Miedo

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Capítulo 5

Juliana paso la mayor parte de la noche, recordando lo sucedido dos años atrás, furiosa con Valentina y sobre todo consigo misma.
No tenía que haber sido tan orgullosa sino haberse defendido, haberle hecho ver a Valentina que está equivocada que ella no era de ese tipo de chicas.... Quizá entonces Valentina no hubiera pensado esas cosas terribles acerca de los motivos que le habían impulsado a volver a Puerto Vallarta: nada menos que pensar que quería embaucar a León para que se casara con ella. Cada vez que lo pensaba se sentía enferma.
A la mañana siguiente se levantó decidida a apartar aquellos turbios pensamientos de su cabeza. Tenis además con las que ocuparse y si continuaba dándole vueltas a lo ocurrido acabaría volviéndose loca.
Así mientras estaba sentada en el banco de madera del patio del centro, observando el barullo que hacían los niños a su alrededor no se acordaba ni de Valentina ni de sus calumnias solo podía pensar en lo bien que se sentía.
Era su primer día de trabajo en el centro con los niños y desde el primer momento disfruto de cada instante. Nunca antes había sentido tanto entusiasmo por un trabajo
También le hacía mucha ilusión trabajar con sus nuevos colegas, especialmente con Nayeli su nueva jefa. Desde es momento que se conocieron durante la entrevista de trabajo en la ciudad de México Juliana descubrió un estrecho vínculo con aquella entregada joven. Era ella la que dirigía el centro con ayuda de una secretaria y dos cocineros. En aquel momento estaba Nayeli en el otro extremo del patio con el n grupo de niñas.
Juliana se le quedó mirando y de inmediato recordó lo que le había dicho la noche anterior acerca de León Carvajal. Aquel recuerdo le provocó una aguda punzada de culpabilidad, pues seguía sin haberse decidido a ir a visitarlo. Maldita Valentina si no fuera por ella las cosas serían mucho más sencillas.
Sus pensamientos se vieron interrumpidos súbitamente por el griterío provocado por una pelea Santiago un chiquillo de diez años que parecía tener algunas dificultades para hacer amigos, estaba discutiendo con otro niño de su misma edad. Estaban el uno frente al otro mirándose con fiereza apunto de darse de puñetazos
Juliana se levantó de inmediato acercándose hacia ellos

-¿Que es lo que pasa aquí? - pregunto con firmeza esperando que dejaran esa actitud

Sin embargo no resultó tan fácil, aún no había conseguido tranquilizar a los niños

- Arreglaremos esto más tarde - les advirtió mientras se dirigía al interior del centro cuando sonó la campana que indicaban el comienzo de clases

Ambos se dirigieron al salón de clases y aunque persistía la tensión entre ambos niños por lo menos no se estaba pegando. Al verlos Juliana noto una agradable sensación de calidez dentro de ella trabajar en aquel centro era lo mejor que le podía pasar
Si bien le sería difícil tratar con alguno de aquellos niños estaba segura que la satisfacción que sentía por realizar aquel trabajo sería la mayor de las recompensas.
Con una sonrisa, busco en su bolsa sus horarios y fue presidente entonces cuando se dio cuenta que era muy fácil tomar una determinación.
Haría caso omiso al estúpido veto impuesto por Valentina ella no podía impedirle ir a la isla si ella quería hacerlo. Aunque no había sido su intención volver a la residencia Carvajal se sentía en la obligación de hacerlo. Durante sus vacaciones que había pasado ahí León la había recibido con los brazos abiertos, tratándola con enorme afecto y generosidad y ahora que el estaba tan enfermo, a menos de media hora de viaje en lancha, sería una completa ingrata si no iba a verlo
Sin vacilar decidió que lo aria al día siguiente aprovechando que tenía un par de horas libres después de comer

Al día siguiente se dirigió al muelle

- Permita que le ayude señorita. Aún queda sitio para dos personas.

Juliana se agarró del fuerte brazo del marinero que se ofrecía para ayudarla a subir al bote

- Gracias- dijo Juliana sentándose al lado de una mujer de aspecto bonachón que llevaba una gran cantidad de bolsas del supermercado. Pensó que probablemente sería una empleada de los Carvajal o la esposa de alguno de los empleados.
Aquel bote hacia el trayecto entre Puerto Vallarta y la isla  cinco veces al día para transportar a los residentes en Marietas y a los turistas, así como mensajería y todo aquello que se necesitará llevar y traer de la isla.
Juliana recordó haber visto aquel bote en sus vacaciones, aunque está era la primera vez que lo utilizaba pues Guillermo y ella siempre se habían movido de un lado a otro en uno de los botes de León
El piloto consulto se reloj y echo otro vistazo al muelle. Aún quedaba un asiento libre y aparentemente estaba esperando a que otro viajero lo ocupará. Parecía como si en aquel lugar del mundo a nadie le importará demasiado la puntualidad.
Juliana siguió el curso de su mirada mientras acomodaba a sus pies la bolsa con la fruta que había comprado para León. Aunque estaba haciendo lo correcto, no podía evitar cierto nerviosismo en la boca del estómago y casi sin querer rezó para no encontrarse con Valentina.
Justo entonces sintió que se le paralizó el corazón.
No podía ser cierto, se dijo parpadeando horrorizada.
Aquello no podía estar pesándole a ella.
Pero evidentemente así era contenido la respiración y con el rostro blanco como el papel, se quedó con la mirada fija en la mujer alta, delgada, castaña y de ojos azules que en aquel momento recorría el muelle hacia el bote. Era Valentina. Deseo que se la tragara la tierra.
Respirando trabajosamente, bajo la cabeza y fijo la mirada en la cubierta del bote. Cada uno de los pasos de Valentina sonaba como un cañonazo en sus oídos. El desastre  absoluto se cernía sobre su cabeza su plan estaba a punto de irse a la mierda antes incluso de haberse puesto en marcha. Estaba segura de que en cuanto la viera y eso sería nada más subiese al bote, Valentina la obligaría a desembarcar.... Eso sí no la lanza por la borda antes.
Casi sintió su mano jalando le el brazo podía oír incluso las ásperas palabras que sin duda le dirigiría. Inmóvil esperaba que la tormenta estallara sobre ella.
Sin embargo no sucedió nada. Al cabo de un instante noto una pequeña vibración y al segundo que el bote se ponía en marcha.
Levantó la mirada y vio que poco a poco se iba alejando del muelle. Constató aliviada, que al parecer Valentina no había tenido la menor intención de embarcarse. Poco a poco su imponente figura se iba empequeñeciendo  en la distancia.
De irguió en su asiento, sintiéndose como una tonta.
¡Estaba a salvo! ¡Había evitado un enfrentamiento con Valentina!
Después de unos minutos Juliana bajo del bote y se quedó mirando a su alrededor complacida. Todo continuaba tan hermoso y mágico como lo recordaba: las vistas, los olores..... casi asta podía sentir el sabor de aquel lugar. Era maravilloso estar de vuelta en la isla.
Aún le quedaba un buen paseo de unos quince minutos para llegar a la residencia Carvajal. Tenis que atravesar el caserío blanco que estaban junto al muelle, encaminarse por un camino lleno de palmeras y helechos muy verdes hasta por fin llegar a las altas rejas de la mansión. En Marietas no había autobús ni muchos taxis, ya que casi todo el mundo tenía su auto propio así que la única forma de desplazarse era a pie.
A Juliana no le importaba en absoluto darse ese paseo ya que lo recordaba como parte de los encantos de la isla.
Previsora se había puesto unos tenis muy cómodos.
Había recorrido la mitad del camino cuando oyó a alguien que la llamaba. Sorprendida se dió la vuelta preguntándose quien sería pues la voz le resultaba familiar detrás de ella vio que se había detenido un auto deportivo.

-¡Sabía que tenías que ser tu! - exclamó la conductora del auto - ¡Cuánto me alegro de verte! ¿Como es que a venido a Marietas?

-¡Eva! - encantada Juliana corrió a saludarla - ¡yo también me alegro mucho de verte! ¡Estás tan guapa cómo siempre! - siempre había pensado que la elegante hermana de Guillermo estaba impecable asta en un establo.

- ¡Vamos sube! - la invitó Eva abriéndole la puerta del auto - he ido al muelle a buscar un encargo y me ha parecido verte aunque no estaba segura de que fueras tú. Pero como iba detrás de ti - continuó con una gran sonrisa- he podido ver qué efectivamente lo eras. Te has cortado un poco el cabello me gusta mucho cómo te vez estás muy bella

- Gracias - dijo Juliana devolviéndole la sonrisa. Se acordó de que era casi lo mismo que le había dicho Valentina aunque de inmediato procuro rechazar aquel pensamiento. Pensar en Valentina Carvajal le daba dolor de cabeza a demás no tenía ningún motivo para hacerlo: se había quedado en Puerto Vallarta y no tenía la menor idea de que ella había desafiado su prohibición.

- Me han contado lo de tu tío León- le dijo a Eva - he venido para ver cómo estaba.

Mientras subían la empinada carretera le contó que había vuelto a Vallarta para trabajar en el centro "nave estelar" durante algunas semanas y que había sido Nayeli la que le había informado sobre la enfermedad de León

- Me quedé petrificada ¿De verdad está tan mal como dicen?

- Me temo que si - respondió Eva - pero yo todavía no e perdido la esperanza. Ya a pasado lo peor y a veces tiene días buenos. Por su puesto está muy débil pero es todo un luchador ya sabes - se detuvo un instante y pareció relajarse un poco - se va a alegrar mucho de verte

Eva estacionó el auto enfrenté de la puerta principal de la residencia puertas que se erguian tan importantes como Juliana recordaba

- Te acompañaré a su cuarto - se ofreció Eva tomándola del brazo - será mejor que no estemos mucho tiempo. Te darás cuenta de que se cansa muy rápidamente. Si quieres antes de que te vayas podemos tomar una taza de café y charlar un rato

- Me encantaría - sonrió Juliana mientras atravesaban la enorme sala. Cada vez estaba más contenta por haberse decidido a ir asta allí, pues además se le ofrecía la oportunidad de reiniciar su amistad con Eva quien se había mostrado absolutamente encantadora con ella durante su estancia en la residencia Carvajal. Tras subir las escaleras de caoba se dirigieron a la última habitación que estaba al final de pasillo.

- Ya hemos llegado - le dice Eva - será mejor que te avisé, no te vas a encontrar al mismo hombre que consiste hace dos años.

Juliana asistió con un gesto

- No te preocupes- la tranquilizo

Con un profundo suspiro su amiga abrió la puerta y se hizo a un lado para dejarla pasar.
Al momento siguiente Juliana estuvo a punto de caerse de espaldas de susto  estaba preparada para recibir un shock, pero no para enfrentarse con lo que tenía delante.
Se quedó inmóvil sin ni siquiera ver a León que estaba acostado en la cama , pues era incapaz de apartar la vista de la chica que estaba sentada en un sillón al lado de la cama la cual la miraba con un asombro que era exacto reflejo de su asombro. Pronto la sorpresa reflejada en su rostro se convirtió en rabia.
Juliana sintió que su estómago quería vomitar.
Aquello era un desastre. Tenía delante de ella a la mismísima Valentina Carvajal.

Que sorpresa se llevó la pobre Juls

De espaldas al pasado. (Juliantina)  Donde viven las historias. Descúbrelo ahora