11. Mercury.

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Jesse estaba fuera del pequeño café al que había ido Lukas. Aún se debatía a sí misma si entrar ahí a hablar con el rubio era la mejor idea. Había pasado poco desde lo de Aiden, realmente no estaba lista para ninguna nueva emoción que pudiera presentarse en su vida.

Finalmente, y después de ver a Lukas desde fuera del local por al menos cinco minutos, decidió entrar. Agradecía que el chico fuera una persona distraída y no se percatara de que ella estaba ahí desde hacía un rato.

—Hola, ¿puedo sentarme? —la mirada de Lukas mostró completa confusión, pero no hizo más que ceder el asiento con una mirada nerviosa—. Yo... —Jesse buscaba las palabras correctas—, no esperaba que Elizabeth supiera lo que pasó entre nosotros.

—Fue... un momento abuela nieto, ya sabes —ambos rieron levemente—. Jesse, disculpa si no es de tu agrado que lo sepa. Pero quiero aclarar que no le conté todo como tal, solamente cómo me sentía.

—Está bien Lukas, no tienes por qué darme explicaciones, al final del día es tu abuela y sé que la familia es familia —ambos se sonrieron.

—¿Pedirás algo? Para que cambie la orden.

—Sí, necesito estar un rato sin pensar demasiado —Lukas hizo una señal a la mesera que pasaba al lado de su mesa y esta se acercó a ellos.

—¿Qué le puedo ofrecer? —sonrió con amabilidad.

—Un omelette de queso y... un cappuccino de moka, por favor señorita.

—¿Lo integro a su orden o es por separado? —miró la mesera a Lukas.

—Intégrelo —le sonrío y la mesera asintió y se retiró, a lo que Jesse le hizo una mueca. No quería que el rubio pagara su almuerzo, pero Lukas sólo hizo un movimiento con su mano para que lo dejara pasar simplemente.

Sabía perfectamente como era la castaña.

Quizá Jesse había cambiado con el tiempo, claramente había cosas de una nueva Jesse que él ya no conocía. Y admiraba eso. Admiraba que la chica había tratado de crecer como persona, mientras que él, al contrario, solamente se había limitado a lamentarse por lo que había pasado. Es decir, estaba sorprendido, Jesse se veía bien, más viva que nunca, estaba a punto de casarse y él simplemente no podía cerrar ese capítulo de su vida porque se negaba. Se negaba a dejar atrás la idea de aún poder recuperar a quien fue su primer amor.

—Y...

—Y... —le arremedó la chica.

—No lo sé, me sentía un poco avergonzado por esa vez en la oficina de Elizabeth. Lo siento tanto Jesse, no debí haberte dicho todo eso, sé que no querías saberlo —pero claro que quería—, y creo que... no te hice bien.

"No tienes idea de todo lo que me provocaste, atractivo arrogante" pensó Jesse para sus adentros.

—No tienes por qué pedir disculpas Lukas. De todos modos, pasó y... da igual —la chica no quería seguir con eso. A fin de cuentas, fue algo que influyó mucho en la carta que le había escrito.

La carta que había acabado con su compromiso.

—¿Y cómo está Aiden? —la castaña se tensó un poco, y Lukas se percató de eso, a lo que cerró levemente un ojo, mirando atento a la chica que tenía delante de ella.

—Aiden —Jesse soltó una risa un tanto sarcástica—. Quiero pensar que está excelente.

—¿Quieres... pensar? —la miró extrañado.

Justo en ese momento su pedido llegó, un par de tazas se posicionaron delante de ellos, acompañadas de los platillos previamente solicitados.

—Le daremos lo que pidió para llevar en un rato para que no estorbe su desayuno. Provecho —la mesera sonrió y ambos chicos presentes agradecieron.

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