¿ Do You Speak English?

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-Falta una persona para el vuelo -me dijo la señorita, mientras vi ponía una sonrisa de alegría por mí-. En ese asiento te voy a meter, antes de que venga el pasajero a registrarse. Así que ve, corriendo, ¡ahorita! Vuela a hacerte el check in.

-Gracias -le respondí entrelazando las manos y conteniendo las ganas de abrazarla- gracias, de verdad señorita, ¡la amo!

Y salí "soplado" con mi maleta, corriendo competidor llegando a la meta, a hacerme el check in del vuelo.

Fue como como que Dios me hubiese dicho: "Ya, yo te meto aquí, ahorita. Este brother no va a faltar. Y a este otro voy a atorarle el taxi en el tráfico, o que se le olvide la hora". Ahí siento que ese man me ayudó, me ayudó como nunca, porque en cuanto salí de la capilla me dieron la buena noticia: "Hay un puesto más". ¡Un puesto! es fantástico imaginar qué sólo una persona se retrase y no viaje; sentí que me dijo: "toma, métete ahí". Sentí esa experiencia, esa ayuda, mientras iba corriendo con mi maleta solo iba en mi mente diciendo: "Gracias, gracias brother, ¡te amo mucho!".

Me dieron un boleto que se llama "Stand by", si falta una persona puedes tomar su lugar, me explicaron.

Genial. Hice todo el proceso de rutina y estaba listo para abordar el avión. -¿Tiene todos sus papeles? -me preguntó otra agente encargada de Avianca- debe tenerlos a la mano porque los van a revisar el capitán y la azafata.

Bueno, no había problema. Después de todo el trámite y el ajetreo por conseguir el certificado de cirugía y el de sanidad ya estaba tranquilo con mis documentos a la mano.

Abordé, me senté y esperé. Esperaba que me pidieran los papeles, miraba por la ventana, la azafata terminó de dar las indicaciones y para mi sorpresa nunca me pidieron los famosos certificados, nunca los vieron, ni siquiera preguntaron nada sobre el dedo. << ¿Es en serio? >> me decía mentalmente; mejor sonreí.

El avión despegó, era la una de la tarde; me dieron algo de comer y sólo quedaba esperar y descansar un momento mientras llegaba a Miami.

A las tres de la tarde llegamos. Pasé por migración y fui a preguntar enseguida dónde se debe tomar el bus hacia Orlando. En el aeropuerto me dieron información, y para mi sorpresa había cuatro horas de viaje en bus hacia Orlando. Bueno, suspiré; ya estaba cada vez más cerca, con tal de llegar.

Lo complicado y frustrante era mi desesperación por conseguir información sobre los viajes. Con mi inglés mega fluido (hablando sarcásticamente) "Yo querer bus, ayudar por favor". Supongo que eso me entendían quienes me escuchaban.

No sé cómo llegué a la estación de buses, iba preguntando: "Where bus Orlando to me travel", o algo similar, pero al llegar me encuentro con la sorpresa de que había que reservar con un día de anticipación un pasaje de bus para que el costo fuera de veinte y cinco dólares, pero si lo compraba en ese momento costaba sesenta dólares. Chuta, bueno con tal de llegar, no había otra salida.

Me hice amigo de un hondureño y de una familia portuguesa. Era una señora y una niña pequeña de unos cinco años, y el señor de Honduras tendría unos treinta y cinco años. Me ayudaron a traducir para comprar el pasaje, por las dudas que tenía sobre el precio y del mismo no sabía cómo preguntar; gracias a ellos pude entender el costo real por comprar el pasaje. Al hondureño le preguntaba a qué hora salía el autobús, nos pusimos a conversar y me contó que él también había ido anteriormente a Orlando.

-Mira, este es el bus -me dijo mientras charlábamos- apresúrate que ya va a salir.

Subimos al bus cerca de las siete y media de la noche, casi las ocho. Ya en el autobús solo quedaba el esperar las cuatro horas de viaje para llegar a Orlando.

Procuraba conectarme en dónde podía con mi teléfono, para mantener informados a los muchachos y que no se preocuparan, que ya estaba por llegar.

Al llegar debía dirigirme al aeropuerto pues ellos estaban ahí, debían arreglar un contrato con el transporte con respecto a unas busetas que debíamos alquilar para esos días.

El temor que tenía era siempre sobre cómo pedir información, por mi fluidez en el inglés las personas me quedaban viendo frunciendo el ceño: "¿Qué has dicho sobre mi madre?" parecía que pensaban. Me di cuenta de la importancia de los idiomas.

Llegué a Orlando y empecé a buscar como dirigirme al aeropuerto, cada vez más emocionado porque se acercaba el día de la presentación, aunque mi dedo iba palpitando más cada vez en cada trayecto.

Un sueño de baile y un dedo mutiladoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora