Abriéndose

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Capitulo 14

Al cabo de un rato Juliana se encontraba en la terraza saboreando una copa de vino. Hacia una noche muy hermosa y tranquila, con la luna brillando en el firmamento tachado de estrellas. Por una parte, deseaba dejarse llevar, relajarse disfrutar del momento, pero una vocecita en su interior se lo impedía, recordándole que el simple hecho de estar ahí era tan arriesgado como jugar con fuego.
Sentada muy rígida y algo nerviosa se debatía entre aquellos dos impulsos contradictorios.
Se le ocurrió que la única solución posible ante tan incómoda situación era hacer que pasará lo más rápido posible. Bebió un buen trago de su copa, pero eso solo le hizo toser y que la garganta le ardiera. Primera lección: el vino no se podía beber de una forma tan violenta, si no que había que tomarlo a sorbitos.

- Así que vas a llevar a los niños mañana a observar los pájaros, ¿Verdad? - le pregunto Valentina, observándola desde el otro extremo de la mesa - Me gustaría ir con ustedes, pero por desgracia tengo una cita en la ciudad.

Tan solo unos días antes a Juliana le hubiera resultado difícil creer que pudiera tener el más mínimo interés en acompañarlos, pero ya no pensaba de aquel modo. Y menos después de haber pasado con ella el día entero, viéndola de cerca lo bien que se entendía con los niños, les había prestado su perro Buster, que había hecho buenas migas con todos los niños, especialmente con Santiago, después se había ofrecido Valentina a arbitrar el partido de fútbol y por último, les había enseñado los mejores sitios para encontrar cangrejos.

- Jacobo irá con ustedes así que están en buenas manos, los llevará hasta la zona donde anidan las aves por tierra, en un minibús....me parece que eso será mejor que arriesgarse a ir por mar - continuo con una sonrisa burlona - nunca se sabe las sorpresas que te puedes encontrar yendo en barco.

Muy graciosa, Juliana recordó que el camino era más o menos el mismo que llevaba hasta la punta de la gaviota, aunque está vez tomaría el sendero que recorría la sima de los acantilados.

- Me parece muy bien - se limitó a contestar sin hacer caso de su burla. No había la necesidad de mencionar aquella maldita tormenta.

- Tengo la impresión de que los niños están deseando hacer está excursión - comento Valentina. Por suerte parecía no importarle cambiar el tema

- Pues si, la verdad, están de lo más emocionados. Ayer pasamos casi toda la tarde viendo en un libro que nos dejo Nayeli las diferentes especies que anidan por la zona.

- Seguramente que ven unos cuantos. Este año hay un montón de aves.

Juliana se le quedó mirando, sorprendida todavía por la armonía que había entre ellas. Sin duda algo fundamental había cambiado en su relación.
Aquella misma mañana, mientras los niños estaban entretenidos en los establos, Juliana había podido pasar una media hora con León. Durante el tiempo que pasó en la habitación, Valentina ni se asomo por allí, aunque estaba segura de que estaba en la residencia. Además cada vez que se habían encontrado durante todo el día, Valentina se había mostrado amable y encantadora. A veces hasta le costaba recordar que las cosas no eran siempre de esa manera.

- Te gustan esos niños ¿Verdad? - dijo mirándola por ensima de la copa - Te he estado observando cuando les estás leyendo un cuento.

- Si - asintió - Me gustan muchísimo

- Parece que tienes sierra debilidad por el niño castaño, ¿No? No te preocupes - añadió rápidamente - no creo que los d más se hayan dado cuenta, pero se te nota por la firma en que lo miras.

- ¿De verdad? A veces no lo puedo evitar - se justificó con un suspiro - Intento tratar a todos los niños igual, pero de ves en cuando, hay alguno que nos llega al corazón.

De espaldas al pasado. (Juliantina)  Donde viven las historias. Descúbrelo ahora