a correr la ducha, además ni siquiera se escucharon ruidos de cosas moviéndose luego de un tiempo.
Los ojos de la morena se expandieron, dejando ver la sorpresa plasmada en su rostro. — ¡Ella huyó!
—No señora, no nos hemos apartado de la puerta.
—¡No es necesaria una puerta para que Natalia se escabulla! — Bramó la chica mientras rebuscaba entre los manojos de llaves la que la llevaba al interior del baño. — Tenía una vida de delincuente, para ella una puerta es una mierda.
La morena corrió en dirección a la habitación seguida de los tres guardias que habían custodiado ese pequeño cuarto; el desespero estaba haciendo de las suyas en el cuerpo de Juliana, era tal que ni siquiera podía efectuar tan simple acción como lo era adentrar una llave en una cerradura.
—¡Maldita sea! — Gruñó, y ya dejando de lado la maldita llave comenzó a golpear con fuerza la puerta. — ¡Abre la maldita puerta Afanador!
—Permítame. — Se atrevió a pedir el muchacho, y pese a que su jefa no respondió, él de igual manera giró la llave en la cerradura.
Juliana inmersa en su terror no dejaba de golpear la puerta. — ¡Tiraré esta mierda abajo!... juro que lo haré Natalia.
La puerta se abrió dejando entrever la horrible situación de Natalia, la chica se encontraba tristemente recostada contra la pared, con la chaqueta a medio brazo, una jeringa tirada a su lado y el cuerpo completamente laxo sobre un charco de lo que parecía ser su propio vómito; Juliana detalló la piel rojiza de la cara, haciendo parecer que la muchacha había corrido por horas.
—Natalia. — Susurró estupefacta.
El cuerpo del guardia temblaba con fuerza. — ¿Ella...ella está...?
—¡No! — Rugió en un intento de convencerse a sí misma y a todos los presentes.
La morena se lanzó sobre el cuerpo de su esposa, no le importó que el liquido amarillento manchara su ropa, solo se lanzó a abrazar a su esposa haciendo esfuerzos para corroborar que seguía teniendo pulso, pero la piel enardecerte de la chica solo hizo que su tarea fuera el doble de difícil.
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Adictiva - (Ventino) [Jutalia] [Makia]
Fiksi PenggemarNatalia Afanador, joven adicta de las calles de Bogotá, proveniente de una familia que vivía de las drogas y de su consumo, la joven Afanador tuvo un gran amor, Juliana Pérez, una joven poderosa y adinerada , quien, al verse superada por las adiccio...