Llamé al otro traumatólogo. No contestaba así que le envié un mensaje de texto.
Avisé a mi madre. La tenía al tanto de cada parada para que no se preocupara, y luego de escuchar la noticia ella había empezado a desesperarse en Loja al igual que mi padrastro. Empezaron a tratar de encontrar una solución.
Todos estaban frustrados, yo no sabía qué hacer, me empezaba a desesperar de la impotencia.
En ese transcurso mientras mi familia trataba de contactar con el traumatólogo procuré aprovechar el tiempo. Pregunté dónde se podía sacar el permiso de sanidad y me dieron un montón de instrucciones. Tenía que salir totalmente del aeropuerto de Bogotá, pasar por aduanas, un par de revisiones, salir al Servicio de Sanidad para ahí poder sacar el famoso permiso de sanidad.
Otro trámite que no tenía idea de por dónde ni cómo empezar. Iba preguntando por todas partes y en los puntos de información que podía. Llegué al servicio de sanidad.
–Ah, así son de jodidos los de Avianca –me dijo muy amable la enfermera.
Se demoraron un poco, pero la enfermera se portó demasiado bien.
–No hace falta que se quite los vendajes ni nada –repuso la enfermera–, sólo deme los medicamentos que le recetaron –tardó un poco ingresando unos datos en la computadora–. Tenga su permiso de sanidad, usted es un pasajero apto para viajar. Con este papel ya puede viajar.
¡Genial! Me dio una alegría inmensa, a pesar que aún me faltaba el certificado emitido por el otro médico, pero tenía la ligera esperanza que en Avianca se les olvidara ese pequeño detalle.
Ahora sí, de nuevo a entrar al aeropuerto, de vuelta a las oficinas de la aerolínea.
–Señorita tengo aquí ya el papel de sanidad que me pidió –le dije a la señorita agente de Avianca–, y ya dice que soy pasajero apto para vuelo.
–Perfecto –respondió– ahora sólo le falta el certificado del médico diciendo que tiene más de ocho días de cirugía.
<<Hijo de la grandísima>> pensé. El traumatólogo se había negado a ayudarme, mientras yo hacía el trámite en el servicio de sanidad mi familia se había contactado con el médico obteniendo una negativa por su parte; es un médico que literalmente está bien arraigado a la ética de la medicina.
Le mandé un audio mortal, con la completa esperanza de que me ayude, suplicándole: "Por favor doctor ayúdeme, tengo a treinta chicos sobre mis hombros, tengo a Ecuador sobre mis hombros, a Loja sobre mis hombros, por favor ayúdeme. Estoy literalmente perdido en Colombia, sólo, y no tengo idea de qué hacer. Sólo necesito su ayuda con ese certificado".
Esperaba y esperaba, pasaban los minutos y el audio no mostraba el visto en azul que me diera la certeza de que al menos lo escuchó.
Resulta que él había estado en una cirugía, pero entre tanto pasaba el tiempo y aumentaba mi frustración. Las señoritas de la aerolínea sólo me miraban a distancia. Me empezaba a dar por vencido.
Le mandé un video a mi madre, ya estaba resignado a que no iba a viajar, y que solo me quedaba encontrar la manera de volver a mi país. Ya quebrado en llanto le decía: "Pase lo que pase te amo muchísimo. Muchas gracias por todo, mamá".
El agradecimiento que tengo hacia mi madre y mi padrastro es infinito; movieron cielo y tierra para poder ayudarme, aun faltando a su ética personal. Al no tener una respuesta por parte del traumatólogo buscaron otro camino, y entre buscar e intentar pudieron sacar un certificado de un cirujano amigo de mi padrastro, asegurando que la cirugía tenía más de ocho días.
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Un sueño de baile y un dedo mutilado
Short Story"El sueño de representar a mi país, y ganar un podio en el Dance World Orlando; se ven afectados por un accidente 4 días antes de partir hacia los Estados Unidos. Y fue sólo el primero de una cadena de sucesos trágicos que trataban de impedir lograr...