Capítulo 10: NUEVE

40 2 0
                                    

"¿Y si no te vas? ¿Y si vienes conmigo?

El Pueblo está en llamas, todos están en la Iglesia rezando por nosotros.

Dicen que estamos enfermos, yo digo que estamos locos de amor.

Leroy coge mi mano y me lleva a la playa. Ahí fue, éramos los únicos en el universo, disfrutando del amor sin barreras. Ahí lo amé un poco más y me pregunto: ¿Es posible enamorarse aún más? Y mientras lo veo acostado en la arena, me responde que sí.

Ay amor mío, qué vida la mia de tenerte en mi vida. "

El día ha pasado tan lento que siento que los relojes se han parado solo para torturarme, hoy no tuve clases de música debido a un estúpido feriado por un festejo de la ciudad, pero aunque debo admitir que es bueno no tener que ver a esos niños a la cara, todo se me complica porque entre menos clases, menos tiempo de ensayo y ahora tengo que si o si la otra semana presentar la canción que vamos a tocar en ese puto festival.

Lo bueno es que hoy no ha habido accidentes y todo lo que he tenido que hacer es ayudar a limpiar las salas de emergencia y poner toallas en brazos y cabezas de personas que se cayeron o se cortaron con algún objeto corto punzante. Wii, que divertido.

Es mi hora del almuerzo y como veo no creo que me necesiten por más de dos horas, así que cojo un sanduche de pavo y voy escaleras arriba. Camino por el largo pasillo del edificio de habitaciones y empiezo a contar con mi corazón latiendo un poquito más rápido.

95,96,97,98,99,100,101...

Me paro en la última habitación y solo suspiro.

Emilio, no necesitas hacerlo si no puedes.

Me digo a mi mismo, pero tengo que escribir y aquí, no sé cómo siempre me llega la inspiración.

Agarro la mochila que siempre llevo al hospital de mi hombro y saco la llave. Mis manos tiemblan y aunque me muero de miedo por entrar, sé que de alguna u otra forma tengo que enfrentarlo a él y sus recuerdos. Además, si estoy ahí podré componer algo, lo que sea.

La puerta suena anunciando que está abierta y la abro lo más despacio posible para que nadie escuche. Todo está intacto, pero siguen las sábanas desordenadas de la última vez que estuve aquí. Camino hacia el pequeño escritorio que está en la ventana y me siento. No miro ni una vez el techo, ni las puertas del armario ni la cama.

Tal vez sea muy estupido que vuelva acá, sabiendo lo mal que me hace, pero cuando estoy aquí a pesar de los recuerdos y la punzada de mi corazón, por fin puedo respirar y escribir.

"Emilio, prométeme que nunca me escribirás una canción.- Julián estaba en la cama mientras jugaba con uno de los tubos del suero mientras yo me senté en su escritorio con mi guitarra tratando de componer algo.

-¿Por?- me extrañó su petición en ese momento y cuando me dijo la respuesta no lo entendí:

- Si muero siempre me recordarás con esa canción y te pondrás como un cachorrito todo arrugado y triste y quiero que tus canciones te llenen de amor y energía, porque vas a brillar Emilio, yo lo sé.- recuerdo que no le respondí y ahora sólo quisiera decirle... "

Yo si brillo, es contigo...

Ahora no traje la guitarra, sentía que eso ya era demasiado para mí y aunque si la necesite para entonar, basta con las palabras.

El Pueblo no lo entiende,
Dicen que estamos enfermos,
Yo digo que estamos locos de amor.

Escribo haciendo citas del libro y en realidad me ayudaría mucho escribir sobre eso, sería increíble tocar este tema. Así que empiezo a recordar cada escena y escribo lo que sentí que básicamente se basa en el enojo y la injusticia.

Mi respuesta siempre va a ser un sí, contigo.- (Emiliaco)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora