Los Elementos se miraron mutuamente. Tras haber sido completamente transformados, parecía que ni siquiera se reconocían entre ellos.
Logan miró disimuladamente hacia Morgan. Le parecía que estaba guapísima. Le encantaba su cabello rubio rizado y sus ojos azules verdosos maquillados, que les hacían parecer todavía más grandes.
Se dio cuenta de que estaba completamente enamorado de ella. De nuevo volvía a sentir una gran debilidad por aquella chica.
Cuando Simona se detuvo en frente de ellos, les devolvió una mirada agradecida, por haber aguantado prácticamente toda la tarde en esa sala de peluquería.
- A partir de ahora, podréis descansar. Tenéis vuestras habitaciones en el piso de arriba. No olvidéis que mañana deberéis estar listos, vestidos y maquillados como ahora, para comenzar la Fase 1.
Para Sarah y Morgan, que a pesar de ser chicas, no estaban muy acostumbradas a maquillarse, la idea de dormir con pintura en la cara, les parecía descabellada.
Aún así, aceptaron las palabras de su mentora.
Y, dicho esto, los cuatro subieron en el ascensor, guiados por la mujer hasta el segundo piso.
La segunda planta era increíblemente grande.
Contenía numerosos pasillos y escaleras de caracol que en el centro tenían una gran fuente con agua dulce y unos peces de colores que saltaban sobre el agua.
Sarah sonrió al ver a los animalillos coleteando sobre la superficie. Le resultaba muy gracioso que unos peces tan corrientes saltaran.
- Estupendo. Aquí encontraréis dónde pasar la noche cada uno de vosotros.
Repartió cuatro llaves a cada uno de los Elementos.
Cada llave poseía el número de su correspondiente habitación.
Sarah y Morgan comprobaron felices como les había tocado relativamente cerca la una de la otra.
En cambio, los chicos se limitaron a concentrarse en observar la curiosa llave. Era algo más que una simple herramienta para abrir puertas.
Colgado de ésta, un amuleto se les había ofrecido a cada uno de ellos.
- ¿Qué es esto? - preguntó Aidan a Simona.
- ¡Ah! ¡Sí! ¡Se me olvidaba! Son vuestros amuletos.
A partir de este momento, deberán acompañaros para siempre.Sarah vio con asombro que su amuleto coincidía con el dibujo de la puerta que debería abrir mañana. Un delfín. Un delfín precioso.
Al igual que ella, los demás tenían también los mismos amuletos que había dibujados en las puertas del piso de abajo...
Aidan, un dragón. Logan, un castillo. Y Morgan, un pájaro.
Simona se despidió de ellos, hasta el día siguiente, y, bajó de nuevo en el ascensor.
- Bien. Ahora que se ha marchado, ¿quién se viene a investigar con más profundidad este lugar?
Aidan había sido el cabeza de grupo hasta ahora. El que había tomado todas las decisiones. El que se había enfrentado al señor Guten.
- Eso estaría mal. No deberíamos curiosear por ahí...
Sarah siempre con su buena voluntad de niña buena...
- Yo estoy de su parte. ¡Vamos! ¡Será genial! ¡Imaginaos los secretos que se ocultarán en este gran edificio!
Logan parecía entusiasmado por la brillante idea de su compañero.
Morgan también estaba de acuerdo. Al fin y al cabo, ¿qué perderían por dar una vuelta por ese increíble lugar?
Estaban seguros de que cada rincón albergaría un nuevo secreto.
- Entonces, ¡marchando!
Todos marcharon detrás de Aidan.
No parecía haber nadie por esa zona. ¿Habría alarmas o guardias que detectaran su imprudencia?
Era imposible saberlo.
Viajaron por los pasillos de aquel enorme lugar.
Algo que llamó la atención de los chicos fue que los pasillos estaban recubiertos por espejos y carecían de ventanas.¿Por qué tantos espejos? ¿Por qué no tenían ventanas hacia el exterior?
Siguieron paseando, y, tras subir por una escalera de caracol interminable, llegaron hasta un nuevo pasillo oscuro que contenía una única habitación.
La puerta estaba herméticamente cerrada y su aspecto era del de una película de miedo. Era oscura, y, alrededor del marco contenía la silueta de un cuervo negro con los ojos rojos.
Los ojos del cuervo les miraban amenazantes. Y, parecían estar llenos de vida en todo momento.
- ¿Qué narices habrá aquí dentro?- preguntó Logan sin dejar de mirar los ojos atemorizantes del cuervo.
-Ojalá pudiéramos abrir la puerta para descubrirlo...
De repente, el zapato de Sarah, rozó una pieza metálica que sonó por el eco del pasillo.
Los chicos bajaron la vista al suelo, y, recogieron el diminuto artilugio.
- Dios mío... Es una llave.
Aidan probó a introducirla en la cerradura de la puerta.
En ese momento, cuando la giró, un mecanismo se activó en el interior de la puerta, e hizo que el cuervo cobrara vida y que comenzase a batir sus alas con gran fuerza.
¡Habían conseguido abrir la puerta!
Cuando ésta se abrió completamente, el interior de aquella sala no parecía si no más oscuro que el color de la madera de la puerta de entrada.
Decidieron por fin entrar.
Y qué sorpresa se llevaron al descubrir que aquella sala, se trataba de un enorme viejo laboratorio.
En una estantería, miles de productos químicos metidos en frascos de cristal, se levantaban frente a ellos.
Colgados del techo, además de numerosas telarañas, pudieron ver que había mil clases de relojes.
A diferencia de todos los relojes que habían visto hasta ahora en Dalton, estaban puestos en marcha.
Entre los variados relojes, también había colgantes y joyas de todo tipo.
A Morgan le llamó la atención uno en especial. Era un colgante dorado que resplandecía por su propia belleza.
Tenía las alas de un pájaro dispuesto a volar.
Fue a tocarlo y, cuando puso la mano encima de él, otra mano mucho más gruesa que la suya le apretó la muñeca, impidiéndole tocar el colgante.
Les habían descubierto.
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© Saga Elementos: Fuego (I)
FantasíaSe acercan las tormentas. El Sol cada vez esta más cerca de la Tierra. Pero cuatro chicos con poderes sobrenaturales se encargarán de salvar el mundo. Fuego, Agua, Aire y Tierra se tendrán que unir para conseguir frenar la catástrofe que acecha al m...