1. Algo raro está pasando

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Sarah miraba por la tele cómo la nueva presentadora daba las noticias. Nunca se había sentido realmente interesada por el Telediario, pero como estaba aburrida en casa, y no echaban nada mejor en la tele, ese fue su único recurso para entretenerse.

La presentadora era joven. Tendría diez años más que ella. Sarah tenía dieciséis. Y aún así, los profesores la convencieron para que el año que viene se presentase a las pruebas de Selectividad. Y es que la chica era superdotada. Tenía una capacidad de memorización increíble y eso le permitía sacar sobresaliente en todas las asignaturas. Nunca había tenido muchos amigos. De hecho, se reían de ella. No entendían que tuviera un coeficiente de inteligencia superior al resto, y en el fondo, la envidiaban.

La presentadora del Telediario dio paso a la chica del tiempo. La Meteorología era una de las carreras que más interesaban a Sarah. De pequeña le encantaba dar el tiempo en casa a sus padres. Lo gracioso era, que a falta de pantallas digitales, ella utilizaba un papel con sus propios dibujos para explicar los diferentes climas de cada lugar y provincia.

A diferencia de como ella pensaba, no era una carrera muy complicada. Y, penosamente, las presentadoras que elegían para el Telediario eran elegidas más bien por ser guapas que por ser inteligentes. Y eso le molestaba mucho. Realmente lo que más tendría que valer la pena, era lo segundo.

No es que Sarah fuera fea. De hecho, más de una vez había gustado a los chicos de su clase, antes de enterarse de que era superdotada, claro. Desde entonces la trataban como un bicho raro. Sarah tenía el pelo negro azabache largo y ondulado, y unos grandes ojos azules. No sabía de quién heredó esos caracteres, porque sus padres eran completamente rubios y, encima, sus ojos eran marrones. Por ello, Sarah siempre había sido la joya de la familia. Incluso su hermano, Stefan, dos años mayor que ella, se asemejaba más a la familia Keyle. Así se apellidaba: Sarah Keyle.

No era un apellido muy común en Estados Unidos, ya que provenía de Austria. Su abuelo vivió allí muchos años. Sin embargo, lo mataron en la Segunda Guerra Mundial por guardar varios libros judíos-cosa que a los nazis les disgustó-. No lo conoció. Pero siempre le habían dicho que era igual que ella, con los ojos azules y muy inteligente. Tal vez fuera así por él, quién sabe...

La meteoróloga dio unas previsiones algo extrañas. Se encontraban en pleno invierno en Chicago, y, si no había oído mal, daban 30ºC para el día siguiente.

¡Qué extraño! ¡Puum! Su hermano entró con un fuerte golpe de la puerta que sobresaltó a Sarah. Decidió apagar la tele y centrarse en sus estudios. Ya se había acabado la tranquilidad en casa.

© Saga Elementos: Fuego (I)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora